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¿Qué es la poesía? Los mejores poetas latinoamericanos responden
21March
Artículos

¿Qué es la poesía? Los mejores poetas latinoamericanos responden

¿Qué es poesía? Dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

Con estos célebres versos definía Gustavo Adolfo Bécquer la poesía, y empezaba la carta de la UNESCO en la que se declaraba el Día Mundial de la Poesía. “¿Qué es poesía?” es una pregunta que se han repetido los poetas generación tras generación. ¿Se puede ser poeta sin preguntarse qué es aquello que llaman poesía? ¿Se puede escribir poesía sin responder antes a la pregunta de Bécquer?

A veces la profundidad de una pupila azul es suficiente para solucionar la cuestión. Otras, los poetas se sumergen en imbricadas explicaciones y refutaciones para poder escribir un puñado de versos. Sea como sea, hoy 21 de marzo, día mundial de la poesía, vamos a repasar qué era para algunos de los más notables poetas latinoamericanos este arte al que dedicaron sus vidas.

Pablo Neruda: la poesía que reclama ser escrita

Neruda, una noche en la que tiritaban los astros a los lejos, podía escribir los versos más tristes. Es la noche del poema número 20 de su poemario más célebre, “20 poemas de amor y una canción desesperada”, que escribió en su juventud, cuando apenas tenía 20 años y con un estilo del que después se desligó. En él hace una primera aproximación al acto de escribir versos y a las posibilidades del poeta.

Años después, el poeta chileno escribiría unos versos en los que expresaba cómo llego la poesía a su vida:

LA POESÍA

Y fue a esa edad... Llegó la poesía a buscarme.

No sé, no sé de dónde salió,

de invierno o río.

No sé cómo ni cuándo,

no, no eran voces, no eran palabras, ni silencio,

pero desde una calle me llamaba,

desde las ramas de la noche,

de pronto entre los otros,

entre fuegos violentos

o regresando solo,

allí estaba sin rostro

y me tocaba.

Habla de una poesía que reclama ser escrita. Que llama desde el interior al poeta, que lo secuestra, que invade al artista. En este fragmento, que corresponde a la primera estrofa del poema, se expresa qué era la poesía para Neruda.

Sin embargo, el chileno no era amigo de dar lecciones sobre el tema. En 1971, en su discurso de recepción del Premio Nobel de Literatura, cerró su intervención diciendo lo siguiente: “Yo no aprendí en los libros ninguna receta para la composición de un poema: y no dejaré impreso a mi vez ni siquiera un consejo, modo o estilo para que los nuevos poetas reciban de mí alguna gota de supuesta sabiduría”.

Jorge Luis Borges: la poesía indefinible

Uno que sí se encargó de hablar sobre literatura y poesía fue el escritor argentino Jorge Luis Borges. Nacido en Palermo, suburbio de Buenos Aires en la época, en 1899, cultivó la prosa a través del cuento, el ensayo, la traducción y la poesía.

Sobre la poesía, Borges, en una conferencia en Harvard, dijo algo tan bello como que “sabemos tan bien que es la poesía que no podemos definirla con otras palabras”. Según él, está tan dentro de nosotros que cualquier definición es inválida pues no abarca todo su significado. Borges la compara con “el sabor del café, el color rojo o amarillo o el significado de la ira, el amor, el odio, el amanecer, el atardecer o el amor por nuestro país”.

La poesía es entonces indefinible, inclasificable. Los que la hemos sentido alguna vez sabemos lo que es y eso, para el escritor argentino, es suficiente. De ese sentimiento mana lo que es la poesía, que, sin palabras, se define a sí misma en la propia experiencia de ser leída.

Alejandra Pizarnik: la poesía como huida

Llamada “la última poeta maldita”, Pizarnik vivió una vida difícil de principio a fin, que concluyó con su suicidio en Buenos Aires con tan solo 36 años. También ensayista y traductora, su obra ha sido de enorme influencia para los poetas contemporáneos y resulta de un valor incalculable para el legado artístico latinoamericano.

Una infancia y adolescencia en las que tuvo problemas de autoestima marcaron su vida desde el inicio. Posteriormente, tras mudarse a París a desarrollar su carrera, comenzaría a sufrir episodios depresivos en los que la poesía y su vida se comenzaban la mezclar. La estancia en la capital francesa resultó ser un fracaso y se vio obligada a volver a Buenos Aires, lo cual supuso un detonante más para la profunda depresión que marca su obra.

Muchos han estudiado su poesía y la relación que tiene la misma con la propia depresión de la artista. Para ella, la poesía es una forma de escapar de una realidad que la oprime. Una forma de huir mediante el lenguaje, y fantaseaba con convertir sus versos en su propia vida: "Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo”. Esta frase, que aparece en el libro póstumo “El deseo de la palabra” definen bien lo que significaba la poesía para Alejandra Pizarnik.

Julio Cortázar: el poeta que abre camino

Escritor original donde los haya. Uno de los que revolucionaron la concepción que tenemos de literatura. De esos sobre los que no se puede ser tibio: o lo amas o lo odias. Julio Cortázar, argentino de nacimiento y francés nacionalizado, escribió principalmente cuentos y novelas, entre las que brilla con luz propia Rayuela. Sin embargo, hoy toca reivindicar su muchas veces ignorada obra poética.

Como poeta llegó a escribir tres poemarios en distintos momentos de su vida, además de varias composiciones de prosa poética. Sobre la propia poesía, dijo que ninguna definición le convencía. Para él tenía sentido una frase que alguien le dijo una vez: “la poesía es eso que se queda afuera cuando hemos terminado de definir la poesía”. Así como no se le pueden poner puertas al campo, a la poesía parece pasarle lo mismo.

Pero él sí tenía claro cómo debe ser un escritor, ya sea poeta, novelista o narrador. A su entender, tenía que ser un innovador, un explorador del lenguaje que abra camino para los demás. Y él vivió acorde a sus ideas, componiendo una de las obras más imaginativas e innovadoras de la historia de la literatura.

Octavio Paz: la poesía es memoria

En 1940, el poeta mexicano Octavio Paz le dedicó este poema a la poesía:

LA POESÍA

¿Por qué tocas mi pecho nuevamente?

Llegas, silenciosa, secreta, armada,

tal los guerreros a una ciudad dormida;

quemas mi lengua con tus labios, pulpo,

y despiertas los furores, los goces,

y esta angustia sin fin

que enciende lo que toca

y engendra en cada cosa

una avidez sombría.

Con estos versos describe el ganador del Nobel en 1990 cómo invade la poesía al poeta, despertando placeres y sentimientos intensos y oscuros. Más adelante, liga su propia vida a la existencia de la poesía y escribe, en el mismo poema, estos versos:

Eres tan sólo un sueño,
pero en ti sueña el mundo
y su mudez habla con tus palabras.

El también ensayista y diplomático nacido en Ciudad de México otorga un poder absoluto a la poesía, de la que dice, en una frase que ha pasado a la historia, que “es la memoria de los pueblos”. Para él, “la poesía es de todos y de nadie”, es algo intangible, que nos define como personas, como humanos y como pueblo.

Cesar Vallejo: la poesía del futuro

El poeta más brillante de la historia de Perú y, para algunos entusiastas, el mejor poeta del siglo XX, Cesar Vallejo fue un revolucionario de la lengua. Comprometido políticamente, su poesía irradia pasión y fuerza a lo largo de sus cientos de composiciones publicadas, algunas de ellas de forma póstuma

Para él, la justicia social no debía excluirse de la acción poética, sino que estar debía ser una forma de poner orden en el mundo. Otros, como el catedrático Julio Ortega, definen su obra como poesía del futuro. En su escritura sorprende la forma en la que habla en futuro, sobre el porvenir, como forma de construir prosperidad.

Poeta del futuro y poesía a veces premonitoria:

Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París – y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy de otoño

Escribió en Piedra negra sobre piedra blanca. Y el día en que murió, en París, llovía. Fue un viernes ­-y no jueves- en el que quizás el cielo lloraba la muerte de uno de sus más grandes poetas. Uno para el cual el futuro era algo cotidiano, conocido, que era capaz de modificar a su antojo con un simple gesto de su pluma.

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