Las obras que trae la Galería Luciana Brito hasta ArtBasel Miami destacan de entre la variada propuesta de esta feria de arte contemporáneo.
Texto y fotos: Toni Piñera (Enviado especial)
Por el camino de una feria de arte la vista y la mente se fatigan. Tanta información en tan poco tiempo, imágenes que se amontonan, obras, colores, formas, ideas, experimentaciones, que es necesario reposar nuestra mirada. Pero que mejor hacerlo con una buena obra, esa que nos transporte, nos haga pensar y, sobre todo SENTIR, que es lo fundamental cuando nos enfrentamos a esas ideas materializadas en la realidad transformada en arte.
Eso se puede lograr mirando con el corazón, buscando en las piezas algo más que una piel coloreada, escarbando en los adentros para atrapar la palabra precisa que el creador nos tiene guardada para comenzar el diálogo. Tal vez, el trabajo más sencillo, sin atributos ni altisonancias, pequeño en formato que yace como escondido en un rincón sea el que motive su imaginación y le lleve a un universo extraordinario donde pueda vivir ese instante de satisfacción, donde nos encontramos con nosotros mismos dentro de ese mundo propuesto por el artista.
Valga esta introducción para llegar a una creadora que funda constantemente espacios donde podemos reflejarnos todos. Porque basa su labor artística en el hombre, a partir de un discurso conceptual permeado de lirismo, humanismo, buen gusto, inteligencia para enfrentar la realidad cotidiana de cada persona y exponerlo sin artificios ni afeites de manera sencilla. Se vale para ello de su inmensa riqueza interior y de la poesía que nos regala la vida para crear esta suerte de estampas donde se respira una paz extrema. Les presento a Liliana Porter, una artista argentina que desde hace décadas vive, respira y crea en Nueva York, alta cima desde donde crea estos mundos que nos atrapan. Y llega a ArtBasel con la galería Luciana Brito, de Brasil. Su dibujo es preciso, minimal, adecuado al pequeño espacio de una hoja de libreta en uno de cuyos bordes quedan las huellas de haberse desprendido del block. Lo que afianza la idea de salir al mundo a conquistar... miradas y almas que decidan hacer su viaje para conocer su verdad. Mirar sus obras es siempre un despertar. Allí en el pequeño encuadre hay un mundo de situaciones donde el hombre siempre está presente de una forma u otra. Ella lo diseña en cerámica, le da volumen, lo coloca en un lugar donde la mirada lo atrapa en una situación que nos hará soñar y pensar. Tantas historias se leen de sus lecturas pictóricas, de sus cuentos visuales, de su deseo de hacernos ver desde perspectivas humanas el sinfín de sentimientos involucrados en ese pequeño espacio que ella, lo hace mágico con su talento. Nos recuerda a veces El pequeño príncipe, de Antoine de Saint Exupery, que puede tornarse también princesa porque su alma toca al hombre y la mujer en plural. Y más que el discurso que pueda comunicarnos se desprende de ella un incalculable amor por la vida, por los otros no exento de esperanza, esa que nos hace falta para poder continuar...
Junto a ella hay otros artistas en el espacio que comunican sus ideas de forma abstracta con interesantes texturas (Bosco Sodi), Waldemar Cordero transparenta ideas en esas temperas firmadas hacia 1952 en la obra Estudio donde la conjuga con la tinta sobre papel, Lothar Charoux deja su talento en el dibujo y Geraldo de Barros regala collages sobre papel firmados en 1980 para recordarnos que el mundo es una acumulación de experiencias que llegan desde diversas dimensiones. Se suman a este grupo de artistas llegados con la galería Luciana Brito, Thiago Tebet, Rafael Carneiro y Pedro Caetano, quienes juntos arman una interesante propuesta que destaca en este encuentro.
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