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Enrique Álvarez con Alegría y Armonía
10August
Artículos

Enrique Álvarez con Alegría y Armonía

Por Emir García Meralla

Para nadie es un secreto que el Danzón, además de ser considerado el baile nacional, fue el gran impulsor de un formato musical al que se denominó charanga y que desde las postrimerías del decimonono hasta la actualidad no ha dejado de evolucionar, ni de aportar a la grandeza de la música cubana.

Fue una charanga la que abrió las puertas de entrada al Son a los grandes salones de baile hace un siglo cuando José Urfé incorporó montunos soneros a un Danzón, lo que daría comienzo a un matrimonio que --a pesar de sus altas y bajas, y las contradicciones propias de toda unión-- ha tenido hijos ilustres como el Cha Cha Chá. En los atriles de una charanga, se afirma, se definieron los primeros acordes del Mambo, ritmo al que se considera la manzana de la discordia en la música cubana. Aquella charanga, la de Arcaño, continuó la línea de transformaciones que inició Antonio María Romeu cuando incorporó el piano a ese formato y se comenzó a hablar y escribir de charangas Típicas y Francesas.

Así tendríamos, pasado el tiempo, charangas con clarinetes, trompetas, saxos y trombones; y la Charanga Latina de Enrique Álvarez que, para marcar la diferencia, se arriesga a producir este disco titulado Alegría y Armonía, que cabe en la estructura del Danzón y es punto de giro en su carrera discográfica. Este es un (su) acercamiento matemático, si así se logra entender, a la cuadratura del círculo musical y sonero que nos rodea y que se expresa en el teorema: AA/AB/BA/BB= Xs.

Hay un enunciado inicial, AA, en esta propuesta sonora que discursa en los dos primeros temas y el cuarto; que se manifiesta con el desenfado y la alegría de lo que está sucediendo, e incidiendo, en el gusto de los bailadores de estos tiempos donde convergen dos generaciones de Álvarez: Enrique y Lázaro. Y se podrá preguntar usted y dónde queda el tercer tema. Sencillo: es el primer ángulo recto de esta ecuación musical cuando retoma el sonido más auténtico de la flauta de José Luis Cortes, el (nuestro) Tosco, alejado de esas genuflexiones musicales que por momentos nos ciegan ante su grandeza musical. Aquí entonces definimos AB.

El segundo y más complejo de estos ángulos que definen la supuesta cuadratura del círculo, perdón se trata del disco, -salvando las potenciales semejanzas geométricas entre ambas figuras-  que soporta el anterior enunciado, nos llega con el quinto tema donde Enrique Álvarez vuelve a posar sobre sus hombros el violín y dialoga con los tumbaos soneros de un pianista imprescindible en la música latina y universal que responde al nombre de Enrique “Papo” Lucas –otro hijo de gato—para descargar y contrapuntear al más sabroso estilo sonero. Enunciado BA.

 

Portada del disco de Enrique Álvarez y la Charanga Latina

 

Los temas seis, siete y nueve retornan al enunciado primario de este estudio; es decir, refuerzan el ángulo AA y las hipótesis de los ponentes anteriores, lo que equivale a reconocer el carácter cíclico del asunto música cubana de estos tiempos.

El cuarto y último ángulo que permite manifestar este teorema –confirmación de la cuadratura—, un poco mayor que noventa grados (noventa y nueve grados manifiestos), es otra versión de un tema que sirve de puente entre el sonido de las grandes bandas norteamericanas de los años sesenta, setenta y ochenta y determinadas zonas de la música cubana que tuvieron su epicentro en la ciudad de New York en esos mismos años. El hijo de Nené se atreve y se conecta, tangencialmente, con los Afrocuban de Machito y su Sopa de Pichón, que metió el tumbao sonero en sonido de algunas grandes bandas de la era del Swing. Enunciado BB.

He aquí los cuatro ángulos que definen la cuadratura de este círculo musical que debe expresar y confirmar como resultado la variable Xs.

Una cuadratura que tiene aportes en los apuntes de Lázaro Enrique Álvarez como buen aprendiz de alquimista, o becario de una tradición musical que no se resiste a dejarse tentar por el paso del tiempo. Donde Xs equivale a disfrute y sudor del bailador.  Y el bailador es usted que tiene este fonograma en sus manos; que lo escuchará una o dos veces seguidas, tal vez más, que decidirá qué tema le gusta más, su preferido; el que recomendará a sus amigos.

Enrique Álvarez y su Charanga Latina suman nuevas hipótesis a la cuadratura del círculo, el disco y el ciclo musical cubano de estos tiempos. Este es su l.q.q.d., por favor acompáñelo y disfrute.