Nueva York: Hasta el 18 de junio la galería Marlborough Chelsea exhibe la muestra Living in Havana, de los artistas contemporáneos cubanos Abel Barroso, Roberto Diago, Kcho, William Pérez y Ernesto Rancaño.
La exposición ocupa las dos primeras plantas de la institución, con trabajos en varios formatos y soportes, desde grabados en planchas de acrílico hasta esculturas de gran tamaño.
Los cinco artistas exploran en sus obras las paradojas de la Cuba de hoy. Acerca de la selección ha escrito Corina Matamoros, curadora del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana que se trata de un recorrido por los oscuros rincones, donde la rudeza de los materiales y los significados implícitos, nos llevan “a lo sublimemente humilde, al ambiente que aúna las obras, a esa Habana profunda”.
Abel Barroso combina la impresión y la escultura para crear comentarios humorísticos y penetrantes que abordan los problemas de Cuba y del mundo desde un punto de vista decididamente “tercermundista”. Con frecuencia sus trabajos invitan a los espectadores a participar, generalmente a través de la introducción de una manivela que una vez que es operada siempre genera el mismo resultado, sin importar las veces que se le haga girar. Barroso participó en la Séptima Bienal de La Habana y sus trabajos aparecen en distintas colecciones en Canadá, Cuba, Alemania y Estados Unidos.
La obra de Roberto Diago la explica el propio artista: “Me preocupo por los temas universales, como la esclavitud, pero no de una forma fría o desenfadada… Traigo la temática desde el pasado y la presento a la gente de hoy. Aquí en Cuba, usted ve grandes pancartas anunciando la unidad y la solidaridad por el bien común. Pienso que eso está muy bien, y me dije que yo también pudiera anunciar las cosas que siento. De manera que desarrollé una especie de estilo graffiti, tratando de ser cada vez más sucinto y escribiendo cosas como “amaos los unos a los otros, besaos los unos a los otros” y reciclando cosas que me encuentro en las calles”. El Museo Nacional de Bellas Artes le otorgó a Diago el Premio Juan Francisco Elso y sus obras fueros exhibidas en la cuadragésimo séptima edición de la Bienal de Venecia.
Kcho, reconocido internacionalmente por sus esculturas y pinturas, aborda temas tan universales como la migración a través de las peligrosas travesías que emprenden los cubanos al cruzar el Estrecho de la Florida. Con frecuencia incorpora en sus trabajos el imaginario popular mediante objetos asociados al mar: botes, propelas, maderas que flotan a la deriva y cámaras de neumáticos. La elección del imaginario, según las palabras de Rosa Lowinger, “proviene directamente de la cruda psiquis colectiva, evocando la pérdida provocada por quienes abandonan su país así como la de aquellos que quedan detrás”. La obra principal de la muestra, “El Camino”, consiste en dos chozas interconectadas por un túnel hecho de cámaras de neumáticos. Una de las chozas contiene los rasgos propios de una vida de pobreza, adornada con escasos y viejos muebles, así como objetos de uso. La segunda choza, decorada con bellos objetos como lámparas de cristal y jarrones finos, sugiere una vida de riqueza y comodidad. Es posible mirar desde una de las chozas hacia la otra. Este trabajo representa las aspiraciones de transición de condiciones de vida en pobreza hacia una vida de prosperidad. Las obras de Kcho aparecen en importantes instituciones públicas, incluyendo el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en Madrid; el Museo Ludwig en Colonia; el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, y el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Formado como escultor, William Pérez explora un medio diferente en las obras suyas seleccionadas para esta exposición, empleando la técnica de punto seco sobre planchas de acrílico. Basado en los temas de sus tres trabajos aquí presentados (José Martí, Che Guevara y Cuba), al parecer Pérez es a todas luces un nacionalista devoto. A través de sus obras emergen discrepancias con algunas de las ideas más enraizadas en la política cubana. Pérez es fundador del Grupo Punto, colectivo de jóvenes escultores en Cienfuegos, y sus obras han sido expuestas en varios países, entre ellos México, Alemania y Dinamarca.
Ernesto Rancaño, a diferencia de sus primeros trabajos sobre lienzo, evoca la ira y el dolor a través de sus esculturas, aludiendo a las angustias que persiguen a los demás. Su entrega consistente en un martillo y una pala, los símbolos tradicionales de la labor humilde y de la tenacidad, aparecen cubiertos de grandes púas que transforman las herramientas de trabajo en instrumentos de tortura, en objetos inservibles. Las obras de Rancaño se pueden apreciar en colecciones permanentes en Panamá, México, Jamaica y España.
Marlborough Chelsea / International Public Art Ltd., 545 West 25th St, New York, NY 10001