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Eterna vida al Jazz
30April
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Eterna vida al Jazz

Vibrante, juguetón, sereno, desenfrenado... qué fácil es dejarse sentir al ritmo del jazz. Un estilo musical especialmente interesante, con historia y mucho, muchísimo sentimiento. En el Día Internacional del Jazz cada 30 de abril, la UNESCO pide al mundo que celebre la riqueza musical y la diversidad cultural que une el jazz alrededor del globo desde 2011.

Cada año, la organización mundial establece una ciudad como abanderada del jazz, siendo este año honrada la marroquí Tánger. Con esto se pretende unir puentes entre todos los continentes, incluyendo a África por primera vez. No es difícil encontrarle la lógica, sobre todo cuando hablamos de que el jazz es un estilo afroamericano, en tanto que raíz y desarrollo se encuentran a cada lado del charco.

De la misma manera, la UNESCO invita a todos los países a participar y, para conmemorarlo, Madrid en Vivo organiza plenitud de conciertos en 10 salas distintas de la capital española entre el 26 de abril y el 5 de mayo. Al hacerlo, la asociación busca captar nuevos públicos, dar voz a espacios dedicados al jazz, encontrar nuevos talentos, tomar conciencia de las nuevas tendencias musicales y reconocer a las mujeres en el ámbito del jazz.

¿Qué es el jazz? "Si lo tienes que preguntar, es que no lo entiendes"

En realidad, la respuesta es mucho más compleja de lo que podemos exponer en este texto, pero intentaremos completar un poco la confusa respuesta del gran Louis Armstrong. En esencia, el jazz es un estilo musical propio de la cultura afroamericana marcado por el swing y la improvisación. Bebe de tres corrientes artísticas combinadas: el blues, la música espiritual y el ragtime. El maestro aseguraba que "el jazz es música de intérpretes, no de compositores". De hecho, existe la prueba según la Universidad John Hopkins, de que cuando improvisan, los artistas de jazz pueden "poner en pausa" una parte de su cerebro. Parece que el jazz consiste en dejarse llevar y fluir con la música es básicamente una norma.

El jazz fue muy popular en la primera mitad del siglo XX, además de que aun no podemos darlo por muerto. Esta música se moderniza con el tiempo, paso a paso, con los instrumentos y las personas, y gracias a su globalización, es capaz de acoger influencias y compartir un poco de su esencia con otros estilos.

Su escenario se montó por primera vez en Nueva Orleans a finales del siglo XIX, donde alcanzó el protagonismo gracias al festival luisiano del mardi gras. Sin embargo, su ascendencia principal se encuentra en los campos de esclavitud norteamericanos. Se debe a los influjos del comercio de esclavos desde África que las armonías se funden para florecer en la llamada "música negra". No es de extrañar por este motivo que este género surgiera como denuncia social entre los racializados. Es por eso que la UNESCO declara un día de reconocimiento internacional gracias a la creencia de que el jazz puede ser un fuerte transmisor de la educación social.

Todavía hoy el jazz no se toca en estadios ni espacios demasiado abiertos como norma general. Es el ambiente íntimo lo que confiere al jazz el aire de lo clandestino, de la fiesta, pero también del descanso y la tranquilidad. Así es como el jazz se construye un árbol genealógico, emanando de él otros estilos musicales como el propio swing, el bepop o el r&b.

Durante los años 20, se generalizaría el uso del saxofón. Curiosamente, los músicos lo consideraban un instrumento vulgar anteriormente, pues en ese momento lo más común era el sonido de su primo clarinete en las bandas.

Escuchar para crear

Este género es adictivo, eso está claro. Aunque sí que tiene ciertos componentes que lo pueden convertir en una "droga". Como veníamos diciendo, el cerebro segrega autoinhibidores en el momento de la famosa improvisación que aislan al músico del ruido exterior. En la jerga jazzística, se habla del jazz high.

Además, una curiosidad es que el jazz fomenta la función creativa del cerebro. No se refiere a un tipo de inspiración gracias a la armonía, sino a que literalmente el cerebro activa la creatividad como reacción a las ondas theta que llegan al cerebro al escuchar las notas de jazz. Algunos estudios aseguran que se produce el mismo efecto que cuando el órgano pensante se expone al silencio absoluto. De esta forma, se estimula la productividad y se induce un estado de anti-estrés. La pequeña Lisa Simpson es la prueba de la estrecha relación entre el jazz y el óptimo funcionamiento de la mente.

Del Harlem al mundo entero

El jazz es uno de los géneros musicales que se encuentra constante transformación. Sin duda, la estaticidad no es su fuerte, he ahí está su gracia. Tiene la suerte de ser un estilo que ha podido expandirse ya que tiene pocas reglas fijas y en el que se premia la creación espontánea. Tras su éxito arrasador en Nueva Orleans, los contactos más directos se propagaron hacia Nueva York donde los músicos cubanos la interpretaron y exportaron a su país. La Habana y San Juan son las capitales del jazz en Iberoamérica. Pronto voló hacia París.

La costa este de los Estados Unidos está llenita de jazz. Nueva York es esa ciudad que nunca duerme, también gracias a que la música la mantiene viva. Existen cafés y lounges en cada barrio de la ciudad donde se realizan actuaciones de bandas de jazz así como es un fuerte componente la música callejera. Se populariza en el Harlem en los años 20 por su concepción casi de guetto, donde se concentraban bandas y músicos negros de todo el país. Allí surgiría la archiconocida figura del mundo jazzístico Tito Puente. A esta cultura se le uniría la trompeta de Armstrong, una vez se instalara en la zona neoyorkina, junto a Fletcher Henderson y su banda Smack.

De la misma surgieron figuras que luego coronarían el panorama musical como Ella Fitzgerald, mejor conocida como la "Reina del jazz", y Nina Simone, la "Sacerdotisa del jazz". Además, cabe destacar que la presencia de la mujer en esta música se considera uno de los inicios del movimiento feminista y de la libertad de la mujer.