Hace unos días recibí una actualización sobre la edición 2013 de Art Madrid que verdaderamente superó mis expectativas.
Un texto de seis cuartillas y más de veinte citas avala el proyecto Off Land, arte y sociedad, concebido por los organizadores de la Feria para dar un vuelco a sus ya no tan eficaces estructuras en lo que al mercado de arte se refiere, buscando en los proyectos curatoriales una alternativa que les permita posicionamiento, permanencia y la reactivación de sus redes comerciales.
Contrasta a primera vista esta voluntad de convencer mediante la reflexión con las consabidas notas de prensa, siempre breves y positivas en exceso. ¿Si los espacios de mercado se convierten en centros de reflexión y análisis, nucleando proyectos arriesgados desde el punto de vista curatorial y mercantil, no están demasiado cercanos al modelo Bienal? ¿Qué papel jugarán entonces este tipo de eventos en el circuito internacional?
“Es obvio –demasiado obvio tal vez– que el núcleo de una feria de arte son las transacciones económicas que se llevan a cabo durante el tiempo que dura la misma, porque sin ellas no es posible su existencia; pero eso, por una parte no es muy distinto de decir que Einstein no hubiera gestado la Teoría de la Relatividad si hubiera muerto de desnutrición; y por otra, es inexacto porque como todo galerista sabe, una feria es un buen lugar en el que entablar nuevas relaciones con compradores, galeristas y demás agentes del mundo del arte. Pero es que además, como se señaló en el catálogo de la pasada edición, programas como Young Art, por ejemplo, tienen la virtud de atraer a ese público joven que es el coleccionista del mañana; programas como Art Edition fomentan el coleccionismo al poner en valor el vasto, rico –y mal conocido– mundo de la obra gráfica original, que es más accesible para las economías domésticas; programas como Art Show dinamizan el espacio de la feria rompiendo la monotonía de la distribución en stands y lo hacen más atractivo para el visitante, fomentando su optimismo, su disfrute y su interés. Una feria, en definitiva, permite –y necesita de– muchas clases de transacciones.”
Al parecer estos son los vientos que soplan hoy. No es solo Art Madrid. El fenómeno se está generalizando a nivel internacional: de buscar alternativas a una estructura cerrada se ha pasado a dinamitar las esencias. Eso sí, a la larga, con iguales objetivos.