Por: Diana Ferreiro
A Pedro de Oraá, uno de los imprescindibles de la abstracción en el arte cubano, le fue entregado este martes el Premio Nacional de Artes Plásticas 2015. Ya era hora, pensamos muchos cuando hace tan solo un par de semanas se anunciara la decisión del jurado. Sin embargo, Pedro de Oraá, sereno, llenando el teatro del Museo Nacional de Bellas Artes de pausas, prefirió consagrarse a aquellos artistas en cuya obra encontró inspiración y aprendizaje.
“No olvido el imprescindible aporte de la obra de Antonio Vidal, con quien se revalorizaría la presencia histórica del abstraccionismo en Cuba a partir de serle concedido el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1999. Hoy nos alienta saber que se multiplican los continuadores de la pintura y la escultura abstracta entre las jóvenes generaciones”, dijo.
El Premio, instituido en 1994, constituye el máximo reconocimiento que se entrega actualmente a un creador cubano, residente en el país, por la obra de toda la vida. Aunque con esto último puede que Pedro de Oraá no esté totalmente de acuerdo, pues aseguró sentirse “a medio camino todavía”. En esta ocasión fue entregado por Julián González Toledo, ministro de Cultura, y Rubén del Valle, presidente del Consejo Nacional de Artes Plásticas.
El jurado, presidido por Lázaro Saavedra, Premio Nacional de Artes Plásticas 2014, e integrado igualmente por galardonados en años anteriores, artistas y críticos de arte, confirió el reconocimiento “en atención a sus más de 50 años de sostenida labor artística donde ha consolidado una obra creadora de excelencia. Destacada figura del movimiento abstracto cubano, emerge con fuerza en los años 50, época en la que desarrolla un intenso trabajo vinculado al arte concreto integrando el grupo conocido como Diez Pintores Concretos”.
El acta del jurado hace referencia además a los méritos que este artista ha obtenido como diseñador gráfico, crítico de arte, poeta, narrador y ensayista, y lo define como un hombre de la cultura en su sentido cabal, uno de los intelectuales más reconocidos en nuestro contexto, tanto a nivel nacional como internacional.
Su obra, que desde finales de la década del 50 encontró en el abstraccionismo la expresión exacta a sus necesidades artísticas, se encuentra actualmente representada en el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, la colección de la Fundación Patrick Lannan transferidas al Godwin Tenbach Museum de New York, el Museo de Arte Cubano de Viena, en las reservas del Museo Universitario del Chopo, México, y en la Galería Nacional de Sofía, así como en colecciones privadas en América Latina, Estados Unidos y Europa.
Pedro de Oraá, de 84 años y con el peso de un Premio Nacional de Artes Plásticas sobre los hombros, continuará, seguramente, como hasta ahora: sumergido en los lienzos y las figuras geométricas, e impulsando en las jóvenes generaciones la pasión por el género abstracto.
La exposición correspondiente al galardón, tendrá lugar el próximo año en el propio Museo Nacional de Bellas Artes.
Fuente: http://www.granma.cu/cultura