Hace casi 30 años conocí a Eusebio Leal, allí en su Habana vieja en el Palacio de Los Capitanes Generales. Iba yo acompañado de 40 publicitarios españoles que veníamos a conocer Cuba: su discurso, sus proyectos y su deslumbrante ilusión, nos impresionaron a todos.
Desde aquel día en el que Eusebio implantó en mi corazón la semilla del amor por Cuba, no he podido dejar de pensar en él y su obra, la que perdurará en el tiempo.
Nuestras revistas Excelencias han sido fieles seguidoras de su obra y sus consejos. Fue nuestra guía, permanente consejo y dirección para las noticias que, durante tres años, publicamos diariamente sobre La Habana en la cuenta regresiva hacia su Quinto Centenario.
El mundo ha perdido a un gran hombre, insustituible para Cuba y quien permanecerá eternamente en el corazón de los que le conocimos.
Escucharle hablar era aprender, gozar y poder vivir hechos y semblanzas tan técnicas como anecdóticas, que el tiempo no pasaba cuando estabas delante de él.
La tristeza nos invade y tan solo esperamos que su obra se perpetúe con el seguimiento de sus sucesores, a los que les puso un listón tan alto, que tan sólo el amor desinteresado por esta ciudad y este país, puedan ser su guía. Su constancia y nivel de exigencia son un ejemplo a seguir.
No es un adiós, sino hasta siempre, MAESTRO.
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