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Cuando el grito de Patria fundamenta el concepto de un Festival
01April
Artículos

Cuando el grito de Patria fundamenta el concepto de un Festival

Todavía hay gente en este mundo que aseguran que la Trova es una manifestación musical en franca decadencia porque no se percatan de su presencia en el panorama cultural de nuestros días. Una cosa es la lamentable actitud mercenaria de quienes prefieren ceder los espacios públicos a exponentes de corrientes musicales marcadas por acentos de mediocridad, pero que producen altos dividendos económicos y otra cosa es decir que la Trova de siempre ha disminuido su representatividad social hasta el punto de desaparecer como tal, para entonces quedar como un recuerdo.

Quienes así piensan debieran llegarse por estos días hasta Santiago de Cuba, sede de la 57 Edición del Festival de la Trova Pepe Sánchez, para comprobar la plena vitalidad de estas canciones del alma, gracias a la presencia de trovadores procedentes de todas las provincias del país además de los propios músicos santiagueros.

Escuchar la autentica tradición trovadoresca en el dúo Voces del Caney, el poderoso timbre del canto de Vionaika, la relevante musicalidad del dúo Así Son hasta la atractiva contemporaneidad del Trío Palabras y el impresionante desempeño del Orfeón Santiago, es solo una parte de este conglomerado de maravillas, pues -entre otros invitados-, contamos con la profesionalidad del joven trovador nacido en el seno de una guitarra santiaguera Eduardo Sosa. Además estuvieron desde la ingenuidad necesaria para la vida que deparan las composiciones de Pepe Ordaz hasta la combinación perfecta de la guaracha y canciones de profundo contenido social (sin dejar de tener su sello) de Tony Ávila.

Ante dicho encantamiento, es prácticamente imposible no quedar embrujados por la herencia de canciones legendarias. Antiguos testamentos que asumen el mayor vuelo del lirismo en la medida en que seamos amenazados por la vulgaridad y el mal gusto que algunos pretenden imponer en nuestras vidas. Al abordar la temática de la relación en la pareja desde la belleza de poéticos textos, surgidos en medio de la pureza de los latidos del corazón de mujeres y hombres de pueblo, asistimos a la conformación de paradigmas destinados a perdurar por siempre en los senderos de la eternidad.

En tal sentido, sentirnos impactados por semejante dosis de emotividad, significa que hemos recibido la necesaria carga del amor para extenderlo hasta recónditos confines de nuestra isla. Precisamente, a partir del culto a esta música de raíz es que podemos permitirnos cerrar los ojos para lanzarnos al abismo en la búsqueda de cada cual por encontrar la Cuba profunda que habita en lo más hermoso del alma. Significa aceptar de una vez y por todas, que en la Trova radica uno de los núcleos fundamentales para la evolución de nuestra identidad como nación. 

Reverenciar a la Trova es mucho más que honrar la nostalgia por una música imperecedera. Es como re-encontrarnos con nosotros mismos, purificados por vivencias extremadamente emotivas que nutren nuestro orgullo de ser cubanos. Visitar al Cementerio Patrimonial de Santa Efigenia y rendirle los merecidos honores al líder de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro, es la primera exaltación de nuestra sensibilidad. Pero cantar La Bayamesa junto a Eduardo Sosa en la tumba donde descansan los restos del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, es uno de esos privilegios que nos da la vida como para no olvidarlo jamás.

Como tampoco se podrá olvidar nunca la oportunidad de compartir el canto del dúo Voces del Caney en una composición que Sindo Garay dedicada a Martí, pero precisamente en el sitio donde descansan los restos del Apóstol. A estas alturas, la emoción que nos embriaga es tan intensa como el sol santiaguero que nos cubre, pero apenas estábamos en el comienzo del recorrido por la llamada Ruta del Trovador. Quedaba nuestra visita a la tumba nada menos que del gran Miguel Matamoros donde el trío Palabras, consiguió relajar un tanto nuestra tensión con la interpretación de su guaracha Sublime Ilusión, para después continuar honrando la memoria de otros grandes como Pepe Sánchez, Compay Segundo, Ñico Saquito y finalmente Perucho Figueredo, ocasión en que todos entonamos absolutamente emocionados, nuestro Himno Nacional.

Sirva nuestro relato acerca de estas intensas emociones vividas, para reiterar de nuevo que el Festival de la Trova Pepe Sánchez no es para nada un festival más de los tantos otros que se puedan celebrar. Es la respuesta de los trovadores de nuestros días al grito de amor por la Patria que Sindo nos dejara como legado en su Mujer Bayamesa. Y para quienes creen que la música de la Trova es algo que quedó en el pasado, concluimos esta crónica sobre el Festival de la Trova con esta anécdota narrada por el prestigioso investigador y promotor, Lino Betancourt a quien honramos profundamente por todo lo que hizo a favor de la música cubana durante toda su vida:

“Una tarde, el trovador Pedrito Ibáñez iba rumbo a su casa. Se sentía triste. La trova tradicional languidecía, opacada un tanto por nuevos ritmos que pretendían ahogarla, silenciarla. Pensó que las canciones trovadorescas no podían desaparecer, erradicarlas del gusto popular: “Dicen que murió la trova…”, pero inmediatamente reaccionó: La trova no ha muerto, no, que surjan mas trovadores que la trova es inmortal…” Buscó en su bolsillo un lápiz y un papel para escribir lo que le dictaba el corazón. No encontró papel, pero en el suelo había una cajetilla de cigarros vacía, y allí escribió su canción La Trova.” (1)

“Desmientan al que diga

que la trova ya murió,

la trova no ha muerto, no

porque aun vive en el alma

de quien la oyó y la cantó”.

 

Nota:

  1. Betancourt, Lino y Ramos Eduardo. Como la rosa, como el perfume. Ediciones Museo de la Música, 2011. P.97