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Momias chinchorro: cultura de la eternidad
05November

Momias chinchorro: cultura de la eternidad

Chile promueve que las momias chinchorro sean declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Habitaron hace siete mil años a. C. territorios que hoy conforman la geografía de Chile. Se trata del pueblo chinchorro, una comunidad de pescadores y recolectores que desarrolló sorprendentes técnicas mortuorias de preservación. Fueron los creadores de las momias más antiguas del mundo, un tesoro que los chilenos promueven para que sea declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.


Con ese objetivo, la Universidad de Tarapacá, en conjunto con el Gobierno de Chile y entidades municipales desplegaron una intensa campaña de recolección de firmas, como expresión del respaldo ciudadano al expediente de postulación, que será presentado al Comité del Patrimonio Mundial, integrado por veintiún Estados elegidos por la Asamblea General de la ONU.


Tras ser analizado por esa instancia, el expediente debe ser evaluado por dos organizaciones: la Unión Mundial para la Conservación y el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, las cuales enviarán sus recomendaciones al Comité del Patrimonio de la Humanidad, que sesiona anualmente y tiene la última palabra.


Pese a lo tortuoso del proceso, que podría durar varios años, los chilenos se muestran decididos a perseverar en este empeño, tal como ha señalado el ministro de Bienes Nacionales, Víctor Osorio, uno de los tres embajadores honoríficos de la cultura chinchorro.

Las momias deben su nombre a la cultura chinchorro, población ubicada en el balneario de dos kilómetros que distingue a Arica
«Haremos todo lo que esté a nuestro alcance para una mayor puesta en valor del patrimonio cultural y arqueológico que nos dejaron los chinchorros, un patrimonio que pertenece a las regiones de Arica y Parinacota, a todo Chile, y al conjunto de la humanidad», estima el secretario de Estado, cuya cartera anunció para el próximo año la puesta en marcha de la Ruta Patrimonial de la Cultura Chinchorro.


El Ministerio de Bienes Nacionales, la Subsecretaría de Turismo, el Servicio Nacional de Turismo, el Gobierno regional de Arica y Parinacota, la municipalidad de Camarones y la Universidad de Tarapacá lanzaron recientemente la campaña #YoFirmoChinchorro, con la finalidad de recolectar al menos treinta mil firmas, como parte de la cruzada ante la Unesco.


Uno de los ingredientes de esta campaña es el sitio web www.chinchorros.bienes.cl, del Ministerio de Bienes Nacionales, que por sí solo ya acopió más de veintitrés mil rúbricas, sin contar las recolectadas en libros por todas las dependencias participantes en la iniciativa, que se extenderá hasta finales de octubre.

La cultura chinchorro


El pueblo chinchorro sentó sus bases fundamentales en sectores de lo que hoy es la ciudad de Arica, y en el valle de la comuna de Camarones, en el norte de Chile, aunque las evidencias muestran que habitaron desde la localidad de Ilo, en Perú, hasta lo que en la actualidad es la región chilena de Antofagasta. Vivían prácticamente desnudos, ataviados con collares y esferas de arcilla.


La población debe su nombre a la playa Chinchorro, balneario de cerca de dos kilómetros que distingue a la ciudad de Arica, en cuyas entrañas el arqueólogo alemán Max Uhle encontró las primeras momias representativas de esa cultura. En total, al sumarse otros reservorios, han sido halladas más de doscientas, la mayoría conservadas en los museos Arqueológico y Antropológico del valle de Azapa, el sitio Colón 10 en Arica, y de Historia Natural de Santiago de Chile y de Valparaíso.


A raíz del terremoto de 8,2 grados en la escala de Richter que azotó el norte de Chile en abril de 2014, los remesones de tierra en Arica y Parinacota pusieron al descubierto no pocos cuerpos momificados, fundamentalmente en la franja costera de la comuna de Camarones, un paradisíaco escenario donde el océano Pacífico se abraza con el desierto. Es desconocida la cifra exacta de momias chinchorro ocultas en el subsuelo del norte de Chile.

Momias más antiguas del mundo: negras, rojas y vendadas


Los chinchorros llegaron a alcanzar, para su tiempo, un gran conocimiento de la anatomía humana, disección y disecación de cuerpos, lo que les permitió desarrollar singulares técnicas de momificación, gracias a las cuales «nacieron» las momias naturales o artificiales conocidas como negras, rojas y vendadas, que en general datan de dos mil años antes que las egipcias. El desierto y la alta salinidad de su arena preservaron los cuerpos.


Entre sus instrumentos destacan los cuchillos líticos, pulidos al detalle de forma tal que pudieran cortar la piel, la carne y los tendones. Retiraban de los cuerpos las partes blandas con el mayor nivel de precisión posible. También utilizaban brochas de fibras vegetales para pintar los cuerpos y conchas como recipientes para el colorante: óxido de fierro.


Estas prácticas funerarias se aplicaban tanto a hombres como a mujeres, incluidos los niños y fetos. Los chinchorros eran personas robustas y de baja estatura, con un máximo aproximado de 1,62 metros.


Momias negras


Las momias negras eran las más difíciles de lograr. En estos casos el cuerpo era desestructurado, ya que la cabeza y las extremidades superiores e inferiores eran cortadas y puestas al sol para un proceso de secado, o sumergidas en sal para evitar su descomposición, mientras el resto de la figura humana era sometida al tratamiento.

Las vísceras y otras partes blandas eran retiradas hasta dejar el esqueleto limpio y seco, con el empleo de brazas y cenizas calientes. El cerebro era extraído del cráneo, que a su vez era rellenado con arcillas, cenizas, tierras y pelos de animales.

Los huesos los ataban con fibras vegetales y palos delgados, embarrilados con cuerdas de totora y junquillos. Modelaban el rostro y el resto del cuerpo con arcilla gris claro, para luego cubrirlo con piel humana o animal de forma parcial. La cabeza era cubierta de pelucas de cabello negro humano o animal. Al final, la momia era pintada de color negro, con una fina capa de manganeso. Al secarse, era vestida con un taparrabo o un diminuto recubrimiento vegetal.

Momias rojas

Los cuerpos eran trabajados con filosos cuchillos en los hombros, el abdomen y la ingle, extirpando los músculos y órganos internos, sin retirar la piel en su totalidad. La cabeza era lo único que separaban completamente, y la sometían a un tratamiento similar al de las momias negras.

Posteriormente el rostro lo formaban con una capa de arcilla color gris, y la cabeza era cubierta con una peluca de cabello humano de hasta sesenta centímetros de largo. Finalizada la decoración, el cuerpo —cuya rigidez lograban con palos— y el cabello eran pintados con óxido de hierro.

Vestidas con taparrabos y envueltas en mortajas de cuero o fibra vegetal, eran enterradas en su viaje a la eternidad.

Momias vendadas

Los estudiosos del tema las consideran una variante de las momias rojas, pero en este caso los cuerpos eran vendados con piel de pelícano o con fibra vegetal. Los preparadores las sometían a un tratamiento más artístico, también con el empleo de máscaras, como sucedía en los demás casos. Son menos antiguas que las negras y las rojas.

Según los investigadores, la falta de higiene y el azote de diversas enfermedades desataron una elevada mortalidad en este pueblo, fundamentalmente en la población infantil, lo que se tradujo en lento crecimiento de la comunidad, en la cual muchos apenas alcanzaban los 26 años, aunque hay evidencias de que en algunas zonas podían llegar hasta los 40.

La anemia causada por infecciones parasitarias y la osteoporosis hicieron estragos entre los chinchorros, hasta que se extinguieron, dejando su mejor herencia: las momias, como muestra de una cultura inspirada en el amor a la vida eterna