De donde estuvo la Exposición Universal de París 1889 –tan bien comentada por José Martí en La Edad de Oro-, queda la Torre Eiffel; de la de Sevilla 1992, una isla repleta de edificios vanguardistas, parques, fuentes y grandes avenidas que no siempre han sido bien aprovechados en estos 30 años.
A las puertas del V centenario del “descubrimiento” de América y superado ya el franquismo y la época de Transición, España quería mostrarse al mundo como un nuevo país: seguro, moderno, democrático… Organizar una Exposición Universal como la que hizo Barcelona en 1929 o la Iberoamericana de la propia Sevilla del mismo año, sería una oportunidad única.
Para conseguirlo no se escatimarían esfuerzos ni pesetas (+180 millones) y el resultado sería abrumador: acudieron 112 países, 23 organismos internacionales, 6 empresas y las 17 Comunidades Autónomas. En los seis meses que duró la Expo ´92 (20 de abril-12 de octubre) se contabilizaron 42 millones de visitantes (diez millones más que en la de París); se dice que hubo sevillanos con pase de temporada que iban cada día…
El recinto abría sus puertas a las nueve de la mañana y cerraba a las cuatro de la madrugada. Cada jornada celebraba el día de un país u organismo participante. Durante el día se organizaban conciertos con grupos del momento, desfiles y cabalgatas… y por la noche, todos iban a ver el espectáculo del lago donde se mezclaban luz, sonido, láser y fuegos artificiales con proyecciones sobre distintos abanicos generados con chorros de agua.
Pero para llegar ahí, primero se cambió la imagen urbanística de la ciudad y se mejoraron sus infraestructuras: se derribaron los muros que ocultaban el río Guadalaquivir, se construyeron autopistas y puentes –algunos de gran envergadura y diseño como el Alamillo (de Santiago Calatrava) y el del Centenario, de 2 km de largo-, se amplió el aeropuerto y el primer tren de alta velocidad (AVE) del país los conectó con Madrid antes que a la mismísima Barcelona. También se edificaron el Teatro de la Maestranza y el Auditorio Municipal (uno de los más grandes del mundo al aire libre).
Para acoger la Expo ´92 se aprovecharon 250 hectáreas de terreno alrededor del antiguo Monasterio de La Cartuja –donde Colón preparó el viaje a América y estuvo enterrado durante varios años-, en la isla de igual nombre, dentro del Guadalquivir. Tras una importante restauración, el edificio (también fábrica de cerámica y actual Centro Andaluz de Arte Contemporáneo) se convirtió en Pabellón Real y lugar de recepción de los gobernantes y monarcas.
¡Cómo brilló Sevilla en esos días! Y, ¿cómo fue posible dejar en el olvido tanta maravilla? Durante años en la isla han crecido hierbazales y muchos pabellones importantes han desaparecido. Otros han corrido mejor suerte y se han convertido en centros culturales, administrativos y universitarios, o son parte del parque científico y tecnológico Cartuja, donde radican más de 500 empresas, con una facturación anual que ronda los 3 mil millones de euros.
En 2007, para garantizar su conservación, algunos de estos edificios fueron incluidos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Entre ellos destacan los pabellones de Finlandia, Hungría, Francia y España, el de Andalucía (ocupado actualmente por la Radio y Televisión de la Comunidad Autónoma), y el de la Navegación, junto al embarcadero que delimita el puerto fluvial del Guadalquivir.
De los que aún quedan en pie dan fe estas fotografías que hemos hecho a lo largo de los últimos quince años, pues es imposible ir a Sevilla y no dar un paseo por la rivera del río, cruzar alguno de los puentes y adentrarnos en esas casi siempre solitarias calles que en 1992 fueron el centro del mundo.
Entre otros, aparecen en este reportaje: Pabellón de Kuwait (de Santiago Calatrava) / Pabellón de la Navegación y torre Schindler / Pabellón de Andalucía / Pabellón de Chile / Pabellón del Futuro / Pabellón de Italia / Pabellón de Marruecos / Pabellón de la Unión Europea / Pabellón de la Cerveza Cruzcampo / Monasterio de la Cartuja / Edificio de la Prensa / Edificio Siemens / Esfera bioclimática / Torre Triana / Puente de la Barqueta / Puente del Alamillo
Fotos: @yricardopupo