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Apuntes de una tragedia
17April
Artículos

Apuntes de una tragedia

Viendo las noticias de comienzo de semana, me vienen a la mente los filmes catastrofistas que hicieron época destruyendo futuristas rascacielos, sagrados templos e indestructibles cruceros, donde por lo general la suma de inverosímiles situaciones llevan a aparatosas calamidades. Pensar en la factibilidad de estos hechos, particularmente tratándose de un monumento de excepcional valor para la humanidad, dotado de las más notables experiencias en la gestión de riesgos, conmociona y llama a la reflexión. 

La Catedral de Notre Dame, edificada hace más de ocho siglos, constituye una obra maestra del genio creador humano, símbolo por excelencia de la historia y cultura francesa, excepcional ejemplo de la arquitectura gótica, inmortalizada por Víctor Hugo en su trascendental novela Nuestra señora de París en 1831, sitio de veneración para católicos de todo el mundo y recinto de magnos eventos como la coronación de Napoleón Bonaparte, de Enrique VI de Inglaterra o la beatificación de Juana de Arco. Por tan alto significado histórico cultural el bien formó parte del conjunto de las riveras del río Sena de París declarado por la UNESCO Patrimonio Mundial en 1991.

Aun cuando es muy pronto para esclarecer causas y cuantificar los daños, es evidente el terrible impacto de las llamas a la integridad de la edificación y los cuantiosos bienes muebles que albergaba, algunos totalmente destruidos. Las pérdidas son incalculables, y tratándose de bienes patrimoniales, invaluables. Cabe preguntarse qué falló, cómo pudo suceder algo así, presumiblemente accidental, en un sitio que en principio debe tener protocolos precisos para estas contingencias.

Lo cierto es que, queda mucho por hacer en cuanto a prevención de riesgos de los bienes patrimoniales, todavía están frescas las imágenes dantescas del Museo Nacional de Brasil en Río de Janeiro ardiendo y con él colecciones únicas irremediablemente perdidas, no se hizo esperar el reclamo de una mayor atención a estas instituciones por los gobiernos. Hoy hemos perdido todos, la humanidad siente menguada su cultura ante estas realidades y al menos, nos corresponde sacar experiencias, perfeccionar nuestros procesos de prevención, asegurarlos material y financieramente y capacitar a sus gestores, no hay otro camino, nuestro legado patrimonial lo merece.

 

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