Mixtura entre tradición, memoria y contemporaneidad
«Solo los primeros teatros de las grandes capitales de Europa pueden igualar al de La Habana en la belleza de las decoraciones, en el lujo del alumbrado, y en la elegancia de los espectadores, que llevan guantes amarillos y pantalón blanco. En Londres o París se tomaría este teatro por inmenso salón de gran tono».
MARÍA DE LAS MERCEDES SANTA CRUZ, CONDESA DE MERLÍN
El 18 de febrero de 1838 fue inaugurado el Gran Teatro de La Habana, conocido entonces como Teatro Tacón en tributo al gobernador de Cuba en aquel entonces. Muy pronto, gracias a la fastuosidad de su sala de espectáculos y renombre de los artistas que en ella se presentaron, su fama trasciende los márgenes de la Isla para integrarse a circuitos teatrales internacionales. Varias reformas arquitectónicas exteriores y en su interior traen al edificio a su forma actual, reabriendo sus puertas el 22 de abril de 1915 con una representación de Aida, de Verdi. En su historia se ha identificado por otros nombres: Gran Teatro Nacional, Teatro Estrada Palma o Teatro García Lorca.
Es el Gran Teatro de La Habana un monumento de la memoria en la contemporaneidad. Han desfilado por sus escenarios prestigiosas figuras y compañías de ballet, ópera y danza. Perduran en los anecdotarios las visitas de las bailarinas Fanny Elssler, Ana Pávlova o Ana María de Angelo; las actrices Sara Bernhardt y Eleonora Duse; los cantantes Enrico Caruso, Victoria de los Ángeles o Teresa Berganza; el pianista Arthur Rubinstein o el mimo francés Marcel Marceau. Memorables seguirán siendo las presentaciones del Ballet Kírov de Leningrado y el Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart.
Desde 1960 ha sido principal escenario del Festival Internacional de Ballet de La Habana, cita cumbre que, bajo el poder convocante de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, acerca lo mejor del arte balletístico mundial al público cubano. Asimismo, el Festival La Huella de España y el Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet constituyen privilegiados atractivos para artistas y espectadores.
Hoy, el edificio se muestra con esplendor al habitual transeúnte, al visitante casual, al ojo expectante del curioso. Tras la reparación capital que devolviera la otrora grandeza del inmueble, se vuelve uno de los más suntuosos exponentes arquitectónicos de la capital cubana en su integración al monumental palacio del Centro Gallego, obra del arquitecto belga Paul Belau.
La atenta y elegante restauración que ha vivido el edificio restituyó el valor espacial y de convivio de sus amplios lobbies, salones, así como el espíritu que antaño el teatro ostentaba. Sin banal elitismo, la magnificencia de su sala principal García Lorca o la acústica de la sala de conciertos Ernesto Lecuona, se tornan premio al disfrute de una programación artística jerarquizada entre lo más distintivo del arte cubano e internacional.
El Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, con la rehabilitación de sus antiguos salones, amplifica sus bienes y servicios. Propone espacios para convenciones y recintos feriales, recepciones, eventos sociales u acontecimientos que propicien la sustentabilidad y posicionamiento como singular institución en nuestro contexto cultural. La sala de documentación Lezama Lima y la galería Orígenes del Fondo Cubano de Bienes Culturales mantienen sus identidades: exposiciones, presentaciones de publicaciones o lanzamientos de productos culturales conviven con nuevos sitios reservados a la fina gastronomía y cafés literarios.
El visitante encontrará en este edificio un ámbito de distinción cosmopolita y epocal fuertemente sugestivo: valores arquitectónicos detallados en sus fachadas, en las curvas de los balcones, ventanales y cornisas; sus torres, techados, escaleras y grupos escultóricos concebidos por el italiano Giuseppe Moretti en mármol de Carrara distinguen el ritmo elegante y caprichoso del peculiar diseño, referencia a la caridad, la educación, la música y el teatro.
El más importante centro teatral cubano aguarda al visitante para mostrarse amistoso en la belleza de su arquitectura y desde el riquísimo potencial artístico que atesora. Sito en un contexto de exaltada relevancia social, cultural e histórica, es depositario absoluto de una mixtura entre tradición, memoria y contemporaneidad.