El Ballet Español de Cuba visita China por segunda ocasión. Ahora, con el espectáculo, Yo soy Cuba, coreografía del maestro Eduardo Veitía inspirada en nuestra nacionalidad cubana, construida con esa rica mezcla que reúne lo hispano, africano, chino y lo autóctono de estas tierras caribeñas, en la que la magia se funde con el ritmo, la alegría, el colorido, y lo mejor de las tradiciones de muchos rincones de la tierra. Todo ello, sumado, conforma esa mezcla que atrapa, como un potente imán por dondequiera que pasa.
Y así ha sucedido por estas milenarias tierras del Oriente, específicamente en el sureste de China, marcado por el Yangtsé, ese rio cargado de historia que riega esta hermosa región repleta de agua por todas partes. Las ciudades, cual Venecia, multiplicada en el Oriente, exhiben paisajes hermosos, de tierras y ciudades marcadas por canales que enriquecen la naturaleza y donde los bosques abundan convirtiéndolas en sitios para admirar y sonar. Y donde el Ballet Español de Cuba ha añadido la alegría, el colorido y el fulgor de sus ritmos, unión de lo cubano, español, africano y chino para deleitar al público de las primeras ciudades visitadas en la provincia de Jiangsu: Nantong, Taicang y Tongxiang, que han sido los primeros testigos de esta cruzada cubana repleta de emociones.
Precisamente, en Nantong, ciudad prefectura –fundada hacia 1725-, comenzó esta gira que abarcara disimiles provincias y ciudades de China. Está ubicada en la provincia Jiangsu, a la orilla norte del rio Yangtsé, cerca de su desembocadura. Su población es de más 10 millones de habitantes y recibe el sobrenombre de La perla del río y del mar…
Con el espectáculo Yo soy Cuba, cuyo diseño coreográfico firma el maestro Eduardo Veitía, director del BEC, en colaboración con el maître Eddy Veitía (padre), y los bailarines Yessel Ramos y Daunis Noblet, dio inicio el recorrido escénico en el elegante Teatro Gengsu Nantong, el 7 de junio, y luego ha continuado por los modernos Gran Teatro Taicang y Gran Teatro Tongxiang, respectivamente. Esta obra resulta un trabajo artístico/danzario que se inspira en la música y la cultura en el Caribe, región de confluencias, y, principalmente en la mayor de las Antillas.
Yo soy Cuba suma amor y elegancia porque, es un retrato de nuestras más caras tradiciones danzario/musicales. Esas que se han forjado con la diversidad de ritmos, lenguajes, gestos y vida de los hombres y mujeres de varios continentes, a lo largo de cinco siglos, y que han desembocado en lo cubano. Las distintas escenas (El bar, El solar, El malecón, El parque y El carnaval) diseñan una magia que cautiva al espectador. Junto con los primeros bailarines Claudia González y Daniel Martínez, el bailarín principal Eduardo Arango y el cuerpo de baile del BEC, así como los artistas invitados: Yessel Ramos, primer bailarín del Conjunto Folclórico Nacional de Cuba, y Daunis Noblet/Yankro Y. Jiménez, del Ballet Rakatán, se suma en la parte sonora el grupo musical acompañante Son D’Estilo, liderado por el maestro Enrique Collazo –director musical del espectáculo-, e integrado por otros cuatro excelentes músicos y cantantes, quienes con su quehacer, realzan la obra. Ellos entregan un variado catálogo de sonoridad con boleros, rumba flamenca, jazz flamenco, sones, cha cha chá, rumba, bachata, danzones, danzonete…, que los bailarines interpretan con el fulgor, alegría y pasión de los cubanos, y un profesionalismo nato, que traspasa fronteras. Se suman, los diseños escenográficos y el video mapping, de Tamine González, que aderezan la pieza con sus imágenes de La Habana y otros rincones de la Isla, así como el vestuario de Maray Pereda, que nos transportan visualmente a la Isla caribeña y su rico folclor.
Cuba, no hay dudas desborda esas cuatro letras que flotan en el mar y bailan a su compás. Una isla, llave de un continente colorido y variado, donde deslumbra, entre otras cosas, por La Habana, ese inmenso balcón que invita a sonar desde el Caribe, y adonde llegaron los hombres desde cualquier parte del mundo, desde muchos mares, hace muchos siglos… Este pedazo de tierra (Cuba) deviene un faro de culturas cargado de banderas, historia y vida, en el que reposan sueños mezclando razas y pieles, transformadas luego en un ARTE singular que atrapa desde todos los sentidos, con su música, danza, ritmo, fulgor y alegría. Esa ha sido la inspiración del maestro Eduardo Veitía en Yo soy Cuba, hermosa obra que viste a la Isla con sus trajes sonoros/visuales/humanos. Todos arropados con símbolos que, bañados por el sol, y la luminosidad caribeña, y humedecidos, además, por ese mar azul intenso que se transforma en agua bendita tocada por dioses del África, Europa, China, América…, contagia al mundo con su alegría, llevando amor y amistad. De esto habla la obra, que muestra, al fin y al cabo, retratos de nuestra nacionalidad, de nuestro pueblo, muy querido y admirado en China, a pesar de las distancias…
Cuando en el fragor de Yo soy Cuba pasan una tras otras, las escenas, uno siente que respira en el Caribe. Es una magia que llega desde el tiempo, con el calor, la luminosidad y el espíritu alegre y contagioso del Caribe. Pero, el acento fundamental de este espectáculo sólido, atractivo y desbordante de creatividad escénica, aparece antes de iniciar el último cuadro. Cambia el ambiente, el escenario viste el pasado, y pasean, cual recuerdos, ante el espectador signos y rumores del tiempo. Son los “ladrillos” fundamentales donde reposa nuestra nacionalidad, que cruzan de repente en una secuencia fina y emotiva, donde nada se olvida, y cautiva por el colorido, la música y el baile: lo cubano (Siboney), lo africano (Canto a Elegua), lo español (Mediterráneo) y lo chino (La Habana hermosa (versión china de una Habanera) como homenaje a los emigrantes. Y seguidamente El Carnaval donde todo confluye. Es la apoteosis.
SHANGHAI, CUARTA ETAPA DE LA GIRA
Shanghai, esa gran urbe, con poca historia si se compara con otras ciudades milenarias de China como Xi’an, Nanjing o Beijing, pero que cuenta con la mayor variedad de estilos arquitectónicos de todo el país, por encima de Hong Kong o Macao, fue un punto importante en esta escala de la gira. Con ávido interés por ver la actuación del BEC nuevamente aquí, el teatro Daning de arquitectura muy contemporánea, vibro al ritmo del baile y de la música nuestra, que, haciendo un amplio abanico de sonoridades y ritmos de variadas épocas, alcanza su éxtasis/fuerza en la apoteosis del cuadro final: El carnaval. Con las hermosas vistas del malecón habanero, exhibiendo fuegos artificiales que iluminan la escena, que forman parte del trabajo de diseño escenográfico de Tamine González, y los vistosos trajes multicolores y máscaras, de Maray Pereda, el baile –eufórico, perfecto y arrollador- de los danzantes, acompañados por la música del grupo Son D’Estilo, liderado por Enrique Collazo, se transforma en un instante mágico, en el que cobra vida ese amado rincón de La Habana, llegado aquí por arte de danza, y en esta obra que es un retrato perfecto de nuestras tradiciones cubanas…
Otro instante para el recuerdo lo constituyo la actuación del BEC en la histórica ciudad de Nanchang (provincia de Jiangxi). Precisamente allí comenzó la lucha de la Gran Revolución China, el primero de agosto de 1927. En el gigante teatro, del moderno Centro de Arte de Jiangxi, fue la presentación. Un auditorio predominantemente joven, donde participaron también estudiantes de escuelas de danza, colmo la instalación, que se transformó en un pedazo del Caribe, en las milenarias tierras de China, cuando aparece en escena Yo soy Cuba. Uno tras otro, los cuadros: El bar, El solar, El malecón, El parque y El carnaval, que conforman esta obra, motivaron a los espectadores, quienes poco a poco se incorporan, -como sucede aquí a cada paso de la compañía-, en aplausos, asombros, por el excelente quehacer danzario de las huestes de Veitia, que lo entregan todo sobre las tablas, a lo que se suman la excelente música de los cinco profesionales del grupo (Enrique, tresero y director musical), Edenys Sánchez trompetista), Eliover Villapanda (cantante), Andy Asterio (guitarrista y cantante0,y Reinaldo Méndez (percusionista y cantante), que suenan como una gran orquesta, la alegría y el colorido de los diseños, que conforman un arcoíris llegado a estas tierras del lejano oriente desde la atractiva isla tropical, que los hace soñar y bailar…
Ahora hacemos estancia en la singular ciudad de Fuzhou, capital de la provincia de Fujian, bajando aún más hacia el sureste de China. El viaje en tren desde Nanchang fue uno de los más atractivos hasta ahora, diríamos, inolvidable. Esta es una región montañosa de hermosos paisajes, donde se encuentra el famoso monte Wuyi, con más de 600 metros de altura, y cuyos cerros están abrazados por las nubes, exhibiendo vistas únicas, cruzando muchos túneles, amen que por su altura, da la impresión, por momentos, que viajamos en avión… Las tradiciones cubanas reunidas en danza, música y alegría, siguen de viaje por el gigante asiático.
Fotos cortesía del autor