Por: José Carlos de Santiago
Casi al unísono de que entregáramos a Cuba en Madrid el Premio Excelencias al destino más seguro como parte de la Feria Internacional de Turismo (Fitur) en España, La Habana palpitaba con el intercambio entre las decenas de grandes músicos cubanos, estadounidenses y del mundo que participaban en la fiesta que fue la edición 33 del Festival Internacional Jazz Plaza.
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No sabíamos aún —durante la cena de Fitur, ofrecida por el Ministerio del Turismo de Cuba, y en la que se agradeció públicamente al Grupo Excelencias por sus veinte años en la promoción de la Isla Grande— lo que había sucedido la noche anterior a la afamada Dee Dee Bridgewater en el Teatro Nacional, tras concluir el aplaudido concierto del gran Chucho Valdés en el Jazz Plaza.
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Ella subió emocionada al escenario, y dejó olvidada en la luneta una cartera con su identificación personal y varios cientos de dólares en efectivo, a lo que obligan las medidas actuales sobre los viajeros a Cuba desde Estados Unidos. Grande fue su sorpresa cuando, al percatarse de la falta y dar parte a los empleados de seguridad, le devolvieron íntegras sus pertenencias dentro de un nailon sellado, gracias a una pareja de espectadores, turistas de paso, que se lo devolvieron al hotel.
Ella misma lo contó a la prensa casi con lágrimas en los ojos, con el mismo agradecimiento y tranquilidad que mostraba Joe Lovano, conocido como el Padrino del Jazz, durante la entrevista junto a nuestros editores en el restaurante El Atelier. O la hermosa velada del reconocido Victor Goines en Bellas Artes con los jóvenes de Aires de Concierto. O las descargas multitudinarias de los puertorriqueños y estadounidenses de Ocho y Más en la Fábrica de Arte Contemporáneo (FAC). O la fraterna clase magistral de Ted Nash en la Universidad de las Artes…
Y es que en Cuba la música está en las calles. Lo dijo Guy Henderson, director general de la Sony ATV, antes de irse al aeropuerto. A la pregunta de si había podido dormir tranquilo, tras la firma del trascendente contrato con la Egrem para promover en el mundo la música cubana, explicó que lo había impactado la visita a la Escuela Nacional de Arte, cuando vio a los jóvenes aprendiendo en comunidad y compartiendo los instrumentos sin diferencias de ningún tipo. «Por eso tienen tan buenos artistas, y su música es tan rica y diversa. Merece ser promovida a nuevos públicos y plataformas, porque es demandada en el mundo entero».
Por ello es digna de aplauso la decisión del Centro Kennedy de convocar al Festival Artes de Cuba en Washington, durante los meses de mayo y junio, al que asistirán por igual artistas que viven en la Isla, como otros que residen en el exterior. La revista Bilboard se hacía eco apenas hace unos días de este gran acontecimiento que se prepara en la capital estadounidense.
Es lo que afirmaban las grandes figuras del jazz lo mismo en el lobby, que en la mesa principal de conferencias del Hotel Nacional: «La música hará lo que la política de nuestro país no hace. Estamos construyendo un puente. Nosotros aquí somos embajadores». El arte y la cultura son la mejor argamasa de ese inmenso puente.
Justo por esto, y en nuestra condición de embajador de la Academia Iberoamericana de Gastronomía, estimulamos la firma del acuerdo entre Rafael Ansón, su presidente, y Manuel Marrero, ministro de Turismo, para proclamar a La Habana como Capital Iberoamericana de la Coctelería. O acabamos de obtener el Prix Multimedia, de la Academia Internacional de Gastronomía, que premia la labor de nuestra Excelencias Gourmet, como puente entre las gastronomías española e iberoamericana.
Es nuestro espíritu de sostener que nadie pudo, por más que se pretendió, detener el alcance de un ron auténtico o un exquisito habano, y mucho menos embargar a la música cubana. Y a buen entendedor…