Por Jorge Fernández Era
Fotos Ferval
La Habana, Ciudad Maravilla del Mundo. Ese es el título que honrosamente le otorgó a la capital cubana la fundación suiza New Seven Wonders en el año 2014 y que acaba de oficializarse en una ceremonia realizada en el Castillo de San Salvador de la Punta. A pocos metros de la edificación ha sido develado, por el presidente de dicha institución, Bernard Weber, y por el Historiador de la Ciudad y principal artífice del milagro de su renacimiento, Eusebio Leal Spengler, un monumento cuya placa guarda para la posteridad tal acontecimiento.
La velada, acompañada más de lo deseado por una pertinaz llovizna, fue presidida además por Mercedes López Acea, vicepresidenta del gobierno cubano y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, Julián González, ministro de Cultura, y Marta Hernández Romero, presidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular de La Habana. Esta última, ante el número público asistente, ponderó la importancia que tiene La Habana para la historia y la cultura de la nación, no solo por sus extraordinarios valores arquitectónicos y urbanísticos, sino también por «sus dos recursos más valiosos: su capital humano y social y los valores de su cultura excepcional».
Por su parte, el señor Weber expresó que, con esta distinción, la ciudad que dentro de muy pocos años cumplirá medio milenio de vida entra a la memoria del mundo, y que estaba muy satisfecho de haberle otorgado tal distinción y de encontrarse entre nosotros para poder hacerlo personalmente. La Habana fue elegida, según el organizador de la encuesta online, por su «atractivo mítico, lo cálido y acogedor de su ambiente y el carisma y jovialidad de sus habitantes».
Lo cierto es que a pesar del asombro y el desacuerdo de algunos por tal elección, La Habana es preferida por encima de otras mil doscientos ciudades del mundo que aspiraron también a esa categoría, lo que demuestra que no siempre el glamour y el derroche de modernidad son sinónimo de armonía para la vida del ser humano.
Las autoridades cubanas a todos los niveles, y el pueblo cubano todo, tienen ante sí un enorme reto: multiplicar el ejemplo de Eusebio Leal para que esta ciudad un tanto abandonada por la desidia se merezca cada día más el calificativo que le ha sido otorgado y demuestre que no estuvo errado el poeta cuando dijo que «solo el amor engendra la maravilla».