El Premio Nacional de Patrimonio por la obra de toda la vida, que se otorga con el objetivo «de reconocer y estimular la labor de las personas que se han consagrado a la defensa y protección del patrimonio cultural», le fue entregado al arquitecto Omar López Rodríguez, director de la Oficina del Conservador de la oriental ciudad de Santiago de Cuba, en ceremonia efectuada en el Museo de Artes Decorativas y presidida por Alpidio Alonso, ministro de Cultura; Gladys Collazo, presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio; y Nereyda López Labrada, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura.
López Labrada destacó el hecho de que dicho reconocimiento se entregue en vísperas del 14 de diciembre, Día del Trabajador de la Cultura, que este año tiene una connotación especial por celebrarse en esa fecha el cumpleaños 90 del Poeta del Centenario, Raúl Gómez García, y por estar imbuidos en la organización del congreso veintiuno de la Central de Trabajadores de Cuba. «Por eso —dijo—, queremos aprovechar esta ceremonia para entregar a Gladys Collazo la distinción Raúl Gómez García por sus significativos logros en estos años de trabajo en el sector de la cultura».
El jurado de la edición 2018 del Premio de Patrimonio Cultural estuvo constituido por Eusebio Leal Spengler, historiador de la ciudad de La Habana, junto a Daniel Taboada, José Linares Ferrera, Hirán Millán e Isabel Rigol. Taboada, quien fuera declarado Premio Nacional de Patrimonio en el año 2015, dio lectura al acta del jurado y enfatizó en que Omar López Rodríguez se destaca «por el rescate de los valores de su ciudad durante más de treinta y cinco años, atendiendo esmeradamente sitios del patrimonio mundial. También ha sido notable su papel en el enfrentamiento a los desastres naturales frecuentes en la zona y la recuperación posterior de los daños. Tiene una multifacética trayectoria como dirigente, profesional, educador, gestor y promotor de la conservación patrimonial, tanto a escala arquitectónica como urbana y territorial, haciendo investigaciones y publicándolas. Su trabajo cotidiano ha recibido reconocimientos en Cuba y en el extranjero. El jurado considera relevante la actividad que desarrolla con notable empeño en la conservación que actualmente promueve la dirección del país en relación con la historia patria».
«Pido permiso —expresó emocionado el conservador de Santiago— para unas pocas palabras que aligeren mi carga de orgullo por el Premio, y para demostrar que pude alcanzarlo solo por saber andar acompañado, por tener la familia que tengo, por saber escoger a mis amigos, por la suerte de que me tocaron excelentes profesores, por la realidad de compartir cada momento de la Revolución y sus máximos dirigentes, siempre desde la perspectiva de lograr la conservación de la ciudad histórica de Santiago de Cuba. Nunca quise ir más lejos. Aprecié la profundidad de lo dicho por Guillén de que mientras más cubano seas, más universal serás, y lo apliqué a mi patria chica, Santiago, con obsesión y devoción».
Más adelante insistió en el agradecimiento a sus familiares y amigos: «Aprovecho la ocasión para agradecer a mi familia. A mis padres y hermanos, que dondequiera que estén merecen todo. Mi esposa, a quien conocí desde los 14 años y desde entonces ha sabido estimular mis avances, quererme mucho, soportar mis manías y obsesiones, acompañar mis tristezas y regalarme una bella familia de dos hijas, dos nietas y un bisnieto. Todos de conjunto son mi inspiración continua. También le debo mucho a mis amigos, pocos y buenos amigos que me ayudan siempre a seguir, me apoyan con ideas y acciones y creen en mí. Gracias, hermanos, por estar. Para mí solo queda el agradecimiento y el compromiso de seguir en la batalla de la conservación».