La Fundación Azar ha dado luz a su primer proyecto: EXPO RESIDENCIA 2025, una muestra efímera que recoge los frutos de su residencia artística 2025, con la que ha estrenado la Finca El Azahar, un enclave rural de Trujillo dedicado a la agricultura regenerativa.
Durante dos días, La Cristalería (Madrid) acoge las obras individuales y colectivas de los seis artistas seleccionados para esta edición inaugural: Florencia del Campo, María Esteve, Mireya Hernández, Maria Gallemí, Manuel Nieto y Gonzalo Quincoces, con la memoria pictórica de Iván Floro. Así, conviven en la exposición instalaciones, relatos, imágenes para dibujar un mapa de conexiones entre escritura, cocina y fotografía, junto a la narración en pintura de las 3 semanas de trabajo.
El germen de Residencia
Con apenas tiempo de creada, la Fundación Azar bajo los hilos de la productora de cine Nathalie Trafford y Denis Curty, encontró en la finca El Azahar, la arquitectura de todo el imaginario que rodeaba el objeto de la institución.
“Esta idea nace de mi experiencia en el cine de autor”, cuenta Trafford. “Siempre me fascinó el momento previo a que las obras existan, ese instante donde nacen las ideas. La residencia parte de ahí: de pensar juntas, de inspirarse mutuamente y de dejar que el lugar también hable”.
Eligieron Extremadura sin dudarlo. “Visitamos un solo sitio y fue este. Es un lugar mágico, poco conocido, con una naturaleza poderosa. Queríamos que la energía del entorno también formara parte del proceso”, añade.
Una residencia fuera del molde
EXPO RESIDENCIA2025 no es una exposición al uso, ni lo fue la residencia que la precede. La muestra no aspira a presentar obras finalizadas, sino a visibilizar los procesos creativos que se gestaron durante la convivencia artística. “No nos interesa tanto que culminen sus proyectos, sino que la residencia suponga un punto de inflexión en sus trayectorias”, explicó a Arte por Excelencias Paula Gener, directora de la Fundación Azar.
Desde sus inicios, el programa nace con una vocación clara: servir como plataforma para redefinir los límites del arte y fomentar la polinización entre disciplinas. “Cuando las prácticas artísticas dialogan, también se transforman. Ahí nace la magia”, afirma Gener. De ahí que la propuesta busca tejer puentes entre artistas, artesanos y pensadores, huyendo de etiquetas y jerarquías disciplinares.
Imagen, cocina, escritura
La edición de este año giró en torno a tres disciplinas: cocina, escritura y fotografía. No se trataba solo de representar cada campo, sino de invitar a sus creadores a cruzarlos. “Sabíamos que quien se postulara debía ser alguien dispuesto a compartir procesos. Un escritor que aceptara colaborar, una repostera que mirase la cocina como lenguaje artístico”, subraya Trafford.
En ese sentido, Gener recalca en el hecho de incluir a una cocinera como artista residente: “Nos interesa que la gastronomía entre en el territorio del arte, no solo como objeto, sino como práctica que piensa, que narra, que conecta”.
El jurado —formado por figuras como Ray Loriga, Marcos Giralt, Carmen Giménez, Luis Asín y el cocinero Nacho Tirado— seleccionó cinco residentes tras una convocatoria nacional. El sexto, el cineasta uruguayo Gonzalo Quincoces, fue invitado directamente por la Fundación.
La muestra, de solo dos días de duración, responde a la naturaleza de la propia residencia. “Es una filosofía diferente. Esta exposición es una forma de decirle al mundo: esto ha pasado, y ha sido importante”, afirma Gener.
El futuro: danza, matemáticas y paisaje esculpido
Hacia 2026, la residencia artística ya mira en torno a la danza, las matemáticas y el paisaje esculpido. “Trabajamos por intuiciones”, admite Trafford. “Me gusta mezclar disciplinas que a priori no tienen relación. La matemática está en todo: en una flor, en una canción, en una coreografía”.
Por otro lado, existe la intención de ampliar sus horizontes, incorporando voces internacionales, como ya planean con Portugal.







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