El Grand Palais de París muestra, desde el 18 de marzo y hasta el 13 de julio, una retrospectiva de Andy Warhol (1928-1987) compuesta por 130 obras.
La muestra –curada por Alain Cueff– ilustra la manera de trabajar del artista, la invención del arte en serie y casi producido de modo masivo en su estudio The Factory, así como sus trabajos serigrafiados sobre tela, acetato y numerosos ejemplos de lo que le dio de sí la cámara instantánea Polaroid.
“Junto con sus famosas botellas de Coca-Cola y las latas de sopa Campbell, que contribuyeron a su fama, en realidad es la representación del rostro humano lo que está en el corazón de la obra de Warhol”, advierten los organizadores.
Parte de la exposición refleja la atracción que le provocó el glamour en la década de los ochenta del siglo XX, pero también incluye sus emblemáticos retratos de Marilyn Monroe o Jackie Kennedy, Lenin o Carolina de Mónaco.
La última parte de la muestra testimonia la preocupación religiosa y transcendental de Warhol, probablemente alejada de la imagen asociada al artista de las sopas y cajas de jabón, y que invade las salas superiores del Grand Palais con “The last supper (Christ 112 times)”, (1986).