Fernando Hamel, fue un comerciante franco- alemán que en el siglo XIX, que financió la construcción de viviendas, en el barrio de Cayo Hueso, para sus empleados y vecinos. En agradecimiento, los pobladores comenzaron a llamar al tramo de calle donde se erigieron las casas, el Callejón de Hamel.
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Con los años, después de superar un largo período de olvido y decadencia, el callejón se transformó en un epicentro cultural urbano, de notable trascendencia, donde se atesoran hoy diversas tradiciones, expresiones culturales y religiosas de los afro descendientes habaneros.
En este proyecto puso todo su empeño y recursos, durante varias décadas, el conocido artista plástico Salvador González, que pintó en las fachadas de las casas de Hamel y los edificios circundantes, un gigantesco mural de más de 100 metros de largo, que llamó “Luz del Tiempo”.
En su realización empleó las técnicas y los estilos del viejo arte de los “ilé ochas” y de las casas de cultos de la santería donde se fabrican elaboradas piezas de carácter ceremonial. Es el primer mural realizado en la vía pública que se inspira conceptualmente en los cultos afrocubanos de la santería.
Impulsado por el arte y el colorido escenario citadino creado por Salvador González, el Callejón de Hamel se ha transformado en un proyecto comunitario, donde todos los grupos de diversas edades encuentran un espacio. Los pequeños se inician en las artes o en la danza, los mayores, disfrutan de la música de su juventud, son, bolero, danzón. Varias veces en la semana, la rumba colma los espacios del lugar, que ha devenido en su templo habanero, aunque por la pandemia, estén hoy en silencio los tambores.
Salvador González, el artista urbano de la fe afrocubana, que dio calor y color al Callejón de Hamel, partió a la eternidad recientemente, pero seguirá vivo en el recuerdo de todos los que admiramos su obra.
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