Por: Willy Hierro Allen
De la actriz sex-simbol hollywoodense Jayne Mansfield, se dijo tanto y al recordarla aún se comenta, que la verdad termina por escurrirse entre los cotilleos. Como suele ocurrir en el mundo de las ‘celebrités’ tuvo su etapa de alza y la de baja, ambas llenas de misterios, maldiciones y escándalos.
La noche del 29 de junio de 1967, falleció Jayne Mansfield en un horrible accidente de tránsito. A bordo de un Buick Electra 225 de 1966, viajaban la voluptuosa rubia, su abogado y el chofer, delante, y tres hijos de Mansfield detrás. Salieron de Beloxi (Mississippi) rumbo a Nueva Orleans (Luisiana) por la autopista 90. Menos el chofer, todos dormían.
Estimaron los peritos que el Buick transitaba a más de 120 km/h. Una nube de insecticida, recién rociado en campos aledaños a la autopista, nublaba la visibilidad, causa por la cual al parecer, el chofer no vio el camión-tráiler y chocó violentamente contra su parte trasera. No frenó, no había huellas de neumáticos en el asfalto.
Como los tráiler son altos, el Buick se metió prácticamente debajo y fue el parabrisas la zona del auto que recibió el impacto directo del choque. Esa parte no tiene la resistencia estructural para absorber el golpe y así proteger al chofer y a los pasajeros que viajan en el asiento delantero. Esos tipos de accidentes son mortales.
Los tres: Jayne, el abogado y el chofer murieron instantáneamente. Y si los niños se salvaron, es porque dormía acostados en el asiento trasero. Según la autopsia de Mansfield, sufrió severas lesiones craneales que le causaron la muerte. La noticia hubiera sido la de un común accidente de tráfico en el que mueren tres personas. Pero no, ¡una de ellas era un sex-simbol!
En la eterna primavera de Hollywood, florecen los chismes y el de la rubia platinada Jayne Mansfield fue mayúsculo. Empezó con una de las fotos del accidente, donde “parecía” que la actriz se decapitó en el choque. Crueldad sin límite, porque lo que estaba en el suelo era la peluca de Jayne Mansfield no su cabeza. Ante el brillo de la fama, la verdad queda opaca.
Jayne Mansfield nunca alcanzó la talla de Marylin Monroe, tanto ella como Diana Dors o Mamie Van Doren eran las ‘otras rubias’ del cine. Para 1967 ya Jayne rodaba cuesta abajo. Iba a Nueva Orleans para presentarse en un cabaret, no al rodaje de una película. Jayne no era tonta, sabía idiomas y sí tenía un cuerpo explosivo ¿qué más hace falta en Hollywood?
Tras la trágica muerte de Jayne, en EE UU se hizo obligatoria la instalación de barras protectoras en la parte trasera de los camiones-tráiler, las que no permiten a los autos que choquen con un tráiler, meterse debajo y matar a sus ocupantes. El público las bautizó “defensas Mansfield” y desde que se colocaron, han salvado muchas vidas.