La conversación con Issela Ccoyllo Llamocca, la única curadora peruana que asistió a la Bienal de La Habana, fue extensa y muy agradable. Durante su reciente estancia en la capital cubana accedió amablemente a conversar en exclusiva con Arte por Excelencias acerca de su vasta experiencia en las artes visuales en general y la propuesta que curó para el evento antillano en particular.
Issela, coméntenos sobre su participación en la Bienal de La Habana
Mi presencia aquí es correspondiendo a la invitación de los directores de la Bienal y en especial a la invitación de Janet Oviedo, curadora del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam y de la exposición Los otros caminos de la seda, a quien conocí en el año 2023. En esa oportunidad vine como curadora de una exposición coordinada con la Embajada de Perú en Cuba que además organizó un conversatorio con los curadores y curadoras de instituciones culturales de La Habana. El diálogo se centró en el ejercicio de la curaduría en el contexto peruano desde mi experiencia como curadora independiente y como curadora de una institución. Más tarde, los directores de la Bienal me hicieron llegar el concepto curatorial de lo que sería esta 15 Bienal, que también celebra su 40 aniversario. Desde ahí manifestaron su interés en invitarme y justamente el tema de la bienal enfocado en el arte en espacio público, es una de las vertientes que he venido investigando en cuanto a prácticas artísticas colaborativas que han buscado incidir en la sociedad desde el espacio público. Gran parte de esta trayectoria fue presentada en la exposición Inteligencia Salvaje: La contraesfera pública 1979-2019 y en el libro homónimo del cual soy coautora y cocuradora junto a Jorge Villacorta, un referente en curaduría y crítica de arte que desde la década del noventa ha acompañado esta vertiente que en Lima denominamos “arte crítico”.
Por ahí fue la idea de invitarme a proponer un proyecto y estaba tratando de resolver una propuesta curatorial, pero al final decidí no presentar por el tema de recursos que requiere la presencia de cada artista antes de activar sus respectivas obras en la Bienal. De todas formas me mantuve abierta a colaborar con una Bienal que ha tenido impacto en mi trabajo como historiadora del arte y curadora. Vine a la séptima Bienal de La Habana el año 2000 cuando trabajaba en el Museo de Arte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Fue entonces que Yanet Oviedo me invita a curar la sección teórica de la exposición Los otros caminos de la seda, de la cual es curadora, y Ariel Baró, cocurador. En la exposición han reunido artistas que tienen al tejido como medio, y desde el cual tratan temas que son urgentes pero que no se habían atendido hasta en años recientes. Esta muestra, además, trae a la memoria la exposición Textil Latinoamericano presentada en la tercera Bienal de La Habana en 1989, que reconoce una estética popular latinoamericana. Ahora en 2024 no se exhibe textil precisamente, vemos cómo los y las artistas están expandiendo la materia y puedes ver textil escultórico, instalaciones y hasta video performance donde lo que mueve es el textil, el uso de la tela, el uso de fibras naturales y sintéticas, el uso de materiales que uno diría que no es necesariamente hilo, pero que tú puedes con eso tejer.
Por supuesto que hay presencia de diversas técnicas ancestrales que han llegado hasta hoy, gracias a nuestras culturas originarias que las mantienen en sus prendas de vestir y elementos de la vida ritual y cotidiana. También en nuestra vida cotidiana está presente, pero de un modo más expandido, más allá de la técnica, estamos hablando de procesos que implican la creación colaborativa.
¿Y las temáticas?
Eso es importante. La exposición tiene entre sus ejes temáticos ecologías, cosmogonías y relaciones de poder. Coincide también que hay propuestas de artistas que dialogan más poderosamente en estos temas, hay piezas que visibilizan luchas medioambientales y resistencia de identidades, y se reconoce la co-creación. Como curadores siempre tenemos ejes temáticos, pero son puntos de partida, cuando empiezas a querer delimitar encuentras obras que son transversales a los ejes propuestos. Entonces los curadores al final dejaron abiertas estas conexiones que también las podemos hacer como visitantes, encontramos una coherencia en toda la exposición. Las temáticas tienen que ver con hechos históricos de cada país, pero donde entra también el tema del tejido o donde hay una forma de tejer y hay mucho uso de fibras, eso es imposible no mencionarlo.
¿Qué tipo de fibras?
Hay fibras vegetales tal cual, y es justo un trabajo colaborativo del artista cubano Luis Gárciga y la española Loreto Alonso que recurren a la cestería; están las fibras sintéticas con las cuales se hace bisutería; son hilos parecidos al nylon que tienen otra caída, y los usan en collares y aretes. Otro tipo de textil es realizado con pieles de cebolla morada, como es el caso de la artista mexicana Lourdes González Osnaya cuya pieza suda y que aquí en La Habana por ser biomaterial tiene una reacción distinta a otras ciudades, y ha tenido también que adaptar su montaje porque el clima genera que la pieza sude más. Las ha presentado en China, en México y reacciona diferente, y ella va adaptando y conociendo cómo moldear su biomaterial para que sea exhibible en el tiempo. Esos son retos, lo bonito y lo tenso de estas piezas, como diría la propia artista en nuestras conversaciones aquí en La Habana.
También hay textiles que están más que por el tejido, por el proceso de teñirlos o tinturarlos con plantas. Esa es la propuesta de la artista argentina Lucila Gradin que nos habla de “cocinar la pintura”. Son técnicas ancestrales que están presentes en su trabajo y ella reconoce cómo esos conocimientos se van transfiriendo de forma oral. Acá no se está hablando tanto del tejido, sino cómo con una planta como la hierba mate consigues tres colores que puedes ver en los textiles y cómo esos
conocimientos forman una parte importante del proceso textil.
¿Cuántos artistas componen esta exposición?
Son 54, contando también que hay colectivos de dos o más artistas.
Hay trabajos de proceso también como el de la artista colombiana Natalia Espinel que hizo una convocatoria abierta acá en La Habana para hacer unos talleres y luego terminar en una performance interviniendo la Plaza Vieja. Y las que se presentaron fueron todas mujeres. Entonces es más orgánico entre mujeres juntarse y lograr esta performance que han hecho. Tiene que ver con las técnicas y las temáticas abordadas por las artistas, pero son abordadas más crudamente, más potentemente, y más convocantes también.
Observo que la presencia de la mujer es muy fuerte, desde las artistas hasta las temáticas...
Coincide que hay un setenta por ciento de artistas mujeres. Esta mayor presencia no es solo porque sean artistas mujeres sino porque hay un trabajo previo de años y sus obras tienen un peso importante en cuanto a exploraciones vinculadas al tejido y también por la calidad de sus trabajos como para estar en una Bienal Internacional. Hay artistas de trayectoria y otras más jóvenes, pero con un trabajo también importante que desafían las formas de definir al tejido solo como una técnica. Lo que se puede ver es una diversidad de trabajos transdisciplinares y prácticas colaborativas que se condicen orgánicamente con los temas que comunican.
Esta presencia notoria se sustenta también en los temas que están abordando y cómo están expandiendo el tejido, del traje a lo escultórico, o al hacer uso del cuerpo como la performance de Natalia Espinel.
¿Tienes algún proyecto a corto o largo plazo tras esta colaboración con la Bienal?
Sí, avizoro proyectos pero no hay nada concreto por el momento. Me gustaría que esta muestra vaya a Perú, es una muestra valiente porque reúne obras complejas, desde obras realizadas con biomateriales y fibras naturales que son materiales frágiles. Y por las temáticas que los y las artistas abordan, al hacerlo no solo generan imágenes, están generando también reflexiones sobre temas urgentes.
Cuando hablas de proyectos futuros, uno va a exposiciones internacionales y conoce obras de artistas que pueden conectar con prácticas propias de tu país y pueden generar diálogos, expandir otras formas de procesar sus trabajos. Es lo que encuentro por ejemplo en la propuesta de Hyacinthe Ouattara, artista de Burkina Faso que ha realizado una instalación totalmente inmersiva. En Lima estoy trabajando proyectos con artistas del textil, entre ellas, tejedoras que mantienen técnicas ancestrales, pero lo que están diciendo hoy es totalmente contemporáneo. Son artistas que están innovando, agregando otros materiales, y aquí en esta muestra es el caso de Erica Muralles (Guatemala) o Carolina Estrada (Perú) por ejemplo, que usan hilo de cobre para sus tejidos escultóricos.
Esto no te lo enseñan en una escuela de arte en Perú, son decisiones que toman las artistas ya sea desde materiales domésticos que están a la mano, también por el tema de la economía. Hay que conocer el material y hacer que viva en el tiempo. Hay una investigación de las artistas de cómo lograr que las piezas duren en el tiempo o cómo reemplazar ciertos materiales. Hay piezas zurcidas también. Al ser tejidas con fibra natural, un material que en las comunidades andinas se valora y se recupera, antes de botarlo porque se haya rasgado. Hay todo un proceso previo que valora el trabajo de diversos especialistas: quien hila, quien tiñe, quien trasquila y luego quien teje sea hombre o mujer. Y se convierte en prenda o en manta, en tapiz, telar o alfombra, en ropa que se confecciona en las mismas comunidades; y si se rompen, las zurcen. Y eso no es un tema de pobreza, es más bien de valorar la calidad de la fibra y el trabajo de toda una colectividad.
Coméntenos sobre los conversatorios
Con Yanet Oviedo, la curadora de la muestra, consideramos importante la presencia mayoritaria de artistas internacionales que llegaron para la inauguración de la Bienal y de la muestra que los reunía. Lo que propuse para el primer conversatorio fue un “pensar caminando” con los y las artistas mientras nos desplazábamos del primer al tercer piso… duró tres horas. Pero esos son esfuerzos, oportunidades que solo se dan una vez. Los y las artistas se escucharon unos a otros y había público también que formó parte del diálogo. En fecha posterior hicimos el conversatorio con las artistas Nereida Apaza (Perú), Natalia Espinel (Colombia), y de Chile Klaudia Kemper, Yto Aranda, Soledad Neira y María José Rojas, y siempre es un descubrir más todavía. Junto al co-curador Ariel Baró abordamos la categoría “arte textil” en la exposición Textil latinoamericano del año 89 y ahí sí veías todavía tipo pintura, o sea, tapiz o piezas con volumen pensadas para la pared. Algunas de esas piezas forman parte de la Colección del Centro de Arte Contemporáneo Wilfredo Lam y ahora se pueden ver en Los otros caminos de la seda. En el conversatorio se abordó también la participación de un colectivo de artesanas de México que confeccionan muñecas. Algo importante es que en el primer piso de la exposición vas a ver una lista con los nombres de estas tejedoras reconocidas en la tercera bienal que hicieron aquí el año 1989. Siempre es un descubrir más todavía.
Muchas gracias Issela por la entrevista.
Gracias a ustedes.
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