Desde la edición anterior del Festival de La Habana se decidió crear la sección de Clásicos Restaurados, por la importancia que tiene salvar el legado cinematográfico que con el tiempo y otras causas se ha ido deteriorando.
Por Jorge Fernández Era
El panel «Clásicos restaurados: salvar el pasado para el futuro» tuvo lugar en el Salón Taganana del Hotel Nacional de Cuba como parte de los espacios teóricos organizados por el 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. El encuentro, conducido por el crítico de cine Luciano Castillo, director de la Cinemateca de Cuba, contó con la participación de Iosef Linder, responsable de preservación de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, y Felipe Cazals, realizador mexicano, presidente del jurado de ficción.
Luciano Castillo explicó que desde la edición anterior del Festival de La Habana se decidió crear la sección de Clásicos Restaurados, por la importancia que tiene salvar el legado cinematográfico que con el tiempo y otras causas se ha ido deteriorando. «La Unesco y la Federación Internacional de Archivos Fílmicos han hecho una declaración en tal sentido. El patrimonio fílmico está muy amenazado por infinidad de factores, climatológicos y de todo tipo. Cuba, gracias a la colaboración de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood, cuenta ya con los dos primeros clásicos restaurados, Los sobrevivientes y Una pelea cubana contra los demonios, y también con Memorias del subdesarrollo y Lucía, estos últimos con la cooperación de la Cinemateca de Bologna, Italia».
Iosef Linder contó que visitó Cuba en el año 2011. «La primera película seleccionada por nosotros —amplía— fue Una pelea cubana contra los demonios, y con posterioridad Los sobrevivientes, ambas estaban en muy malas condiciones, prácticamente no se podían ver; el calor y la humedad conspiraron en contra de su conservación. Por suerte, en el caso de Una pelea cubana contra los demonios, contábamos con dos copias, y pudimos empatar lo que servía de una con lo que perduró de la otra. Los sobrevivientes tuvo un problema fundamental: el color; restaurarlo requirió de un esfuerzo mayor. El objetivo de nuestro trabajo es que las películas regresen con la mayor calidad posible y puedan ser disfrutadas por los espectadores».
El director Felipe Cazals, que trae restaurado a La Habana su filme Canoa, reveló que le gusta seguir paso a paso todo el proceso de rescate de cada película, tal y como hizo con la filmación original. «Canoa tiene ya más de cuarenta años de filmada, y al original se le habían hecho cien copias, lo que significa manipular igual cantidad de veces los negativos, lo que favorece el desprendimiento de la emulsión. Restaurar y recuperar una película se puede en la medida en que el restaurador tiene de dónde partir, si no es absolutamente imposible. Canoa tomó siete meses de laboratorio, lo que no solo desde el punto de vista técnico, sino económico, es un proceso casi imposible para el cine mexicano».
Los panelistas coincidieron en que a pesar de todo lo que se ha hecho en los últimos años en aras de conservar la memoria cinematográfica, es necesario seguir destinando fondos para salvar ese patrimonio, que tiene una importancia de primer orden para la cultura de cada país y para la historia de la especie humana.
En el transcurso del Festival el público asistente podrá acercarse a una exposición de carteles de películas restauradas que es una iniciativa del proyecto CartelON, programa de fomento del cartel serigráfico cubano. La sala del cine 23 y 12, sede de la Cinemateca de Cuba, proyectará una visión totalmente restaurada de varios clásicos del cine latinoamericano: Tres tristes tigres (Raúl Ruiz, Chile, 1968), Canoa (Felipe Cazals, México, 1976), Se permuta (Juan Carlos Tabío, Cuba, 1983), Los motivos de Luz (Felipe Cazals, México, 1985) Tiempo de morir (Arturo Ripstein, México, 1986), Sur (Fernando Pino Solanas, Argentina-Francia, 1988), Rodrigo D. no futuro (Víctor Gaviria, Colombia, 1989), y un filme del que todos los cubanos nos podemos sentir orgullosos: Lucía, de Humberto Solás, que el próximo año cumplirá medio siglo de vida.
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