El 22 de abril de 2022 se inauguró en el Museo de Historia y Geografía de Santo Domingo la cuarta presentación de la acción artística “La última cena”, siendo este el punto de partida para su actual presentación ampliada del 7 de julio de 2022 en el Centro Cultural Perelló de la ciudad de Baní, en la que el rigor técnico, la verdad y la belleza se han unificado en un decir y en un hacer de fraternidad, de humildad y de búsqueda del bien común.
¿En qué consiste el Proyecto "La última Cena"? ¿Cuáles han sido sus orígenes y motivaciones?
En los comienzos del siglo actual, un grupo de artistas que se hacen llamar “Los cuatro puntos”, Rafael Díaz, Luis José Aguasvivas (Sejo), Daniel Manta y Wayne Healy empezaron a soñar con la creación de un hecho artístico innovador, en el que con un criterio de “arte único”, se conjugaran las energías espirituales y la solidaridad entre los habitantes de “Nuestra América”.
La primera exposición de este proyecto fue realizada hace 20 años en Rhode Island, la segunda se llevó a cabo en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo en el 2003 y la tercera en Newport, EE. UU en el 2004. Un acontecimiento como "La última Cena", que rememora la entrega espiritual, el compartir del cuerpo y de la sangre, es una motivación para buscar y encontrar lo mejor dentro de cada persona, se convierte en una invitación para fomentar valores estéticos y éticos en el entorno humano.
En esta quinta muestra de “La última cena” en Baní, presentan sus creaciones veintiocho artistas visuales del continente americano, hermanados en su diversidad, aportando en cada caso su visión individual como expresión subjetiva de lo colectivo. Los significados se integran y se conjugan para crear un espacio multidimensional en el que participan varios músicos, dos poetas, dos grandes chefs dominicanas, un cineasta, una museógrafa y dos críticas de arte.
Los representantes de las artes visuales en este hecho artístico cultural son Luis José Aguasvivas (Sejo), Wayne Healy, Daniel Manta, Raphael Díaz, Rosa Tavárez, Geo Ripley, Juan Bravo, José Gabriel Atiles, Miguel Gómez, Eddy Santiago, Julia Castillo, Lizett Mejía, Pilar Asmar, Judith Mora, Iris Pérez Romero, Salvador Sánchez, Federico Cuello, Alberto Lestrad, Jean Philippe Moiseau, Carlos Romaguera, Eddy Santiago Rodríguez, Francisco Hernández, Nilton Cárdenas, Fernely Lebrón, Esmeralda Bobadilla, Leopoldo Maler, Milcíades Marino Andújar y Arián García.
La poesía emerge de los versos de Raphael Frances Díaz y Arturo Aguasvivas, el sabor de la vida emana de las manos de María Marte y Amelia Landestoy, mientras la música del compositor Santiago Fals, al que se le hace un homenaje póstumo, está vigente en su “Padre Nuestro”, interpretado por Milena Zivkovic, Pura Tyson y Jacqueline Huguet.
Los videos que reseñan todo lo acontecido están a cargo de Marcos González, la museografía de Fior Daliza Mateo da un significado conjunto al discurso individual de las obras expuestas. A la vez, las interpretaciones y análisis críticos de Chrislie Pérez y María Fals completan el marco conceptual de este maravilloso evento.
“La última cena” recorre así lo cósmico, la búsqueda sutil de las esencias, recreando mensajes antropológicos, costumbristas, históricos y místicos que van desde la polisemia de una sagrada forma, ubicada ante a una mesa que incluye a apóstoles del género femenino, hasta un marco escenográfico desde donde el Cristo nos mira llamándonos a reflexionar sobre el futuro de la Humanidad.
Los estilos son tan disímiles como los conceptos trabajados, abarcando el expresionismo, el cubismo, el surrealismo y la influencia de la pintura hiperrealista. La abstracción también deja su huella, hace volar la imaginación de los espectadores, motivándolos a identificar el mensaje etéreo de cada representación.
Los símbolos del corazón, el pan, el vino, la cruz de redención, la corona de la Virgen Madre, el pez, las espinas y la sangre ofrendada para la salvación de la humanidad, son vehículos para conectarnos con el misterio de la fe. Los colores cambian de obra en obra, se oscurecen, se matizan, se tornan luminosos en su alegre danza o se visten de neutralidad para que las áreas se expresen de manera autónoma.
Una amalgama de líneas de cierre, unas veces quebradas y otras enhiestas, se recuestan también en el horizonte de un mar sin final, desde donde llega navegando un nuevo paradigma. Las texturas varían, los fondos simples o complejos permiten que las formas se recorten sobre un espacio figurado, mientras que los puntos de tensión nos ayudan a hacer énfasis interpretativo en lo expresado por los artistas.
El ritmo visual de las obras se vincula con cada sentimiento que generan, el equilibrio compositivo es exquisito en todos los textos plásticos, la excelencia formal y metafórica es una cualidad de cada una de las propuestas. En consecuencia, la armonía entre el decir y el hacer permite que “La última cena” se convierta en un momento mágico, donde se detiene el tiempo y fluye la imaginación, en el que se recorre el sendero que nos conduce a la trascendencia infinita, acercándonos a ese Jesús que salva y que da vida, que mezcla lo humano y lo divino en su costado abierto, para dejar un legado de amor incondicional a toda la Humanidad.
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