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Pedro de Oraá. Imbuido de futuridad
05December
Artículos

Pedro de Oraá. Imbuido de futuridad

Pedro de Oraá no es solamente Premio Nacional de Artes Plásticas 2015, máximo reconocimiento que se otorga en Cuba a un artista del patio, sino que es un hombre de la cultura que ha incursionado con éxito en la poesía, la narrativa, el ensayo y la crítica de arte, y es además uno de los traductores de la Antología de la poesía búlgara.
Oraá —que ha publicado en revistas como la emblemática Orígenes, además de Unión, Casa de las Américas, La Gaceta de Cuba y en importantes periódicos como El Mundo, Revolución, Lunes de Revolución, Domingo (suplemento de Hoy), entre muchos otros—, quizás sin pretenderlo, es también un teórico del arte, y todo cuanto expresa tiene un espesor, un grosor intelectual desbordado de sabiduría, pero sin alardes o salpicadura de vanidades.

En dialogo exclusivo con Arte por Excelencias, este Maestro —que tiene el mérito de ser el único de los creadores vivos de los llamados «pintores concretos» que reside en la Isla— reveló: «Aparte de cumplir en calidad de participante con eventos internacionales y nacionales inminentes, me empeño en el abordaje de una pintura de factura minimalista, y para esto me ufano en la reducción del lastre barroquista que ha dominado generalmente mi concepción formal; todo por ese “padecimiento” que en estética se denomina con un término prestado: agorafobia. Por tanto, no se trata de un proyecto en propiedad, sino de un debate esencial de cuyos resultados podría darse un futuro proyecto».

A su juicio, ¿qué encanto tiene la abstracción, qué lo ha atrapado?

En la etapa de aprendizaje, cuando aún no se decide cuál derrotero seguir en materia de definición de imagen y mucho menos de estilo, ya me fascinaba la abstracción que a través de reproducciones en revistas especializadas de arte podía contemplar. Las pinturas cubistas fueron mi primer descubrimiento: no las entendía, pero algo había en ellas que me atraía y me hacía tratar de desentrañarlas. Muy pronto vi en otras publicaciones pinturas de pura composición geométrica y supe que representaban escuelas europeas de vanguardia, de las cuales tuve una noción más clara mucho después. No obstante, comencé mi obra profesional dentro de cierta figuración barroquista, composición muy alambicada y de imaginario fantasioso. Pero no duraría mucho, y lo consideré una fase de entrenamiento. 

Como bien dices, la abstracción me atrapó y, salvo breves incursiones en el figurativismo, me he consagrado hasta hoy a la abstracción geométrica, porque siento que es donde mejor me expreso.

¿Qué ha significado para usted pertenecer al grupo de los llamados «pintores concretos»?

Con anterioridad estuve muy vinculado con el grupo Los Once, quienes desplegaron una actividad destacada en breve lapso, entre 1953 y 1955, pero en realidad nunca expuse con ellos, pues estimaba distante aún mi obra de la practicada en el grupo, dado más bien al expresionismo abstracto, la corriente pictórica informalista, esto es, basada en el accidente del pigmento, en la mancha, frontalmente opuesta a mi sensibilidad por la geometría.
En 1958, al calor de los encuentros en la galería Color-Luz, fundada un año antes por iniciativa de Loló Soldevilla y con mi apoyo, un número de artistas partidarios del abstraccionismo geométrico, en sus vertientes de arte óptico, cinético y constructivista, convinieron en trabajar aunados en un grupo que se daría a conocer como los Diez Pintores Concretos. Este equipo estuvo activo hasta 1961, pero la mayoría de sus miembros se incorporaron a los programas de proyección social del arte y realizaron obras significativas sin abandonar el credo estético y el espíritu del grupo. Nada más señalemos el legado plástico de Luis Martínez Pedro, Loló y Sandú Darié. La experiencia adquirida junto a estos artistas es inmedible.

¿Cómo se da la relación entre pintura y diseño: divorcio o complemento?

Así como existe una evidente interacción entre pintura y fotografía desde fines del siglo xix, también en el transcurso del siglo xx, con la evolución de la prensa y los medios de reproducción gráfica, el grabado tradicional fue sustituido por el diseño a partir de los recursos fotomecánicos. El diseño ha jugado un rol más allá de su función utilitaria, y con la entrada de la modernidad y el influjo de los movimientos artísticos de vanguardia, la acción recíproca entre pintura y diseño ha sido una constante de altísimo resultado. No veo dicotomía entre ambas manifestaciones. El artista contemporáneo aspira a una integralidad profesional que le permita ampliar su espectro creativo.

¿Cómo ha logrado conjugar su oficio de pintor con el de escritor y crítico? ¿Se complementan las tres especialidades? 

La rígida compartimentación profesional a estas alturas de nuestra civilización no entiende ni acepta la diversidad de prácticas o la simultaneidad de vocaciones en un mismo individuo. La especie del «hombre renacentista» —aquel que cumplía con múltiples artes— al parecer ya se ha extinguido. Cuando el poeta José Lezama Lima se refería al «taller renacentista», pensaba en la congregación de creadores dotados no solo para quedarse en lo que hacían, sino para diversificar sus posibilidades. Me consuela conocer numerosos casos, en los tiempos que corren, que ejercen la libertad de otros oficios.

¿Llegó a graduarse de la Academia de Bellas Artes de San Alejandro en 1952? 

Hago la salvedad: no pude continuar mis estudios en San Alejandro, no conseguí graduarme. En mí determinaron razones económicas. Otros abandonaron sus aulas, según se sabe, por no estar de acuerdo con el sistema de enseñanza, al cual consideraban caduco o desacorde con sus intereses. Parte apreciable de la llamada vanguardia cubana no permaneció o no estuvo nunca en sus predios.

Abstractivos se exhibió en el Museo Nacional de Bellas Artes en diciembre de 2016 como parte del Premio Nacional de Artes Plásticas. ¿Qué se propuso con esta muestra? ¿Constituyó algún giro creativo dentro de su ya extensa e intensa carrera como pintor, o fue, simplemente, cumplir como corresponde?

Sin duda en Abstractivos, vista en el Edificio de Arte Cubano, es imprescindible el compromiso contraído con el otorgamiento del Premio Nacional de Artes Plásticas, pero por supuesto no significa solo ello: es asimismo la obligación ineludible ante los demás de mostrar el alcance de nuestro trabajo y su factible conciliación con el Premio, es decir, con su reconocimiento. Siempre he entendido que toda exposición individual ha de estar signada por la novedad o «giro creativo», como dices. De lo contrario, caeríamos en la deplorable repetición: el reestreno de la expresión en forma y contenido salva la prolongación de la obra.
 
La galería Collage Habana acogió su más reciente muestra: Divertimentos, acrílicos realizados entre 2012 y 2017. ¿Fue realmente un divertimento o hay alguna otra intención?

Quisiera destacar el trabajo museográfico de la exposición en la Galería Collage Habana, porque lo considero excelente, y en ello el detalle de la pared en gris para los lienzos de fondo blanco: esto produce un efecto ambiental. El título Divertimentos quizás lleva implícito como primeras acepciones lo diverso o lo divertido, pero sin negarlo no fue mi propósito central traer ad usum el carácter lúdico que mueve con frecuencia la obra de arte. 

En el breve texto del catálogo trato de explicar cuál motivación me indujo a tildar así los cuadros; recuérdese las labores de recosido que hacían nuestras abuelas con retacería para confeccionar lencería de emergencia: hay una curiosa identidad con cierta praxis de composición en determinada línea de la abstracción geométrica vigente. Se entiende que tanto para el arte como para la artesanía, se ejercen recursos de imaginación tales como vasos comunicantes.

¿Qué se siente al ser el último de los llamados Diez Pintores Concretos? ¿Entraña ese hecho algún tipo de compromiso personal?

Por fortuna, me acompaña otro superviviente del grupo Diez Pintores Concretos: José Rosabal, residente en Manhattan, Nueva York, de modo que ambos compartimos la posteridad rediviva de aquel equipo todavía no bien reconocido a nivel doméstico. Su presencia activa entre dos épocas —fines de los cincuenta e inicio de los sesenta— significó la puesta en marcha de la abstracción geométrica desde la Isla, en proyección sincrónica con este movimiento plástico en el continente: Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Venezuela fueron espacios propicios a su hegemonía. Sin embargo, el grupo de los concretos cubanos ha debido esperar el arribo del nuevo milenio para ser redescubierto. Tras una difícil compilación de obras se lograron exhibiciones en diversas locaciones internacionales con favorable acogida de los medios. 

En cuanto a mí respecta, mi participación en los Diez nunca lo evaluaría como un compromiso. Se trata más bien de un acto de fe: con ella nos sosteníamos todos para continuar la obra y por ella me satisface el rescate de la memoria del grupo como su cumplimiento.

Nació el 23 de octubre de 1931, es decir, hace 87 años. ¿Cómo se las ingenia para que su obra tenga la frescura, el desenfado y hasta el atrevimiento característico de un iniciado?

Comencé a tomar en serio la práctica del dibujo —aún no pintaba— en fecha tan temprana como mediados de los años cuarenta. Mi interés hacia las artes visuales hallaría estímulo tal vez en la observación de los ejercicios a plumilla o acuarela que también hacían mis hermanos, y seguramente en el hecho de que nuestro padre nos llevaba a las exposiciones de acceso libre en el Capitolio o en el Parque Central. De tal suerte conocí los Salones Nacionales de Arte, en cuyos espacios median fuerzas la academia y las vanguardias de primera y segunda generación. 

Más tarde acudiría por propia iniciativa a los escasos locales destinados a exhibiciones de pintura, tan contradictorios como el Círculo de Bellas Artes y la galería del Lyceum. Ya me consideraba un iniciado en las artes, pero mi breve paso por San Alejandro fue frustrante, impelido a involucrarme en los más disímiles empleos y contribuir a la economía familiar. Suplí esa deficiencia académica obligándome a crecer en mi condición de autodidacto, pero sin abandonar ese espíritu de iniciado, en el sentido de buscar en el arte una constante para encontrar, contrariamente a la arrogante aseveración de Picasso: «No busco, encuentro». Creo que en ello está el secreto de reestrenar la reconfortante experiencia de lo renovado.

¿Cuál es la obra soñada que aún no ha podido realizar?

La que emplazaría en espacios abiertos, a la vista de todos, fuera de la celda blanca de galerías y museos. Es así que la obra cumpliría cabalmente con su razón de ser.

¿Qué importancia le concede al Premio Nacional de Artes Plásticas?

Dicho está en mi respuesta al Premio: es un reconocimiento tácito a un arte que impuso su impronta en tiempos heroicos y que aún hoy está imbuido de futuridad.