Por Jaime Masó Torres
... uno siempre cree oír esa voz pequeña, tan nuestra
Fina García Marruz
Un día lo calificaron como El Bárbaro del Ritmo y “el que siempre está de moda”. Quienes lo hicieron así, no ensalzaban a un simple hombre y aparte del elogio, reconocían a la figura más popular de la música cubana y al sonero mayor. Con Benny Moré enaltecer es una deuda, pues nunca la unión de varias palabras medirán la talla del genial intérprete que nació el 24 de agosto de 1919 en Santa Isabel de Las Lajas.
Antes de convertirse en una leyenda, Benny cantó con el Conjunto Matamoros, alcanzó fama en México, regresó a Cuba, formó su Banda Gigante y consolidó su estrellato.
Resulta natural que a un hombre inmensamente popular, le nazcan todavía historias que rozan lo insólito. Se habla de su amor por la bohemia, de sus llegadas tardes a los espectáculos… y tantos relatos que lo elevan a la categoría de mito y provoca que se le cante, se le venere y hasta se le imite.
El intérprete de Mi amor fugaz, marcó un antes y un después en la música popular de la mayor isla del Caribe. Cualquier investigador, o un simple melómano, reconocerían las cualidades vocales de Bartolomé. Hasta aquella forma original de cantar y dirigir a la vez, se propagó entre los soneros, a tal punto, que casi todos siguen este modelo.
Para amar y respetar al Benny no hace falta saber un montón de historias de lo que hacía en los bares, las mujeres de su vida, la forma jaranera y natural de conversar con la gente… Bastaría sólo oírlo una vez, para comprobar que de aquella voz no podía salir un rufián creído, sino un caballero para querer y seguir.
En 2019 se cumplirán cien años del natalicio del cienfueguero y será un deber organizar todo tipo de eventos, coloquios, conversatorios, fiestas y buena música para demostrarle, esté donde esté, que aquí se le tiene presente cada segundo, que su música sigue en las listas de éxitos, que nombrarle es decir Cuba, América Latina y el Caribe…
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