Por: Alain Valdés Sierra
Varias de las más importantes figuras del teatro chileno contemporáneo recorren por estos días diversas salas de Cuba dando vida a uno de los clásicos de las tablas de ese país sudamericano. Se trata de la obra Ardiente Paciencia del escritor chileno Antonio Skármeta, que tuvo su primera función este sábado en la Sala Adolfo Llauradó de la Casona de Línea, en La Habana.
La pieza, considerada un clásico del teatro de las últimas décadas en la nación austral, será presentada en Matanzas, Santa Clara y nuevamente en La Habana, donde los actores se despedirán del público cubano el próximo día nueve.
Ardiente Paciencia, bajo la dirección de Alejandro Castillo, tiene su puesta en escena a cargo de los actores Julio Jung, Catalina Guerra, Natalia Aragonese y Emilio Edwards, quienes con un impecable dominio del texto y naturalidad sobre el escenario lograron implicar al público durante la hora y media que duró la función.
Con un diseño minimalista, en parte por las pequeñas dimensiones de la sala, y porque la obra se centra más en los parlamentos que en la evolución sobre las tablas, los actores recorrieron de manera admirable las líneas de Skármeta, quien publicó Ardiente… en 1985, basada en el guión del mismo autor para la película homónima de 1983, y ha sido traducida a varios idiomas.
Ardiente Paciencia, impregnada de poesía y marcada por un fino sentido del humor, gira en torno a la amistad que surge entre el poeta Pablo Neruda y un joven cartero llamado Mario durante la estancia del Premio Nobel de Literatura en Isla Negra.
Mario es un gran admirador de Neruda y no piensa dos veces en pedirle ayuda para conquistar a Beatriz González, hija de Doña Rosa, propietaria de la hostería de Isla Negra, comenzando así la conquista de su gran amor en el contexto del Chile de finales de la década del 60 y principios del 70.
La puesta en escena de Ardiente Paciencia en Cuba ha sido posible gracias a la iniciativa de la compañía de teatro Lua Producciones, que desde hace años trabaja en un interesante proyecto que consiste en llevar lo mejor del teatro chileno a diferentes puntos de ese país y del resto del mundo.
Previo a la función en la Sala Llauradó, Castillo agradeció a la embajada de Chile en La Habana y a las autoridades culturales cubanas, quienes desde un inicio, dijo, le brindaron todo el apoyo para la presentación de la obra en la Isla.