Cuando en diciembre de 2019 el Valle de Viñales, localizado en la Sierra de los Órganos, Pinar del Río, arribó a sus veinte años de ser declarado Patrimonio de la Humanidad en la categoría de Paisaje Cultural por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), lo celebró con la puesta en marcha de una novedosa estrategia de turismo sostenible, elaborada principalmente por la comunidad.
Para Katherine Muller-Main, directora de la Oficina Regional de Cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco, la elaboración de una estrategia de turismo comunitario sostenible para el Valle de Viñales fue hecha por la comunidad de una forma tan impresionante que no se eliminó ninguno de los puntos planteados. «Todo lo contrario: fue validado por muchas instituciones, como el Ministerio del Turismo, el de Cultura, el de la Agricultura, el de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, el Instituto de Planificación Física, el Centro Nacional de Patrimonio Cultural y la Comisión Nacional Cubana de la Unesco. Fue la propia comunidad la que hizo un análisis de cómo ven el futuro de Viñales. ¿Cómo quieren llegar ahí y qué hay que hacer para lograrlo? El turismo es bueno porque trae progreso, pero debemos cuidarnos de que un turismo excesivo e incontrolable afecte lo que tenemos», resaltó.
Misión y visión de la Oficina de la Unesco
«Desde 1950 radica en Cuba una oficina regional para América Latina y el Caribe. La oficina de la Unesco es la encargada de velar por el cumplimiento de las convenciones de cultura en la región —explica Muller—. Son convenciones que si bien no son vinculantes, o sea, no están por encima de las leyes nacionales, son acuerdos internacionales que los países adoptan para estar en consonancia con diferentes temas, por ejemplo, convenciones como la del patrimonio inmaterial, la de diversidad cultural y la del tráfico ilícito.
»Trabajamos para asegurar que se implementen las convenciones y lograr que todos los países la firmen. En el caso de las convenciones tenemos en la Unesco los secretariados, y esos secretariados tienen comités. En la convención de 2003 que tiene como objetivo salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial —Cuba, de hecho, es parte de ese Comité—, nos preocupamos por que haya una sostenibilidad de ese patrimonio a largo plazo, una transmisión de generación en generación y, sobre todo, mucha visibilidad.
»Dentro de ese marco de responsabilidad y con el apoyo de diferentes oficinas ubicadas en Chile, Haití, República Dominicana y Perú, la Unesco trabaja en cinco sectores: Información y comunicación, Ciencias naturales, Ciencias sociales y humanas, Educación y Cultura para el desarrollo sostenible. De igual manera se trabaja en pos del cumplimiento de la Agenda 20/30 y en las acciones relacionadas con el objetivo de desarrollo sostenible número cuatro, referido a “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”.
»Una de las iniciativas en las que se está trabajando es el levantamiento de las diferentes expresiones que pueden ser utilizadas dentro del proceso educativo formal e informalmente. Estamos buscando ejemplos de cómo esa cultura inmaterial la pueden aprender los niños, porque, sin la certeza de continuidad en las nuevas generaciones, eso tiende a desaparecer.
»Luego, la selección digital e impresa de dichas expresiones estará disponible en algunos centros de consulta para que los docentes tengan un abanico bien grande y digan: “Yo quiero practicar esto para mantenerlo vivo”. A todos nos encanta escuchar una historia bien contada, ¿verdad? ¿Cómo contarlo para que los niños y jóvenes quieran preservarlo? Esto es parte de la estrategia regional que estamos trabajando, que trabajaremos durante los próximos años y que desarrollamos en alianza con el Centro Regional para la Salvaguardia Inmaterial de América Latina (Crespial), en Cuzco. Pertenece a la categoría dos dentro de la Unesco, financiado por el gobierno que lo acoge, pero tiene una proyección regional».
Katherine Muller, quien es también representante de la Unesco en la junta del Crespial, trabaja en aras de establecer más alianzas entre el Crespial y Cuba, que promuevan el intercambio cultural entre los países, como lo hace el Festival del Caribe con cada nueva dedicatoria, como lo hará el próximo año con la hermana nación de Belice. «Me identifico mucho con Cuba, porque es un país donde la cultura está ahí. La cultura se respira todos los días. La cultura no ha sido tragada ni por el cemento ni por la urbanización. Todo lo contrario. Cuba es ejemplo de un país que ha sabido incorporar la cultura en su diario quehacer. Es un país que hace bastante tiempo no solo ha logrado suscribirse a la Convención, sino que ha generado una normativa nacional para lograr implementarla. Nosotros en la Unesco usamos el ejemplo de Cuba como una referencia para que las otras naciones desarrollen sus propias agendas», puntualizó.
«Estamos terminando de proponer los planes de trabajo para un programa que va a tener financiamiento de la Unión Europea, cuyo nombre es “Cuba, Caribe, Unión Europea”. Va a ser un programa muy lindo, porque dará la oportunidad para que Cuba ofrezca formación a los compañeros del Caribe, quienes vienen a estudiar acá. Lo vamos a hacer en el marco de la restauración, las industrias creativas y el turismo sostenible, ámbitos donde Cuba tiene una gran experiencia. Esta formación será una manera de generar empleo en el Caribe. Comenzará a finales de año. Sucede que nosotros tratamos de usar la regionalidad de la oficina para promover cooperación sur-sur, norte-sur y triangular, apoyando a Cuba para que comparta sus adelantos con otros países», concluye.
La Mayor de las Antillas sigue defendiendo la educación y la cultura, entre otros sectores, desarrollando disímiles festivales nacionales e internacionales, incluso en tiempos de difícil coyuntura internacional, apostando por el hermanamiento, la solidaridad y la cooperación con los pueblos de la región. Reconocemos el valor de preservar nuestra memoria histórica y salvaguardar el patrimonio cultural inmaterial para que las futuras generaciones no olviden de donde vienen y sepan hacia dónde van.