Una gigantesca caja de memoria. Una instalación experimental. Un proyecto multidisciplinar poblado por imágenes fantasmagóricas y versos que generan un efecto envolvente, hipnótico. Aunque su nombre es sobradamente conocido en el mundo de la fotografía, pocos conocen de primera mano la obra más personal y menos complaciente de J. M. Ferrater: monumentales pinturas de gesto decidido, violentos poemas y fotografías despojadas de todo preciosismo. La causa es un acontecimiento inesperado fuera del calendario expositivo, lejos de los circuitos artísticos, y despojado de toda intención comercial. Sólo en Madrid, sólo durante tres semanas, y sólo desde la independencia más radical.
La causa es un proyecto largamente acariciado por J. M. Ferrater (Barcelona, 1948) que se hará realidad el próximo 1 de junio. Será entonces cuando las puertas de un pabellón ferroviario nunca antes empleado como espacio expositivo se abran para mostrar una instalación pictórica de un creador rara vez presentado como artista plástico. J. M. Ferrater atesora una larga trayectoria como fotógrafo artístico y de moda en el ámbito internacional, pero desde hace décadas viene desarrollando, en soledad y en silencio, una obra paralela que ahora se muestra al público, y que narra su búsqueda de un lenguaje de expresión personal y sin concesiones. Ese mismo espíritu de insobornable coherencia se traduce en el formato de esta instalación, carente de finalidad comercial –las obras expuestas no están a la venta– y concebida como la culminación y la celebración de un trabajo artístico de dos décadas.
El núcleo de La causa está conformado por 50 pinturas de gran formato (200x140 cm) pertenecientes a tres grandes series centradas en la idea de la memoria, el dolor y la violencia. En la primera de dichas series, Tarde (2009), ese dolor adopta una temática muy concreta: la agonía y el sufrimiento inherente a la tauromaquia. Afirma Ferrater que el origen de la serie está en un conjunto de fotografías que tomó años atrás después de varias corridas, con el objetivo de documentar la muerte del toro en la plaza y su traslado posterior. Con el tiempo, las fotografías dieron lugar a pequeñas pinturas que, posteriormente, se tradujeron en grandes lienzos. Son estas últimas pinturas las que podemos ver en la instalación. Todas ellas despliegan su fuerza expresiva mediante figuras zoomorfas –toros, oscuros pájaros– que evocan ecos de la iconografía atávica del arte primitivo.
En la pintura de Ferrater, la evolución de los colores primarios –rojo, azul, amarillo– se resuelve en la paleta cromática que lleva años utilizando: rosa, turquesa, color piel. Trazadas en lienzos que respetan las proporciones habituales en la fotografía y perfiladas sobre fondos negros que también remiten a la oscuridad que precede a todo acto fotográfico, sus violentas figuras invaden las pinturas que, desde 2010, componen La causa: Tiara y La Causa: Wave, dos series que constituyen el ciclo pictórico más importante de Ferrater. En palabras del propio artista, se trata de un conjunto de obras que se interrogan sobre su “pasado de depredador”, en alusión a un episodio autobiográfico: durante su niñez y su adolescencia temprana, Ferrater pasó largas temporadas de soledad y retiro en el bosque. “Estas pinturas son mi modo de afrontar, desde mi madurez, el niño que fui. Es una indagación constante y revela una mirada atónita hacia la violencia que impregna mi obra”, explica el artista, que desde hace décadas mantiene una posición diametralmente opuesta a la caza. El punto de partida para estas pinturas son fotografías personales, íntimas, tomadas en ocasiones con un teléfono móvil. La pintura, sin embargo, está más cerca del expresionismo furioso que del realismo. Son obras imponentes, concebidas para salir al encuentro del espectador y sumirlo en un paisaje emocional devastador que por momentos se tiñe de nostalgia y humor.
La escritura es otro detonante esencial de este proyecto. Ferrater, que se confiesa lector empedernido de los testimonios literarios menos complacientes del siglo XX – Conrad, Kafka, Faulkner, Joyce, Eliot, Lowry o Woolf–, ha compuesto en la última década la colección de poemas La causa. Dichos textos constituyen una parte esencial de la exposición que ahora presenta, y comparten el sentido ético y estético de sus pinturas: indagaciones acerca de la violencia, imágenes atávicas, presencias simbólicas, inquisiciones autobiográficas, recuerdos y enigmas. En cierto modo, es como si en estos poemas Ferrater hubiera trazado una autobiografía, la única autobiografía que verdaderamente le interesa, y que poco tiene que ver con su faceta más conocida, la de autor de impolutas y personalísimas fotografías de moda. Por ello, también sus pinturas –y la instalación que las contiene– conforman una suerte de inmenso autorretrato y una rara oportunidad para encontrarse cara a cara con un creador inesperado y extraordinariamente honesto.
J. M. Ferrater (Barcelona, 1948) es fotógrafo, realizador, pintor, lector y artista. En la década de 1970 inició una carrera como fotógrafo de moda que le llevó a trabajar durante dos décadas para las revistas más importantes de la escena internacional: Donna, Harper’s Bazaar, Glamour, Mondo Uomo o Vogue. A principios de los noventa decidió dar un golpe de timón a su carrera y regresó a su Barcelona natal, donde abrió su propio estudio de fotografía, realización audiovisual y dirección de arte, y comenzó a explorar otros lenguajes expresivos: la pintura, la escultura y la escritura. En 2008 mostró por primera vez en público una de sus series pictóricas, Los niños de Benin. La Causa es su último y más ambicioso proyecto artístico hasta la fecha, una suerte de testamento vital que toma forma a través de una instalación pictórica, un conjunto de fotografías documentales y un poemario inédito hasta la fecha.
Fechas: del 2 de junio al 18 de junio de 2016
Dirección: Nave de Fomento. Museo del Ferrocarril (Paseo de las Delicias 61, 28045)
Horario: 11:00-15:30 y 17:00 a 20:00. Entrada libre. (Lunes cerrado salvo para citas concertadas.)