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Fernando Méndez: Cuatro esquinitas tiene mi cama
03August

Fernando Méndez: Cuatro esquinitas tiene mi cama

Fernando Méndez: Cuatro esquinitas tiene mi cama

Un libro que tiene la fórmula para ilusionar y hacer sonreír. Una hilarante sopa de letras, humor y sentimientos. 400 páginas de sonrisa garantizada.

 

El autor

 

Fernando Méndez (1964), periodista y escritor ourensano. Es uno de los periodistas de investigación más premiados de España. Entre otros galardones ha recibido el Nacional de Periodismo Julio Camba, el Reina Sofía de Periodismo o el Premio Xunta de Galicia sobre Drogodependencias. A lo largo de sus veinticinco años de experiencia profesional ha trabajado en los diarios Faro de Vigo y La Región adscrito a las áreas de judicial, sanidad y sociedad. Colaborador de prensa, radio y televisión en medios como Tiempo, Interviú, Radio Nacional, Televisión de Galicia, El Observador o Cambio 16, también fue jefe de prensa y director de comunicación en diferentes instituciones de Galicia. Es máster en Drogodependencias y miembro de FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España).

 

Con Cuatro esquinitas tiene mi cama, su primera novela en castellano, inicia la innovadora senda del humor espiritual. Una obra para sonreír e ilusionarse. La obra ha ganado el I Premio “Ramón Puga”, Radio Ourense Cadena SER, a la mejor novela en 2014). También fue reconocido con el Premio de Novela “Ciudad de Almería” (2014) por su novela Nunca guardes las cosas rotas, y con su primera novela en gallego, Dios jugando a los dados, logró el Premio Vicente Risco de Creación Literaria del Ayuntamiento de Ourense.

 

Cuatro esquinitas tiene mi cama

 

¿Tú qué harías si de pronto un día se te aparece un hombre muy atractivo diciendo que es un ángel y que quiere ayudarte a solucionar el mayor problema de tu vida?

 

Un libro que tiene la fórmula para ilusionar y hacer sonreír

 

Siempre se ha dicho que puestos a imaginar, la mente es libre para volar y enredarse en historias que desde la fantasía más grandiosa pueden cambiar el pasado, solucionar un conflicto bélico o incluso ensalzar el espíritu humano. Pero cuando al lector, en uno de esos ejercicios de imaginación, se le propone la historia de un ángel que viene a la Tierra para intentar redimir a una florista de antiguos errores y ayudarla a solucionar un grave problema, entonces posiblemente le pueden surgir cuestiones como: pero ¿este escritor me está hablando en serio?, ¿espera que me crea esto?... O expresiones como: ¡anda ya!, ¡un ángel en pleno siglo XXI!!!... Craso error, porque todo es posible cuando uno está dispuesto a dejarse llevar por la fantasía, meterse en la piel del personaje y animarse a embarcar en un periplo a lo largo de la historia donde prima el humor, la audacia, el desparpajo y unas grandes dosis de optimismo. Ese fresco viaje cargado de sonrisas e ilusiones no es otro que Cuatro esquinitas tiene mi cama. Solo es cuestión de reservar el billete... La felicidad espera.

 

¿Un ángel? ¡Pues claro que lo sé!, no lo voy a saber… ¡Me di cuenta nada más verlo! Si lo único que hay en este cementerio son ángeles. Míralos: todos tranquilitos, no rompen un plato, ahí quietos en sus tumbas… Luego, claro, están los otros ángeles, los de las alas grandes: Miguel, Rafael, Gabriel… Con esos ya tengo menos trato. Andan en gestiones internacionales y paran menos por aquí. ¡Manda narices! ¡¿Qué coño voy a saber yo de ángeles?!

 

Lourdes no cree en espíritus, bastante tiene con su trabajo como florista del cementerio y una hija adolescente. Así que lo primero que piensa cuando recibe la visita de Armand es que se trata de un lunático o de algún programa con cámara oculta... Pero aquel atractivo e interesante hombre le ha confesado ser un ángel que viene con una misión encomendada: ayudarla. Si no quiere perder para siempre el amor de su hija y de otras tres personas, deberá redimirse de los males causados en sus vidas pasadas, sobre todo de aquella en la que fue Cleopatra. Para ello, y en el plazo máximo de cuarenta y ocho horas, deberá superar una serie de pruebas y llevar a cabo un decisivo trabajo. A través de la montaña rusa del tiempo, Lourdes iniciará un viaje de más de dos mil años que la llevará de Nueva York a Colonia, del tórrido desierto a Pompeya, de un moderno museo a un antiguo taller de perfumistas, de una caravana en la Ruta de la Seda a un anfiteatro romano... Dispuesta a hacer todo lo que sea necesario por salvar el amor de esos cuatro espíritus que le son afines, esas cuatro esquinitas.

 

—Madame, usted está a punto de perder para siempre el amor de cuatro personas. Son cuatro espíritus que la acompañan desde el inicio de los tiempos y que seguirán con usted eternamente si hace lo que le digo —afirmó Armand con gravedad—. En su actual existencia, estas personas están personificadas en su padre, su exjefe, su hermana y su hija. Ellos fueron en otra vida un general romano, un esclavo, una sirvienta y un hechicero. A todos les hizo usted mucho daño, y hora tiene la oportunidad de resarcirse.

 

Méndez se descubre, tras su reconocida faceta en el periodismo de investigación, como un gran contador de historias. En esta novela consigue valerse de adecuadas dosis de realidad y fantasía para lograr una combinación que va mucho más allá de cualquier patrón marcado. Con su obstinado entusiasmo revela al lector un territorio que, aunque desconocido, le es afín, la «fantástica realidad». Como bien dice el autor en su libro: «Amor, ilusión, energía y felicidad son los cuatro elementos esenciales del universo». E igualmente son los cuatro pilares que aprovecha para crear un juego de gran agudeza narrativa, donde el humor se hace indispensable para concebir los viajes astrales y espirituales de los protagonistas, así como sus diferentes identidades a lo largo del tiempo.

   

—¡Es cierto! No se imagina usted cuántas personas querrían tener su valentía para poder exteriorizar los sentimientos: llantos, risas, hastíos, satisfacciones, pesadumbres… Es una lástima que ustedes, los humanos, le pongan un candado a todo eso y lo guarden bajo llave.

 

La historia, como la protagonista y voz narradora, es tierna, fresca, hilarante, reflexiva, conmovedora, ocurrente... En resumen, muy divertida. Valiéndose del surrealismo y en línea con la alegría emocional de algunas conocidas novelas, como Maldito karma de David Safier, Cuatro esquinitas tiene mi cama logra adentrarse en el terreno de la búsqueda personal. Porque, a ver, que levante la mano quien, incluso en su más absoluta y particular rutina, renuncia a poder encontrar el maravilloso camino que conduce a la felicidad... Nadie. Y eso es lo que en el fondo, siempre manteniendo la esperanza, busca Lourdes: alcanzar esa estabilidad que le permita ser feliz, evitar la soledad y disfrutar de aquellas personas a las que más quiere. Un discurso optimista e inteligente que conquistará a todo tipo de lectores.

 

—Jamás intente hacer un puzle con todas las piezas juntas. Nunca lo lograría.

—Pues yo creo que nos evitaríamos muchos problemas.

—Usted ya tiene un problema, y muy serio, con su pasado. Soluciónelo. No piense en otra cosa. Ese es su trabajo.

 

Algunas de las obras más reconocidas de la tradición literaria española están escritas con humor y sarcasmo, género que, por otro lado, no resulta nada fácil, pues hay que buscar precisamente que la risa provocada no se quede solo en un gesto momentáneo. El secreto del humor está entonces en hacerlo ágil y sencillo pero a la vez profundo. Y eso es algo que aquí fluye con enorme soltura, gracias sobre todo a unos personajes con un objetivo claro desde el principio: conformar ese retrato humano que, cómplice del lector, termine por hacer de la novela un revulsivo contra cualquier tipo de apatía. Cuatro esquinitas tiene mi cama termina convirtiéndose en un canto a la felicidad, en una historia con la sana pretensión de entretener al lector y hacerle la vida más agradable.

 

—Una oportunidad para salvar el amor de sus espíritus afines, esas cuatro esquinitas de su cama... Pero recuerde: en el gran viaje no habrá segundas oportunidades. Si falla... ¡adiós!

 

Personajes principales

 

Para reír, divertirse y cargarse de optimismo

 

Humor, fantasía y una florista con una misión por cumplir.

 

Lourdes está separada y sola, carga con 43 años y algún que otro michelín, también tiene una hija adolescente y muchas deudas. Es espontánea, sincera, tierna, cariñosa, y aunque su trabajo como florista en el cementerio no le da para conocer a muchos hombres, sigue siendo una persona optimista ante sus fracasos sentimentales y ante la vida en general. Consecuente, activa y muy divertida, sabe que el tiempo corre y que para una mujer como ella no suelen quedar muchas oportunidades cuando de amor se está hablando. De ahí que luche con uñas y dientes por mantener el amor de las personas que tiene cerca, sobre todo de su hija. En otra vida pasada fue Cleopatra, y en ese cuerpo cometió algunas atrocidades que ahora, dos mil años después, deberá enmendar.

 

Armand es el ángel de origen francés que se aparece ante Lourdes con la idea clara de ayudarla, de salvar el amor que está a punto de perder, de redimirla de antiguos errores e incluso crímenes cometidos en otras vidas, que ahora están a punto de pasar su factura. Alto, bien parecido, de unos cincuenta años, elegante, podría pasar por una estrella de cine tipo George Clooney. Pero es un ángel enviado a cubrir la que es su primera misión. Gracias a sus poderes se embarcará con Lourdes en un viaje a lo largo del tiempo que la conducirá hasta el origen de su desamor.

 

Y con las mismas, David Copperfield desplegó su capa y ¡hasta luego, Lucas!: desapareció de la Nada, mientras yo iba a parar al mismo año 42 antes de Cristo. Solo que ahora ya no estaba en un taller de perfumistas sino en... ¡¡¡una caravana de la Ruta de la Seda!!!!

 

Candela tiene diecisiete años y los pájaros propios de la edad. No sabe si estudiar Veterinaria o Historia y anda enamorada de un chico que conoció en verano. Lourdes no puede evitar ser con ella la madre sobreprotectora que daría su vida por que nada ni nadie le hiciese daño. Si esa misión por recuperar el amor de sus espíritus afines fracasa, entonces Candela, por alguna razón, ya no querrá verla más y la relación entre ambas se romperá para siempre. La fecha tope coincide precisamente con el día en que la muchacha cumple dieciocho años.

 

Queca y Marga son las mejores amigas de Lourdes. Ambas son grandes cotillas y están debidamente casadas, pero si la primera resulta seria y comedida, la segunda es una vanidosa que no para de poner los cuernos a su marido (con cada infidelidad hace una muesca en el interior de su bolso). No dejan de recriminar a Lourdes para que se deje de ayunos sexuales voluntarios y se lance a darle más alegría al cuerpo.

 

Cleopatra y Marco Antonio son dos figuras históricas que no necesitan presentación pero que juegan un papel fundamental en la misión que Lourdes debe llevar a cabo.

 

Desperté veinte minutos antes que Candela y, aunque acababa de estar en el desierto de Arabia, casi no recordaba nada de aquella experiencia. Mi mente centrifugaba escenas y sensaciones y yo me esforzaba por darle a cada una la dosis de racionalidad correspondiente para creer, por enésima vez, que todo lo que me estaba pasando no era más que un sueño. Pero era inútil.

 

¿Cuál es la trama?

 

Una hilarante sopa de letras, humor y sentimientos

 

400 páginas de sonrisa garantizada

 

Una cierta mañana, que podría ser como otra cualquiera, se terminará convirtiendo para Lourdes en el comienzo de una nueva vida. Cuando más ensimismada está afanándose por hacer un arreglo floral en el cementerio, se le presenta un amable y atractivo señor, que responde al nombre de Armand y dice ser un ángel... Un «enviado especial» al que se le ha confiado una misión muy clara: ofrecer a Lourdes la posibilidad de resarcirse de la mala gestión de sus vidas anteriores —principalmente de aquella en la que fue Cleopatra— y recuperar así el amor que sustenta las cuatro esquinitas de su existencia, en especial el amor de su hija. De hecho, si no quiere perderlo para siempre, en el plazo máximo de cuarenta y ocho horas deberá superar unas pruebas y cumplir con unas tareas realmente determinantes: evitar algunas de las atrocidades realizadas por la reina egipcia cuando estaba en su máximo apogeo de seducción y poder.

 

Comienza así un viaje de más de dos mil años a lo largo del espacio y el tiempo que los llevará primero a Nueva York y luego a la ciudad de Colonia en el año 42 a.C. Entre un viaje y otro, la florista seguirá con su vida normal, enfrascada sobre todo en la preparación de la fiesta de cumpleaños de su hija Candela; ese día precisamente coincide con la fecha tope para completar la misión. La siguiente escapada astral trasladará a la mujer hasta el desierto, en una caravana que sigue la Ruta de la Seda.

 

¿Y Marco Antonio? ¿Cómo era físicamente el tío: rubio, moreno, viejo, joven…? Eché de menos a Kodak y a Fuji. Una foto... ¡Y bendije también a Steve Jobs! Me arrepentí de haber renegado en su día de los móviles con Internet y cámara incorporada y juré que siempre los usaría y que nunca más los criticaría, incluido el whatsapp. ¡Quién pudiera en ese momento...!

 

Las aventuras y los desplazamientos en la montaña rusa del tiempo continúan: la antigua Pompeya y un anfiteatro romano serán el destino donde deberá localizar al político y militar Marco Antonio para transmitirle un mensaje. Mientras tanto, las visitas que en la actualidad realiza Lourdes a su padre, a su hermana y a su antiguo jefe se suponen imprescindibles para fortalecer esas cuatro esquinas que soportan su amor y felicidad. Son momentos en que los sentimientos se desbordan y se hace más necesario el apoyo de Armand para completar la misión. El último destino de Lourdes será Egipto, cerca de Cleopatra, formando parte de su amplio séquito. Aquí su intervención será definitiva para evitar los daños que otrora infligiera la bella reina y que ahora, una vez esquivados, supondrán la consumación exitosa de su personal contienda.

 

Aún recuerdo sus palabras: «Deja que la vida fluya, no la detengas. Solo así avanzarás y la meta estará cada vez más cerca». Y también lo recuerdo animándome en mis horas bajas, cuando sentía que el mundo se me venía encima. Para esas ocasiones, mi ángel tenía una frase infalible e inmejorable que yo me aplico en los momentos duros. Es mi frase de cabecera: «Detrás de las nubes negras, siempre brilla el sol».