Un solar yermo en el Centro del Vedado (Calzada y J) fue la sede para la intervención del joven artista cubano Wilfredo Prieto, quien propone en esta Oncena Bienal la experiencia del silencio en una carpa de circo.
¿Esperaban los visitantes ver algo más? Cierto es que la abrumadora inacción en un espacio habitualmente dinámico, sonoro, performático, sobrecogían al espectador, que prefería hacer el recorrido por la carpa, por la arena del circo, con mucha rapidez.
El espectáculo circense, asociado con el mundo infantil y todas las constantes que le definen (alegría, en primer lugar), se desdibuja y subvierte en su sentido.
«Se trata de un proyecto nuevo, por lo que no pude tomar distancia para pensarlo con detenimiento, pero coincide con un interés que marca mi obra en los últimos tiempos de hacer piezas que tengan que ver con lo que está pasando socialmente a nivel internacional, y que sean especie de resumen de lo que está sucediendo, como una ilustración o un comic publicado en un periódico» –apuntó Wilfredo.
«Circo triste trata de buscar varios niveles de contenido de la cuestión social, pero siempre de una manera muy sutil, a partir de la huella que puede dejar esa acción que sucede y no sucede. Al final es un espectáculo sin espectáculo, es crear esa tensión entre lo que sucedió o lo que va a suceder y el instante congelado. Lo veo más como una escultura pura, limpia.»
Oncena Bienal… tendencia al espectáculo
«Creo que es la época… evidentemente eso está pasando desde el punto de vista social, desde el punto de vista cultural. El arte es un reflejo de lo que sucede en todos los aspectos de la vida.»
El espacio
«Fue muy divertido hallar el emplazamiento para la obra. Hice un cambio de última hora. En realidad tenía otro proyecto y de pronto lo cambié. Pero finalmente decidí concentrarme en esta pieza, y fue dificilísimo porque estaba en Nueva York y no tenía ni idea de cómo encontrar el espacio. Y lo tuve que buscar por Google, cuadra por cuadra, bajando y enfocando en detalle. Cada vez que veía un posible espacio enviaba a un amigo en La Habana a inspeccionar, pero siempre pasaba algo: había un cable, un hueco… hasta que de pronto apareció. Y el resultado final fue como si hubiera estado buscando aquí mismo, es el espacio ideal, pero hallarlo fue pura coincidencia. Fue una suerte.»