Entrevista al ingeniero Alberto Turiño Salinas, director de la empresa.
Nuestra empresa tiene el deber de trabajar por el rescate de los valores patrimoniales y espirituales de la ciudad. Nacimos en el 2013 con el propósito de obtener financiamiento de manera sostenible, que permita la recuperación del patrimonio e impulse la comercialización de productos identitarios.
Somos una empresa estatal socialista, casi única de su tipo en el país, que trabaja en épocas de cambio. Y este espíritu tiene que llegar hasta cada uno de nuestros trabajadores. El hombre tiene que estar en el centro de ese cambio.
No podemos permitir que se mercantilice la cultura, y eso no significa que comercialicemos una posibilidad de explotar el desarrollo cultural, que busquemos financiamientos para sostener el empeño cultural de restaurar y conservar el patrimonio.
El ochenta por ciento del turismo que llega a Trinidad viene por un motivo cultural, por conocer nuestra historia, recorrer nuestros museos, es lo que nos hace diferentes. Está claro que en nuestro modelo de desarrollo hay que buscar la sustentabilidad de la economía del municipio. Hay que tener en cuenta que el cuarenta y siete por ciento de los ingresos de Trinidad lo genera el sector cuentapropista, y ya tiene un superavit de once millones de pesos. Tenemos que encontrar un espacio propio en la actualización de nuestro modelo económico.
Este año haremos un millón de pesos de ingresos, y nos proponemos seguir creciendo en un veinticinco por ciento anual, hasta que lleguemos al tope de lo que promedia el resto de las empresas. Pero nacimos con unos trescientos setenta mil, y al año siguiente lo duplicamos. Concebida a partir de un modelo de gestión novedoso, recibimos en un principio recursos y bienes de la Oficina del Conservador de Trinidad, pero hoy somos solo cuarenta y ocho trabajadores.
Ofertamos excursiones a turistas nacionales, en una propuesta que permite conocer el Valle de los Ingenios, con más de dos mil turistas durante el verano, que permitió, gracias al recorrido, conocer los valores y tradiciones patrimoniales de algunos de los sitios restaurados, como la casa hacienda Guáimaro, edificación del siglo XVIII, en cuyos predios se gestaba una de las mayores producciones de azúcar de su época. Otro de los atractivos ha sido San Isidro de los Destiladeros, uno de los sitios de ruinas arqueológicas mejor conservados. También se recorren la emblemática torre Manaca-Iznaga y el mirador del Valle de San Luis, desde donde se puede admirar la belleza del referido Valle.
También contamos con proyectos de desarrollo local: dos hostales —El Académico y la casa de eventos Amargura 85—, y la taberna Guanahuac, en la calle José Martí esquina a Camilo Cienfuegos, que se inserta al final del recorrido y oferta platos típicos trinitarios, con la utilización de condimentos y mojos de nuestras abuelas, así como la posibilidad de disfrutar otras opciones gastronómicas, todo en moneda nacional, en un ambiente donde se escucha la mejor música tradicional, asunto que nos distingue.
Hace un año y medio escuché a la doctora Tania García insistir en que el pensamiento martiano de que ser cultos es el único modo de ser libres tenía que ser leído integro: «Ser bueno es el único modo de ser dichoso (…) en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno».