Pasar al contenido principal
Nelson se instala en su naturaleza
05May
Bienal de La Habana

Nelson se instala en su naturaleza

Había anunciado horas antes que sería «una cosa poco usual: una retrospectiva de instalaciones tal y como yo concibo las instalaciones: como si fueran un cuadro, con las mismas características y durabilidad que deben tener. Serán alrededor de diez, no tuve tiempo de repararlas todas, algunas son piezas que ya se conocen, y otras se conocerán ahora». Lo cierto es que la retrospectiva de instalaciones que inauguró el Premio Nacional de Artes Plásticas 2009, Nelson Domínguez, en su Galería Los Oficios del Centro Histórico de La Habana Vieja como parte de la XIII Bienal de La Habana parecía una muestra «nueva de paquete».

Allí están las obras La marcha (2008, madera), La ratonera (2014, madera, metal y cerámica), Umbral (2011, carbón y lienzo), Descenso en la escalera roja (2018, mixta tela y madera), Brindis de Salas, el Paganini negro (2017, madera, papel y metal), El mundo: un punto negro (2010, resina y plástico), El tiempo bebido (2015, madera y vidrio), El trono del carbonero (2012, carbón y madera) y Perseverancia (2014, madera).

El asombro se vuelve hecho cotidiano ante su capacidad de trabajo y de parir proyectos. Hace más de un año, en entrevista exclusiva para nuestra revista Arte por Excelencias, Nelson invitaba a nuestro editor jefe, Alexis Triana, a la inauguración de la única galería de arte rural del país en El Jobero, Cumanayagua, con la complicidad de Teatro de los Elementos, en un concepto que desbordaba «la idea tradicional de la galería de artes plásticas» e incluía «un taller de cerámica, una casa de cultura y un lugar de reunión social para celebrar hasta cumpleaños, o proyectar filmes y hacer conciertos». Le hablaba también de la donación de obras para ambientar un centro hospitalario, y le brindaba algunos adelantos de Bolsillo Flaco, un proyecto que tiene su consecución como parte de la exposición inaugurada en la Galería Los Oficios, donde más de setenta artistas cubanos de diferentes generaciones asumieron con beneplácito la idea de fomentar el coleccionismo popular y «autorizaron a que su obra fuera reproducida en largas ediciones, a través del grabado, y comercializada a precios asequibles, para que nuestra plástica enriquezca visual y espiritualmente los hogares cubanos».

Vea también: Nelson Domínguez. Un hombre que no cesa...

La crítica y curadora Virginia Alberdi destacó en las palabras inaugurales de esta muestra que Nelson Domínguez es un artista «que ha sabido como pocos aprehender las esencias del arte contemporáneo y a la vez crear una obra identificable, rica en matices novedosos, y en la que siempre se aprecian cubanía e ingenio». La también directora de la Galería Villa Manuela agregó: «Producto de ese constante afán investigativo que le ha llevado una y otra vez a experimentar partiendo de las técnicas tradicionales, pero siempre en esa búsqueda que le permite llegar a las nuevas formas, asimila su entorno para hacer verdadera poesía con los más diversos elementos. Las instalaciones de Nelson poseen un lirismo conmovedor, con una perspectiva inusitada». Y concluyó: «Estamos ante la obra de un artista que ha hecho suya una de las frases favoritas del poeta Oscar Wilde: “La condición más difícil de mantener en la vida es la naturalidad”».               

Le puede interesar:

La Bienal de La Habana: distinta y diferente

Cuando 10, 13 y 45 son la misma cifra