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El viaje curatorial de Gaby Vera
12May

El viaje curatorial de Gaby Vera

Desde su adolescencia, Gaby Vera ya soñaba con ser galerista. Hoy ese anhelo se materializa en un espacio que lleva su nombre y abraza a la vez la intuición curatorial y el compromiso con su raíz latinoamericana. Así nace su nueva galería en Madrid, donde la figura del comisario se entrelaza con la del anfitrión y cada exposición es una conversación entre culturas. 

1. ¿Por qué decidiste abrir tu galería en Madrid? 

 

La galería ha sido un proyecto que llevaba tiempo gestándose en mi mente. Gaby Vera, la galería, no es mi primer proyecto vinculado al arte; en 2022 fundé la residencia artística El Castillete, en el barrio de los Jerónimos, la cual tuvo un impacto significativo tanto a nivel nacional como internacional, y marcó un hito en mi carrera. Decidí entonces expandir mi alcance dentro del ecosistema artístico creando una galería, con el fin de brindar a los artistas una estructura más permanente y tradicional, pero concebida a mi manera. 

 

Este proyecto nació de mi deseo profesional de ir más allá, de contribuir institucionalmente y, al mismo tiempo, ofrecer a los artistas y a la comunidad un hogar: un espacio libre, auténtico e inspirador, donde se viva el arte y su poder transformador. Además, abrir la galería representaba una evolución natural en mi trayectoria. Desde mis inicios como art advisor en Nueva York, he trabajado estrechamente con artistas y coleccionistas, organizando eventos culturales y curando exposiciones. Era momento de dar lugar a todo ese recorrido en un espacio propio, impregnado de mi esencia. 

 

2. ¿Qué valor diferencial crees que aportan hoy los artistas latinoamericanos al panorama europeo? 

 

Creo firmemente que cada artista tiene algo valioso que ofrecer. No obstante, los artistas latinoamericanos tienen la singular capacidad de narrar historias poco visibilizadas, provenientes de contextos complejos, y lo hacen con una riqueza visual que mezcla alegría, sabor y folklore. Esta dualidad hace que sus obras resulten estimulantes tanto desde lo estético como desde su contexto histórico. Para comprender la profundidad de estas propuestas, es imprescindible considerar el contexto cultural del que provienen. Cuando el arte nos ofrece una ventana directa hacia los países latinoamericanos, se abren oportunidades para descubrir —o redescubrir— dimensiones culturales y sociales que suelen ser estereotipadas o desconocidas. Como latina, me siento profundamente identificada con estas perspectivas y comprometida con amplificar estas voces de artistas cuyos lenguajes y símbolos comprendo porque son parte de mi ADN también. ¡Tomo con muchísimo honor la responsabilidad y el reto de compartir su trabajo con el mundo! 

 

3. Eres conocida por identificar talentos emergentes en etapas muy tempranas ¿Qué elementos buscas en un artista cuando decides representarlo o trabajar con él?

 

Diría que más que una búsqueda, se trata de encuentros. Hay, por supuesto, un componente racional y crítico que guía mis decisiones. Presto atención a la narrativa de la obra y a la capacidad del artista de profundizar y desarrollar su investigación. También valoro la destreza técnica: para mí, ambos elementos —fondo y forma— son innegociables. Una obra no puede sostenerse solo por su atractivo visual, ni por una idea poderosa que no esté adecuadamente ejecutada. No obstante, finalmente, hay una parte esencial del proceso que es puramente intuitiva: sentir una conexión auténtica con el artista y su obra. Esa afinidad es imposible de describir, pero siempre está presente cuando tomo la decisión de iniciar una colaboración. 

 

4. La exposición Dark in Darkness de Samara Paiva marca su debut en Europa ¿Qué te llevó a elegir su obra para esta muestra y qué puede esperar el público madrileño?

 

La obra de Samara llegó a mí en un momento muy particular. Sentía el deseo de reconectar con la figuración, un lenguaje que había relegado quizás por su sobresaturación en el mercado los últimos años. Me propuse encontrar una propuesta auténtica, madura, y la hallé en su trabajo. Samara es una de esas artistas cuya obra muestra con honestidad: “esto es lo que soy”. Sentí esa fuerza y la obra despertó algo en mí, incluso antes de conocer a la artista por videollamada. 

 

Valoro profundamente cuando una obra me interpela, me emociona y me hace reflexionar. En su caso, hay una voluntad clara de conectar desde lo vulnerable y lo verdadero, y creo que eso merece ser celebrado sobre todo hoy día. Además, siendo originaria del Amazonas, una región fronteriza entre Brasil y Venezuela —mi país natal—, su trabajo me tocó especialmente. Me identifiqué con su manera de honrar sus raíces, de comprenderlas sin renegar de ellas, de explorarlas para descubrir quién es realmente Samara Paiva y de su propia reflexión sobre la identidad. 

 

Esta búsqueda es muy frecuente en el trabajo de artistas latinoamericanos ya que nuestros ancestros provienen de diversas partes del mundo y solemos estar muy mezclados. Estoy convencida de que su obra ofrecerá al público madrileño una visión genuina de Latinoamérica desde la mirada de una mujer afrodescendiente. Una invitación a contemplar otras realidades socioculturales latinoamericanas con ojos renovados, ya que solemos asociar la figuración negra solo con arte contemporáneo proveniente de artistas africanos o americanos africanos. 

 

5. ¿Qué papel juega la galería como espacio físico en la experiencia artística, especialmente en una ciudad como Madrid? 

 

Confieso que soy algo purista en este tema. Aunque reconozco la importancia del mundo digital y la necesidad de integrarlo, sigo creyendo que el espacio físico es fundamental para la experiencia artística. Ver una obra en persona permite una conexión sensorial y emocional imposible de replicar en pantalla. El arte necesita tiempo y presencia para dialogar con el espectador. Solo así es posible apreciar plenamente las texturas, materiales, dimensiones y toda la potencia fenomenológica que una obra ofrece. Madrid, además, es una ciudad ideal para ello. Su cultura del caminante y del disfrute del arte convierte a la galería en un punto accesible y vivo dentro del espacio urbano. Me llena de satisfacción recibir a personas de todas las edades, desde niños que pasan en familia hasta adultos mayores que redescubren el arte. Esos encuentros e interacciones cotidianas entre arte y gente son el alma del espacio. 

 

6. ¿Cuáles son tus próximos objetivos como galerista y comisaria? ¿Hay algún proyecto internacional o artista que te entusiasme especialmente? 

 

Este año, mi principal objetivo es consolidar Gaby Vera como una galería sólida dentro del panorama español. Quiero tejer relaciones estrechas con instituciones y museos madrileños, y ofrecer al público acceso a voces internacionales que aporten nuevas perspectivas a la ya vibrante escena cultural de la ciudad. Actualmente me entusiasma enormemente el grupo de artistas que estoy incorporando al programa: la francesa Solenne Fabre -con la que ya había realizado un sold-out show en el 2024- y llevo colaborando desde el 2023, el franco-estadounidense Alex Bex —mi primer fotógrafo en la galería y ganador del Hopper Prize en Estados Unidos en el 2024— y, por supuesto, Samara Paiva. Cada uno de ellos aporta un universo único, y construir puentes entre sus lenguajes y el público local es un reto tan apasionante como necesario