Esta entrevista con Gary Nader surgió de manera casual, en un momento en que trataba de corroborar el impacto de Miami dentro del contexto internacional de las artes plásticas. Paseaba por la zona del Art District –un lugar que ha sido readaptado en tiempo y espacio y que define los matices y complementariedades entre la labor promocional y la funcionalidad arquitectónica–, cuando descubrí las esculturas gigantes de Botero y un automóvil Ferrari parqueado frente a una nave industrial. El nombre del edificio no se divisaba desde mi coche pero tanto las piezas de Botero como el Ferrari despertaron mi curiosidad. Entré, pregunté y conocí a Gary Nader, un hombre especial en este mundo de hoy tan marcado por la realidad práctica.
Luego pasó lo inexplicable: la entrevista grabada se extravió y, sólo al cabo del tiempo, pude recuperar el archivo de voz. Ha transcurrido casi un año desde entonces, pero he constatado que la conversación conserva actualidad, viveza, y sigue siendo impresionante para mí la locuacidad, el conocimiento, y sobre todo, la defensa apasionada que hizo Nader sobre el coleccionismo y el trabajo en la galería. Es razonable que su galería, quizás la más grande del mundo (55 mil pies cuadrados) –poseedora de un considerable inventario de maestros latinoamericanos– sea en la actualidad una referencia imprescindible en la historia del arte del siglo XX.
¿Qué estrategias sigues para que la gente conozca el trabajo de tu galería?
Envío catálogos, hago entrevistas como ésta para que la gente venga al espacio... A veces estoy un mes en Europa y cuando regreso a la galería yo mismo me sorprendo de lo que he hecho. Mucho trabajo, mucho sacrificio, pero es mi sueño hecho realidad. Tengo una colección particular de obras que no están a la venta, forman parte de la colección de mi familia. Lo importante es que las colecciones se muestren, no tenerlas escondidas en la casa, una colección que no se muestra no sirve para nada. Promuevo mi colección constantemente, por todo el mundo: el Medio Oriente, Europa, toda Latinoamérica. El próximo destino será Asia, porque no ha habido tiempo para trabajar en esa dirección. Como todo trabajo, éste lleva mucho, pero mucho tiempo.
¿Cuál es el concepto que sustentas para tu galería, desde el punto de vista promocional y comercial?
El concepto de la galería es muy sencillo: llevo el negocio como si fuera mi casa. Claro, es una historia de casi cuarenta años porque mis padres tenían galerías desde que yo tenía ocho o nueve años. Me paseo por el mundo desde hace treinta, entre subastas de arte moderno y arte contemporáneo, en Londres, Nueva York, París, Italia. Visito todas las bienales, las ferias de París, Basilea, Miami, Chicago, Buenos Aires, Lima. Es un constante aprendizaje en busca de las obras que me gustan y complacen, y por muchos años hice búsquedas de artistas jóvenes y, como puedes ver, mi galería tiene obras de muchos artistas jóvenes.
Tenemos un inventario muy completo de arte de maestros latinoamericanos; la colección de Botero más importante del mundo porque abarca todas las épocas: los cincuenta, los sesenta, los setenta, los ochenta pero, a la misma vez, hay un gran contenido de arte contemporáneo americano: Sam Francis, Kippenberguer…; tenemos una exposición muy importante de Frank Stella, el gran maestro americano, que es uno de los artistas que la galería representa. Esto de mi familia es una pasión, no solamente es nuestro negocio principal y, si podemos vender unos cuadros y comprar otros es para dejar un legado a los chicos –que ya están en la tercera generación–, y un legado a la comunidad. Hemos hecho unas doscientas exposiciones, y subastas, ferias de arte, tenemos nuestra propia publicación de catálogos y libros de arte. Lo importante es que en este espacio he cumplido con todo lo que he querido hacer.
Somos libaneses pero nací en Santo Domingo donde mis padres tienen una galería. Quien sea que llegue a República Dominicana siempre va a esa galería, y es lo que he querido hacer en Miami, que alguien que visite esta ciudad no deje de venir a vernos. Como el espacio es tan grande, se preparó para hacer reuniones hasta de dos mil personas. Presto mucho este espacio a instituciones sin fines de lucro, instituciones benéficas. Es un espacio de carácter social. Otra cosa que quiero y enfatizo mucho es que la gente joven venga a la galería. Tuve suerte al estar vinculado desde muy joven al arte, y considero que exponer a los chicos el arte es darles una gran ventaja, no sólo por el disfrute que uno va teniendo en el futuro, sino por el concepto de la belleza. Insisto mucho en enfrentarlos no sólo a las artes plásticas sino también a la danza, a la música, porque la experiencia con el arte permite ver la vida de una manera más rica. A los niños y jóvenes hay que estimularles la sensibilidad.
Me imagino que como parte de esa cultura que llevas aprendida por tu ascendencia libanesa sigues manteniendo algunas costumbres... Perteneciendo a un país tan rico, con una conciencia cultural tan especial y una diversidad religiosa, ¿has pensado traer el arte de esa región de la que eres oriundo a tu galería en Miami?
Yo fui criado por mis padres como un libanés, aunque tengo también la influencia de la cultura de República Dominicana, en donde viví hasta los 23 años. He hecho varios viajes al Líbano, a Egipto, a Qatar, a los países del Golfo, y de esas regiones y ese arte estoy aprendiendo. Lamentablemente el Medio Oriente está como Latinoamérica hace 30 años: no había publicaciones, no había libros, no había exposiciones, ahora parecen estarse despertando un poco más. Por ejemplo, no existe un museo de arte en todo el Golfo, lo van a hacer; no existe un museo importante en el Líbano. Entonces, ¿cómo tú aprendes sobre lo que se produce allí, si no viajas y lo estudias directamente? En los últimos años he estado más de diez veces en el Medio Oriente, aprendiendo. Y les he propuesto intercambiar exposiciones, traer lo que ellos tienen allá y yo llevarles lo que tengo aquí.
Hay una conceptualización sobre el árabe, como retrógrado y terrorista producto del 11 de Septiembre; piensan que es un musulmán con concepciones del año 1500, y todo eso es erróneo. Hoy día se crean obras extraordinarias en Irán e Irak. Lo que no podemos pretender es que ellos acaten nuestras culturas, son gente que han vivido mil años sin un museo. Qatar acaba de hacer un museo de arte islámico… Hay que favorecer una aproximación cultural, hacer que entiendan nuestra cultura y nosotros la de ellos. No se trata de invadirlos culturalmente.
Entre las propuestas que les he hecho está un parque de esculturas monumentales, y varios museos, uno de arte latinoamericano que abarque principios del siglo pasado hasta ahora, porque tienen los medios, pero no la gente que los sepa guiar. Si ellos quieren turismo internacional, deben tener una oferta internacional en los Emiratos Árabes y en Qatar. Al mismo tiempo si quieren que sus artistas sean conocidos internacionalmente deben traerlos a los sitios adecuados para eso. Pero lleva mucho tiempo. Nosotros comenzamos a promover el arte latinoamericano hace ya 40 años y mira adonde ha llegado. No existe hoy una galería importante del mundo en Nueva York, París o Londres que no tenga arte latinoamericano. Si quieren nuestro respaldo, ellos también tienen que respaldarnos. Por ejemplo, el primer país que yo visité cuando llegue a Europa fue España, y me quedé frío porque no encontré nada de arte latinoamericano. Si vas a París es otra la situación porque los grandes maestros latinoamericanos vivieron casi todos en Francia. Wifredo Lam vivió en España durante los años 20, pero estuvo casi toda su vida en París. Ha sido muy poco el aporte artístico de España al movimiento creativo de Latinoamérica. Ahora algunos artistas latinoamericanos viven en España: Carlos Quintana, Mariño, chicos jóvenes de mucho valor… Pero volviendo a lo del Medio Oriente; tiene que haber una acometividad mayor de parte de ellos que de nosotros. Yo no quiero ser un dealers más en el Medio Oriente, en Qatar específicamente que es el país con quien he mantenido comunicaciones sistemáticas. No fui allí a vender, porque para mí vender es muy fácil. Lo que les estoy proponiendo son intercambios culturales, si entienden mis razones perfecto y si no, al menos lo intenté.
Al hablarme de tu participación en eventos internacionales no has mencionado a ARCO, en España…
Yo hice una feria, la preparé, la produje, se llamó Contemporánea; traje cincuenta artistas latinoamericanos contemporáneos y a cada uno le di un stand, y una exposición de cincuenta maestros latinoamericanos. Me parece que las ferias son muy válidas, traen muchos clientes, y las grandes galerías del mundo hacen ferias, pero ésta no es mi forma ni me interesa. Me invitan para que participe, pero esta galería me consume tanto, que casi tengo aquí mi propia feria, mi propio museo.
Hay un espacio grande que se proyectó para mostrar exposiciones privadas o exposiciones que algunos museos no tienen donde exhibir. Como tú bien sabes, es un problema el espacio, es muy costoso mantener un espacio de estas dimensiones, a veces ni el Estado puede mantenerlos. Hay una percepción del público que va a las ferias, creen que todo lo que se exhibe en ellas es bueno y no es cierto, porque las ferias no son curadas por expertos, son curadas a partir de la necesidad de crear un espacio de venta, por eso no estoy muy de acuerdo con ellas. No es mi forma de negociar el arte, me gusta una clase de gestión más personal. Es cierto que tienen su efectividad, los grandes dealers del mundo las necesitan, pero yo no.
¿Qué consideración tienes sobre el arte digital que se hace hoy día a través de Internet?
Todo lo que se viene desarrollando a través de Internet, el arte digital, el video, tiene su momento en la historia y su valor; es una forma nueva y extraordinaria de crear pero hay un problema con eso, hay mucha confusión: algunos piensan que la pintura y la escultura, hasta la misma fotografía, están un poco pasadas de moda. La pintura será siempre la pintura. Antes había un concepto de que la escultura tenía que ser de un solo material: bronce, plomo, mármol o piedra. Ahora hay esculturas que se pueden hacer con quinientos materiales, hay escultura cinética, artistas que hacen esculturas con los videos porque los proyectan sobre una superficie tridimensional, y todo eso tiene mucha validez, pero que la gente no se deje confundir, el buen pintor, el buen escultor, nunca va a pasar de moda. También he sido un defensor del arte ante los artistas de moda, porque sólo eso es lo que van a ser: artistas de moda. Hay precios inflados de artistas muy jóvenes, sin currículum, sin exhibiciones, sin publicaciones, todo producto de un buen marketing.
He visto que tiene en su galería fotografías desde principios de los años treinta hasta la actualidad. ¿Piensas que la entrada de la computación, de los programas de diseño y retoque influirá negativamente en el arte fotográfico?
No, todo lo contrario. Vivimos una época en la que tenemos que entender los métodos nuevos de creación. Hay mucha cosa mala también, como también en la pintura, la escultura. Lo que pasa es que hay que saber escoger lo bueno dentro del arte. A mí la fotografía me encanta. Yo digo que si no fuera dealer sería fotógrafo, y como ves no hay un concepto de fotografía en la galería, sino obras de muchos artistas y maestros internacionales, sobre todo de artistas que a mí me gustan. Yo solamente traigo, como te dije, lo que a mí me gusta, si es bueno o malo ésa será una decisión de la crítica, pero por lo que veo tenemos buen ojo. Es muy válido lo que mucha gente hace hoy día hasta en pintura digital, claro el artista tiene siempre que estar presente, tiene que haber un creador detrás de la computadora, de la cámara, del concepto.
¿Podría decirse que fuiste de los precursores de la comercialización del arte latinoamericano en Estados Unidos?
Sin duda alguna. No me gusta darme lustre, pero si revisas el currículum, verás la cantidad y la importancia de las exposiciones que he realizado: 30 exposiciones de maestros latinoamericanos, muy completas, exposiciones individuales más grandes que las que preparan los propios museos, de Wifredo Lam, de Matta, de Armando Morales, de Botero dos o tres exposiciones, de Julio Larraz, Mario Carreño… De cada una de estas exposiciones se han hecho catálogos, porque creo mucho en las publicaciones. Tenemos unas cuarenta o cincuenta publicaciones.
¿Cuáles son en tu opinión los mejores exponentes territoriales del arte latinoamericano y caribeño?
El arte latinoamericano es un viejo concepto que hay que actualizar. En las décadas del treinta, cuarenta y cincuenta, los países más industrializados de Latinoamérica tenían varios aspectos en común: hablaban español, a excepción de Brasil, tenían estructuras sociales y políticas parecidas… Antes había un lenguaje más conjugado entre los países pero hoy día no. Una Argentina de hoy no tiene que ver con una República Dominicana… Si tú estudias la pintura, la escultura en tiempos pasados en Latinoamérica; verás que muchos artistas se parecían entre ellos; pero como resultado de las facilidades que hoy día ofrece el mundo globalizado, la comunicación, Internet, un artista latinoamericano es más internacional que regional.
Yo creo que el arte latinoamericano existió hasta los años sesenta y ya está pasado de moda. En aquella época los grandes maestros eran mucho menos que ahora y eso era una de las cosas que los conjugaba. El negocio del arte se ha hecho tan lucrativo que ha estimulado a mucha gente a entrar en él, hay muchos artistas. Tú vas por ejemplo a República Dominicana y hay más de 1 500 personas viviendo del arte. Claro que las influencias fuertes, importantes, han venido siempre de México, Argentina, que son los grandes creadores, también ha habido excepciones como Cuba, Colombia. Y no se diga Brasil que está a la vanguardia, no solamente en Latinoamérica sino en el mundo. Los artistas contemporáneos brasileños son comparables a los artistas contemporáneos alemanes, chinos, japoneses… El Caribe tiene otra cosa: un lenguaje más parecido, la ascendencia africana, el colorismo, la naturaleza, costumbres, idiosincrasias que lo unifican y lo hacen peculiar.
Una pregunta un poco difícil de responder, pero fácil para ti, supongo: ¿cuál es tu definición del arte hecho en las Américas y el Caribe?
Es arte contemporáneo, arte moderno, es como cualquier otro arte. Si a Guillermo Kuitca, el artista argentino más importante de los últimos cuarenta años, le dices que es latinoamericano no le va a gustar, porque es un artista contemporáneo, es un artista mundial; o a Vik Muniz, o al mismo Netho, de Brasil. Tienen las influencias del medio en donde viven, del contexto, pero ese concepto de artistas latinoamericanos no les encaja.
O sea, ¿tú crees que sería peyorativo para un artista encuadrarlo en un ambiente latinoamericano, en vez de un ambiente global?
El término latinoamericano tiene ya una connotación más geográfica que conceptual. Arte latinoamericano hoy día es el que se produce en Latinoamérica, pero no tiene que ser hecho exactamente por un latinoamericano. Puede ser un alemán, o un belga como el caso de Francis Alÿs, que reside en México, y está influenciado por las cosas que ve cada día, utiliza a gente de ese país que lo inspira y ayuda a hacer sus cosas. Por ejemplo, el Tate Modern Gallery de Londres tiene una colección latinoamericana, el presidente Obama está haciendo un museo para exponer el aporte de los latinoamericanos al arte de los Estados Unidos, y mucho de ello va a tener que ver con la pintura, la escultura de artistas que han influenciado a los Estados Unidos. Pero ya no es el mismo concepto de los años 40 o de los años 60, cuando veíamos a un Diego Rivera, de México, y a un Vela Zanetti, de España, haciendo casi lo mismo. A Netho, por ejemplo, con esas grandes mallas, que tienen su historia geográfica y una gran influencia de su país lo puedes exponer en cualquier parte del mundo; puede ser alemán, sueco, chino.
Me gustaría conocer tu visión del arte en el futuro próximo…
No creo que vaya a cambiar tanto… A finales de la década pasada llegó Internet y se ha producido una avalancha de tendencias como el performing art, earth art, arte que se hace sobre la tierra, cosas pasajeras, el video que ha pasado a ser muy importante y a lo que le dicen arte conceptual; no nos podemos equivocar, el arte clásico nunca es solamente clásico, sigue siendo contemporáneo. Lo nuevo no puede ser lo único que tenga valor, es todo lo contrario, lo que tiene valor es lo que está probado históricamente. Hay muchos artistas y galeristas que –y es de lo que yo me quejo–, combinados con las casas de subastas, han incrementado los precios hasta límites irreales; chicos de 30 años vendiendo obras en unos 800 mil dólares: no son genios de la pintura, no es gente que ha inventado la rueda… Por supuesto, lo más importante es el aporte que hace ese creador, tanto dentro de lo moderno como de lo viejo.
En realidad no estamos inventando nada, el arte sigue siendo arte. Lo das con un ojo antiguo, contemporáneo o moderno. Hay cosas que van a mantenerse y cosas que van a desaparecer. Las dos partes fundamentales en el arte son el carácter intelectual intrínseco de la obra y el comercial: uno sin el otro no puede existir. Porque ¿cómo tú promueves a esos artistas si en medio no hay comercio?, por eso existen las galerías, las revistas, las ferias… Los dos van juntos de la mano, lo que no se pueden es traicionar unos a otros y eso es lo que pasa mucho.
Ese concepto es claro y clásico tal como tú lo planteas, desde la época de los reyes españoles que encargaban sus obras y valoraban a un artista más que a otro aunque no fuera el mejor… Sin embargo, hoy existe una gran cantidad de artistas con cualidades o valores increíbles, y son grandes desconocidos. ¿Qué oportunidades tú crees que pueda haber para ellos?
Seguir trabajando es la única alternativa; seguir tocando puertas; continuar haciendo pintura, escultura, seguir haciendo video, seguir haciendo lo que el artista quiere exponer. Tiene que seguir porque si de verdad cree en su pintura o cree en su arte, morirá con él hasta que alguien lo reconozca y promueva. Mira el caso que todo el mundo conoce, Van Gogh, se murió siendo muy joven, loco, nadie le dio valor a su pintura, pero su familia sí creyó en él, y mira quién es actualmente, existirán muchos casos como éste que pasarán... Ahora es más difícil si eres tan bueno porque existen la globalización, Internet, las bienales.
A mí hay pocas cosas que me sorprenden porque he visto mucho; hay muy pocas cosas que me gustan hoy día. En la Bienal de Venecia vi a un artista de Brasil que me dejó impactado. Hacía muchísimo tiempo que no veía una obra que me impactara tanto, su obra tiene una conjunción de colores, temáticas y composiciones: era genial; la semana que viene me monto en un avión y me voy a conocerlo, aunque no trabaje con él no importa, quiero ver las cosas que está haciendo, y eso es lo que verdaderamente me apasiona. Así he conocido a muchos artistas, por ejemplo, la primera vez que vi a Walter Goldfarb fue en una exposición en Guadalajara, y me dije: qué tipo tan raro, qué bien lo que hace, qué único, después voy a Arco y lo veo allí, voy a Colonia y lo veo allí, y fue así como me propuse conocerlo personalmente. Veía 5 000 obras, pero nada como lo que él hacía. Llamé a un amigo coleccionista de Brasil y me dijo que él era uno de los grandes talentos del país. Le toque a la puerta y ahora tengo unas 100 obras de ese artista en mi colección… Nadie tiene la bolita mágica, pero la calidad es indiscutible. El que tenga ojo va a reconocer la calidad siempre. El problema es el que no tiene ojo y se guía por el que está al lado. Alguna gente me pregunta cómo empiezo, y yo le respondo: es muy fácil empezar, hay que leer, hay que visitar los museos, hay que educarse y después comprar.
Yo tengo muchos amigos con un nivel económico alto, tú entrabas a las casas y veías a los mismos cinco artistas. Compraban como si se tratara de comprar la misma camisa, el mismo pantalón. Y hoy muchos de esos artistas no los pueden ni vender, porque los precios estaban inflados. Salían en el New York Times, las subastas informaban que los habían vendido en tanto, y entonces ellos los compraban. No se trata de que el otro se entere de lo que tú compras, se trata de que lo que tú estás comprando, lo que estás colgando y viendo en tu casa te complazca, porque de lo contrario no tiene ningún valor. Quizás puedas hacer dinero; mucha gente comenzó a comprar para hacer dinero como parte de su portafolio. Eso no tiene ningún valor. Si tienes la suerte de comprar una obra y luego se valora eso está bien, pero tiene que ser un aspecto secundario. La obra tiene que poseer ese valor intrínseco del que te hablaba, tiene que interesarte, gustarte…
Eso es un poco romántico…
Es que si no es romántico no sirve...
Pero hay una gran cantidad de gente que compra arte no porque les guste sino como inversión…
Ésa es su prioridad, pero se están perdiendo una gran experiencia. Es ahí donde la gente se equivoca. Por ejemplo, en esta misma galería, ahí afuera hay un Picasso que vale 10 millones de dólares; sin embargo mira el cuadro que tengo frente a mí, de muchísimo menor precio, pero quiero verlo, disfrutarlo antes de que se vaya; me gusta más incluso que el propio Picasso que está afuera.
En tu exposición se aprecian, básicamente, esculturas, pinturas, algún que otro montaje. ¿Hay otras expresiones artísticas que te interesa mostrar?
Sí, hay una habitación de video arriba, aunque no es lo que prefiero. Admiro el video, me gusta, lo disfruto, pero lo que a mí me gusta, como podrás darte cuenta en la galería, es la pintura y la escultura clásicas.
Me gustaría hacerte una pregunta que, a partir de mis inclinaciones personales, quizás resulte atípica... Con una instalación como la que posees, ¿nunca has pensado hacer una exposición sobre el arte en el automóvil?
No, no, me gustan los autos, me encanta verlos, pero no es mi fuerte.
¿Aunque se tratara de una muestra temporal…?
Bueno mira, las puertas están abiertas a cualquier tipo de oferta, lo que me tiene es que convencer. Y no eres la única persona que me ha hecho esta pregunta. Tengo un amigo que tiene 200 carros antiguos de Cuba que ha ido comprando y coleccionando, y me dijo: “algún día vamos a hacer una exposición con estos carros”.
Hay otra cosa excepcional en el área que ocupa tu galería, el diseño mobiliario. Es clásico, sencillo... ¿Nunca te ha interesado entrar en el mundo del diseño mobiliario?
Hubo una época en la que compré algunas piezas muy buenas. Es otro proceso, y quiero aclararte que me gusta mucho. Una parte de la galería se diseñó con ese propósito, pero en realidad no tengo tiempo y me parece que los precios están inflados y hay que esperar a que la gente entienda que no se trata de poner los precios arbitrariamente, tiene que haber sensatez. No he entrado en ese negocio porque no lo conozco lo suficiente como quisiera, estoy aprendiendo, y tengo que tener a la persona preparada que se encargue de hacerlo.
¿Las exposiciones que desarrollas en tu galería tienen un carácter inamovible o poseen también una perspectiva itinerante?
Hay tantas obras en mi colección que con ellas podemos hacer varias exposiciones. Por ejemplo, hicimos una exposición sobre el tema de los bodegones asumido por grandes maestros, Picasso, Muñoz Vera, Botero, Larraz, fue sumamente extensa y muy importante; de retratos, con piezas de Picasso, Botero, Lam, Armando Morales, entre otros; y también realizamos una exposición a una artista muy joven que atiende la galería, Soraya Abu Naba’a, una creadora con un talento increíble, graduada hace muy poco en París.
Tu galería es como un museo, un museo en el que se vende la obra. Por el tamaño y la capacidad que tiene puedes mantener exposiciones permanentes…
La ventaja que tenemos es que todo lo que hay es nuestro, no tenemos obras en consignación, no es la tendencia en nuestro trabajo. Yo tengo una manera muy particular de trabajar que la aprendí de mi padre. Al artista hay que comprarle la obra, por lo menos la mitad o algo significativo con lo que pueda continuar produciendo. Muchas galerías ni siquiera invierten en el artista, lo que hacen sólo es exponerlos, y a eso yo no le veo mucho mérito.
¿Cuál sería tu mayor anhelo como galerista?
Lo que más me gustaría es ver la galería llena de niños, porque sé que les estaría haciendo un enorme favor… En el mundo hay, por estos días, muchas cosas feas y yo soy un hombre privilegiado porque vivo rodeado de belleza.