Los artistas chilenos Rodrigo Cabezas y Mario Soro exponen obras gráficas inéditas en las salas de la galería D21, una buena parte de las inquietudes y obsesiones que compartieron en los años 80 cuando estudiaban en la Escuela de Arte de la Universidad Católica.
Se trata de un intercambio que entrelaza antecedentes estético-conceptuales, un encuentro que saca a relucir la tensión al interior de sus respectivas obras. Como una forma de recuperar esa historia no registrada en la historia oficial de las artes visuales en Chile, Cabezas y Soro revisan el material de los múltiples ejercicios escénicos que realizaron juntos hace dos décadas, en torno al taller de grabado del profesor y artista Eduardo Vilches, el taller de dibujo y sus propias reflexiones sobre los desplazamientos de estos medios. Entonces desarrollaban acciones de arte, apariciones públicas y performances cercanas a las prácticas con que Joseph Beuys sorprendió al arte occidental y al pensamiento libre e interdisciplinario que impulsó al grupo Fluxus en los años 60 y 70 del pasado siglo.
Los acompañaban sus contemporáneos Arturo Duclos y Silvio Paredes (quien posteriormente integraría el grupo musical Electrodomésticos); circulaban también artistas como Alicia Villarreal, Ariel Rodríguez, Yerko Yankovic, Paula Hernández y Paulina Aguilar. Chile estaba en plena dictadura, la ciudad bajo un total control militar, sin embargo sus actividades resultaban tan extrañas y fuera de cualquier margen, que la fuerza pública jamás sospechó de ellos ni los asoció a algún tipo de activismo. Estaban, no obstante, reflexionando sobre Chile, sus poderes, sus moldes, sus estereotipos y las difíciles circunstancias que se vivían entonces.
En este proceso de revisión histórica, Rodrigo Cabezas ha vuelto al blanco y negro, y a la estética de su emblemática exposición La moda mata, cuando conformaba un colectivo junto a Bruna Truffa y Sebastián Leyton. Siempre con la parodia como herramienta de expresión, presentará en D21 una serie o, más bien, una “décima”, compuesta por 10 ilustraciones de gran formato, inspiradas en modelos gráficos característicos de nuestra cultura, como la Lira Popular, los murales Ramona Parra, la titulares de la prensa, los póster de cantantes de los años 70. El inconsciente colectivo habla por sí solo en esta suerte de instalación, con personajes como Violeta Parra, Víctor Jara, Salvador Allende, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Roberto Matta, Orlando Letelier, Jaime Guzmán e incluso el Presidente Piñera.
Mario Soro es conocido por sus intervenciones públicas y despliegues escénicos, postulando visiones críticas frente a la Modernidad y los mecanismos de control. Es la faceta de su trabajo que él, irónicamente, denomina “virtudes públicas”, pero coexistiendo desde siempre, y en constante tensión, están sus “vicios privados” que corresponden a la práctica del dibujo, su propio “imaginario perverso”, muy ligado a la historicidad de sus colaboraciones artísticas con Rodrigo Cabezas. Es allí donde se cruzan los antecedentes, pulsiones, herramientas simbólicas y opciones estéticas. Mario Soro incursiona en la tela con dibujos, a escala humana, de personajes indescifrables.
Además extiende ese universo a una animación en video, proveniente de 25 metros de dibujo a lápiz pasta, los que realiza en el bus durante su trayecto para dictar clases en Valparaíso. La secuencia recurre a elementos típicos de su iconografía, como son las huellas dactilares, para ilustrar los sistemas de control que utiliza el poder sobre los cuerpos, el cuerpo humano, etc. Asimismo, aparecen temas como la delincuencia y las falencias de los sistemas de educación.
Como en sus acciones de los años 80, que rompieron los esquemas creando un foco de atención intelectual en la Universidad Católica, Rodrigo Cabezas y Mario Soro proponen obras para la reflexión. El complemento entre ambos será un traspaso y una suma, poniendo en valor, por cierto, el sentido de las colaboraciones y colectivos artísticos de ayer y de hoy.
Fuente: Comunicado de prensa enviado por Elisa Cárdenas