Por Jaime Masó Torres
Añeja y contemporánea, complicada y lógica, La Habana es todo eso y mucho más. Quizá por esas razones ella misma se convierte en uno de esos sitios a los que cualquier viajero desea volver una y otra vez. No importa de dónde venga aquel peregrino para que se sienta a gusto en su morada. Por eso es una de las ciudades más pobladas del continente, por eso ella es Maravilla, que es decir Grande, Única, Libre.
A la fiesta por sus 500 años, nadie quiere ni debe faltar. Los motivos son diferentes y todos coinciden en un mismo objetivo: ofrendarle a la capital de los cubanos todo el amor y cuidado que merece, por estar siempre, por no fallar nunca, por llamar a la inspiración, por irradiar orgullo.
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Los mejores poetas en sus mejores versos o los más inspirados compositores, dedican hasta hoy elogios finísimos a esta ciudad que sobrevivió a los espasmos y alborotos, a las artillerías inglesas y españolas…
Llena de fortaleza, La Habana permanece: porque no le teme al tiempo ni a las grietas en sus construcciones y porque nació en la primavera, donde los días se van alargando y las noches se hacen más cortas.
Desde el reciente lanzamiento oficial de la campaña por el cumpleaños de La Habana, con la presencia del Doctor Eusebio Leal y otros representantes del gobierno de la ciudad, organzaciones, centros culturales, artistas de todo el mundo...se suman a la celebración más aclamada de este año.
De manera particular, Arte por Excelencias, perteneciente al Grupo Excelencias, se une a dicha campaña y a partir de este 4 de julio presentará distintos materiales dedicados a la patria chica de José Martí. Gracias a nuestros colaboradores, podemos retribuir con honores a una de las capitales más visitadas del mundo.
De La Habana y sus habaneros ilustres, de aquellas historias artísticas que tienen como centro a esta capital, de su famosa arquitectura, de cada una de las transformaciones que experimenta por su cumpleaños, de todo eso y más brindaremos a nuestros lectores.
En medio de odios y discordias, aglomeraciones y fugas dolorosas, La Habana le abre los brazos a quien esté dispuesta a hacer por ella e incluso a los vanidosos que se jactan en su nombre y son incapaces de poner piedra sobre piedra y construir por el bien de su historia.
Cuando poco a poco se aproxima su cumpleaños, La Habana y, por ende, los que se sienten habaneros de corazón, más allá de la cuna, aúnan sus esfuerzos para celebrar en grande el onomástico de la Ciudad que enamora y seduce.
500 años dice cumplir y cualquier incrédulo guiñará dudoso un ojo, al saber que La Habana no calcula el tiempo. Ella es y será por los siglos, así: auténtica en su forma y su estilo… mágica en sus entrañas.
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