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Siempre GISELLE...
06March

Siempre GISELLE...

Por: Toni Piñera / Fotos: Nancy Reyes

Sobre la obra

Los momentos de pura danza en un ballet “de toda una noche” con argumento como Giselle tienen diferentes funciones dramáticas: hacer avanzar la acción, establecer un modo o atmósfera, encarnar un tema/idea, extender un momento dramático o sobresalir como espectáculo.

La temporada de dos fines de semana que acaba de finalizar en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso", estuvo caracterizada por funciones que tuvieron un atractivo enorme. Entre otros por apreciarse la expresión de un estilo asumido con toda propiedad, la sensación de ver a todos los bailarines ayudando a crear un ambiente, la credibilidad que le brinda a una puesta en escena comprobar que cada intérprete tiene pleno dominio de su personaje, así como todo lo que estos tres elementos le adicionan al disfrute de los instantes cumbres, ya sea por armonía o por contraste.

Precisamente, Giselle y Don Quijote - otro gran clásico-, han abierto las acciones del Ballet Nacional de Cuba en este 2018 en el GTH "Alicia Alonso", con vista a la preparación de las insignes obras para una gira por distintas ciudades estadounidenses: Washington, Chicago, Tampa y Saratoga, estas dos últimas en el estado de Florida, entre mayo y junio próximos.

Giselle es la obra cumbre del Romanticismo, y supone el anhelo máximo de la bailarina clásica por llegar a ser, perfección, paradigma interpretativo/técnica de múltiples dificultades. La obra cumple 177 años en este 2018, y todavía conmueve al espectador como ningún otro ballet. En el BNC mantiene un hálito especial, desde aquel día memorable de 1943 en que Alicia Alonso lo tocaba por primera vez en el Metropolitan Opera House de Nueva York. Tradición mantenida de generación en generación y "vigilada" de cerca por la Maestra, y otros grandes de la escena cubana, quienes en el tiempo han dejado también sus marcas en ella.

Giselle (Coreografía: Alicia Alonso, sobre la original de Jean Coralli y Jules Perrot. Libreto: Théophile Gautier, Vernoy de Saint-Georges y Jean Coralli, inspirado en una leyenda popular germánica recogida por Heinrich Heine. Música: Adolphe Adam. Diseños: Salvador Fernández) dentro del repertorio del Ballet Nacional de Cuba posee una significativa importancia. La versión coreográfica de Giselle, realizada por Alicia Alonso ha sido incorporada al repertorio de prestigiosas agrupaciones danzarias internacionales. Entre ellas el Teatro Colón, Buenos Aires, Argentina, 1958; el Teatro Griego, Los Angeles, California, Estados Unidos, 1958; el Ballet de la Ópera de París, Francia, 1972; el Ballet del Teatro de Bellas Artes, México, 1976; el Ballet de la Ópera del Estado de Viena, 1980; el Ballet del Teatro San Carlo, Nápoles, Italia, 1981; y el  Ballet del Teatro Nacional Eslovaco, en 1989, entre otras.

Miradas a las funciones  

La versión cubana es una obra maestra. Cada personaje está claramente definido y cada movimiento tiene su significado. Anette Delgado vestida de Giselle brilló en el personaje, de principio a fin. Bailó, interpretó y aportó lo establecido en el difícil papel, tanto en la campesina del primer acto como en la willi, del segundo. Un efervescente lirismo, inteligencia en el baile, nivel interpretativo y técnica cuidada al máximo, constituyeron signos muy evidentes de la primera bailarina, quien evidenció su alta clase. El juvenil Rafael Quenedit ha crecido bastante en la escena, matizó su personaje del lado interpretativo, amén de la elegancia nata de su presencia, que anota puntos a su favor, sin olvidar el aspecto técnico, que sin superlativos coronó con un desempeño equilibrado y preciso que es de destacar. Ambos artistas se dejaron llevar en un baile pleno de matices.

Un día después ocupó las tablas un binomio singular que ya ha dado muestras de intensa conexión escénica: Viengsay Valdés/Patricio Revé en los personajes principales. Ellos entregaron una hermosa función –que fue creciendo a medida que pasó el tiempo para ambos-, y donde fue palpable, la plena madurez –en todos los sentidos- de la bailarina (máxime en un segundo acto para el recuerdo, y la constancia/tesón del joven que va sedimentando su quehacer escénico en toda la dimensión. Ella contenida al máximo, exhalando el alma en cada paso, seduciéndonos con el mesurado baile,  bordó su actuación de una intensa espontaneidad, enseñando “fronteras” humanas de la frágil/terrenal campesina del primer acto, en contraposición con el espíritu encarnado en el segundo que vibró con la técnica y unos largos balances que fueron sumamente ovacionados. Él, enseñando lo aprendido en estos años de fragor escénico, con una prestancia/cuidadoso fraseo/técnica que va alcanzando más altos escalones, demostrado en su (excelente) trabajo en un segundo acto que atrapó muchos aplausos. Es un bailarín inteligente, serio y también elegante en sus gestos.

 

Viengsay Valdés/Patricio Revé en Giselle y Albrecht, respectivamente
Viengsay Valdés / Patricio Revé en Giselle y Albrecht, respectivamente

 

El estilo, esa “voz” que hoy en escena nos une con las antecesoras, una línea perfecta y armónica, la manera de manifestarse en los rasgos expresivos del personaje, máxime en el segundo acto, y mucha elegancia..., fueron cualidades expresadas por Sadaise Arencibia en su Giselle, quien la interpretó junto con Raúl Abreu (Albrecht). El joven bailarín realizó una labor bastante encomiable como acompañante que signó su actuación, mientras que en los solos, del lado técnico debe trabajar un poco más perfeccionando los movimientos, y hacerse sentir con fuerza en la escena.

Gretel Morejón tejió la magia de Giselle sobre las tablas para hacer una vez más de la leyenda una palpable realidad que alcanzó el clímax en la locura (de Giselle) en el primer acto. Instante alto, bordado con pasmosa inteligencia, regalando una interpretación de alto vuelo creativo/dramático que fue creíble, sensible y largamente ovacionada. Asimismo su baile desenfadado, sin estridencias, cuidando los mínimos detalles de la actuación/técnica signaron su labor. La descendencia de una obra cumbre del ballet cubano también está ahí. Junto a ella fraseó en la misma dimensión Rafael Quenedit baile/actuación para matizar juntos esta joya estilística/dramática, que resulta un canto triste al verdadero amor, y que en nuestro país, BNC mediante logra conmover por todos y cada uno de los elementos puestos en función del drama, en primer lugar por ese cuerpo de baile que en el segundo acto es técnicamente perfecto, lírico, aportando puntos siempre a la acción, y que en estas funciones demostró que sigue poniendo en claro la calidad de siempre. No por azar, esta versión coreográfica y la interpretación personal del ballet, por Alicia Alonso, recibieron hacia 1966 el Grand Prix de la Ville de Paris, y en 1972 fue incorporada esa misma versión a la Ópera de París.

Mucho más en escena

El resto del elenco estuvo, en términos generales, a la altura de los protagonistas. Myrtha, la reinas de las willis vivió momentos altos: Ginett Moncho, esa carismática bailarina de fuerza llenó el personaje, con su  técnica y la soberbia interpretación, y se observó cómoda, mientras que en la Bathilde dejó marcas de su clase/elegancia recordando otros tiempos. Es, sin dudas, de esa estirpe de bailarinas que todos quisieran tener en sus elencos. La juvenil Claudia García, marcó, con su ímpetu/técnica el difícil personaje llevándolo a su lugar a pesar de su juventud. Seguridad en cada fraseo y técnica precisa: saltos descomunales, fuertes puntas y carácter, convenció al auditorio que la premió con sonoras ovaciones. Ely Regina demostró condiciones para el rol –por su fuerza/carisma/baile-, se siente en la escena, pero debe cuidar el maquillaje que nada aporta y si resta en credibilidad por ser demasiado exagerado. Algo que tuvo en cuenta en su segunda Myrtha, pues, tiene personalidad de sobra, del lado interpretativo, para armar el personaje físicamente sin necesidad de esa suerte de “máscara”. Mientras que la  juvenil Chavela Riera, con su bella presencia, pulcritud extrema en la ejecución y sangre fría demostró madera para el papel que deberá de ahora en lo adelante ir estudiando del lado interpretativo para matizarlo más. Myrtha tiene digna descendencia en el BNC.

 

BNC Giselle Viengsay N.Reyes

 

Berthe, la madre de Giselle, alcanzó dos precisas bailarinas en el rol:  Aymara Vasallo (expresiva/sintiendo hacia adentro el dolor), y Ely Regina (fuerza expresiva), a pesar de ser su debut, como  para poner el drama en juego con su quehacer, mientras que en el Hilarión, Ernesto Díaz dibujó sus tonos dramáticos con profesionalismo, se siente con peso en la puesta del lado bailable/dramático, algo que en los últimos tiempos faltaba en nuestra Giselle. Y el joven Ariel Martínez, en su debut en ese rol, lo asumió con fuerza y pasión, porque aunque ama, su odio es más fuerte, para dejar una grata estela en el mismo.

Asimismo, destacó en las funciones el personaje de Bathilde, que también alcanzó destaque en las pieles de Yilian Pacheco y Chavela Riera –en su primera oportunidad. Tampoco olvidar a Félix Rodríguez en su personal Príncipe de Courtland, mientras que el Jefe de Campo debe hacerse sentir más en el escenario, pues ninguno de los que lo interpretó en estas jornadas sobresalió, algo que debe tenerse en cuenta para próximas puestas. Y es menester trabajar mucho más a los noveles bailarines que integran la corte de Courtland/Bathilde, no aportaron nada en su incursión escénica.

En el caso del pas de dix, a medida que pasaron los días fue cohesionándose en cuanto a homogeneidad y técnica en el baile, sobre todo en la segunda semana, pues los tres primeros días se observó del lado masculino, y en algunos intérpretes, algunos contratiempos en cuanto a la labor de pareja, algo en lo que se debe reforzar a los noveles bailarines. Bailan perfectamente en los solos pero hay que fortalecerlos, físicamente para lograr la perfección en las cargadas.

No por azar, el auditorio ovaciona –algo inusual en otras obras- al cuerpo de baile, especialmente, en el segundo acto, por la precisión, coherencia, en el baile de las willis que roza la perfección, y siempre en estilo dentro de la atmósfera requerida, lo cual no siempre es fácil de lograr por la complejidad del movimiento escénico. Una verdadera joya estilística que es necesario subrayar. La Orquesta Sinfónica del GTH "Alicia Alonso", dirigida por Giovanni Duarte, alcanzó un bastante buen desempeño de la hermosa partitura de Adams, más allá de algunos desajustes en los metales. Giselle vibró nuevamente en La Habana…

BNC Giselle

 

BNC Giselle Viengsay

 

BNC Giselle Viengsay N.Reyes