Con la declaración de la música tradicional de cimarrona como Patrimonio Cultural Inmaterial de Costa Rica llegará para esta manifestación el reconocimiento, la protección y el apoyo institucional que le permitirá difundirla y conservarla.
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En la preciada lista, en la que ya se incluye el calipso, aparecerá a partir de ahora como parte de la riqueza cultural tica, la cimarrona. Esta constituye uno de los grandes acompañantes de las mascaradas, fiestas populares o eventos de ámbito público o privado desde hace más de un siglo. Se trata de pequeñas agrupaciones de músicos, propias del folclore de los cantones y pueblos de Costa Rica, que se caracterizan principalmente por estar conformado por instrumentos de viento y percusión.
El reconocimiento, aprobado por Decreto gubernamental impulsado por el Ministerio de Cultura y Juventud del país, destaca por la práctica de la música de cimarrona en las comunidades de Santo Domingo y Barva, en Heredia; Palmares en Alajuela; Tres Ríos, Pacayas, San Isidro del Guarco y Juan Viñas, en Cartago; Liberia, Cañas y Nicoya, en Guanacaste; Esparza en Puntarenas; Aserrí, Ciudad Colón, Escazú y Santa Ana, en San José; entre otras.
Son múltiples las agrupaciones, a lo largo y ancho del país que interpretan la música tradicional de cimarrona. La investigación que sustenta la declaratoria y que fue aportada por músicos de Santo Domingo de Heredia, ha aportado numerosos datos que permiten otorgar a la cimarrona el lugar de honor que hoy le es reconocido como parte relevante de expresión de la identidad costarricense.
Las cimarronas surgieron en los diferentes pueblos de Costa Rica en las primeras décadas del siglo XX. Su origen está en las agrupaciones municipales y tienen influencia de las bandas militares de finales del siglo XIX. Están conformadas por instrumentos de viento como el clarinete, saxofón, trompeta, bugle, trombón, barítono o eufonio, tuba; y percusión: redoblante, bombo y platillos.
El término “cimarrón” tiene dos acepciones: la primera referida a aquella condición de lo no cultivado y la segunda hace referencia a lo silvestre. De esta manera, se relaciona el término con estas agrupaciones musicales por su carácter independiente y empírico.
La música interpretada por las cimarronas procede de múltiples fuentes. Inicialmente, en estas agrupaciones se ejecutaban ritmos que son catalogados como parte de la música tradicional costarricense, tales como el son guanacasteco (parrandera o tambito), la contradanza, el vals, el pasillo o la jota, provenientes todos de diversas latitudes o influenciados por otras culturas.
Actualmente, este tipo de agrupación musical no se encuentra ligada particularmente a uno o varios de ellos. Por el contrario, su conformación instrumental es tan versátil que permite la inclusión y adaptación de obras de diversos géneros, ritmos y estilos, combinando en su interpretación características étnicas y culturales diversas, ritmos tradicionales y contemporáneos, en comunión con los rasgos de cada zona o región, cualidad que exalta una de las mayores particularidades de esta manifestación cultural.
Como lo indica el decreto: “la música tradicional de cimarrona costarricense es una manifestación viva del patrimonio, que, por ende, está sujeta a una evolución natural y a elementos importantes de innovación que enriquecen la tradición. Por lo tanto, la comunidad debe ejecutar planes de salvaguarda para la revitalización de la identidad cultural local y regional, con el propósito de mitigar aquellas acciones que amenazan su sostenibilidad cultural, organizativa, educativa y económica”.
Se trata de una manifestación cultural, transmitida de generación en generación, que forma parte del patrimonio cultural inmaterial de una diversidad de cantones del territorio nacional, congrega a portadores de tradición y espectadores en torno a su práctica, organización y celebración; reforzando su sentido de pertenencia y enriqueciendo la diversidad cultural del país. Está asociada a conocimientos, valores y prácticas tradicionales comunitarias y de festividad popular, que merecen ser respetados, fomentados, inventariados y preservados.