Expone Peter Turnley en la Fototeca de Cuba

Luego de presentar en 2015 su exposición Momentos de la condición humana en el Museo Nacional de Bellas Artes, el fotógrafo estadounidense Peter Turnley (Indiana, 1955) regresa ahora a La Habana para exhibir una selección de las imágenes captadas por él durante sus frecuentes viajes a la capital cubana a lo largo de tres décadas; y en París, su hogar adoptivo desde hace unos cuarenta años.

Tal como explicita el título de la muestra abierta al público hasta el 20 de octubre en la Fototeca de Cuba: París-Cuba. Dos Islas de mi Corazón, las fotografías que la integran revelan la honda significación personal que tienen ambas urbes para quien ha confesado tener en la cámara una herramienta que le permite “compartir realidades, emociones y sentimientos”.

De tal modo, en la exposición que ocupa ambas galerías de la institución habanera Turnley nos transmite el inalterable encanto de la ciudad francesa, el mismo que alguna vez afirmó lo reconforta siempre que ha regresado de cubrir como fotorreportero de Newsweek cruentos conflictos bélicos como la Guerra del Golfo, Ruanda, Kosovo y Afganistán, entre otros tantos.

Enamorados que se besan en un café parisino o bajo la Torre Eiffel; ancianos que descansan a la orilla del Sena o retratos de encantadoras muchachas, trasladan por unos instantes al espectador hacia la mítica ciudad; siempre desde la atmósfera romántica que enfatiza su magistral uso del blanco y negro.

De La Habana, en la que además de su belleza paisajística el artista descubre la del alma de sus habitantes y la que imprime una sociedad con oportunidades para todos, nos ofrece fotografías del acontecer cotidiano, festividades y ritos religiosos; destacando entre ellas las realizadas en el barrio obrero de Pogolotti.

A recorrer y retratar París, ha dedicado Peter Turnley gran parte de su vida, convencido de que un regalo le aguarda en cada esquina. Obsequios éstos que ha querido compartir con los cubanos, en cuyos rostros encuentra esa expresión que enamora su lente y le hace llamarnos “la isla de la suavidad y el espíritu”.

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