Desde el 24 de agosto de 2021 el bolero se inscribe en la selecta nómina de Patrimonio Cultural de la nación cubana.

¿Quién no tiene un bolero que le ha acompañado la vida? O ante cada situación, ¿quién no encuentra solución, consuelo y a veces hasta amparo, en la letra de un bolero?. Lo cierto es que este género que tiene en su génesis la herencia hispana y africana, es identitario de un sentir que unido a su valor musical inscribe su gran apego emocional y espiritual.

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Desde el 24 de agosto de 2021 el bolero se inscribe en la selecta nómina de Patrimonio Cultural de la nación cubana, con grandes posibilidades de contar con un expediente para ser presentado ante la Unesco para, unido de la mano de México, Cuba y la nación azteca consigan le sea otorgada la condición de Patrimonio Inmaterial de la  Humanidad.

La tierra donde nació y aquella que lo vio crecer y fortalecerse: dos naciones que a golpe de grandes compositores e intérpretes han legado al mundo melodías inolvidables. Poblaciones enteras en las que una generación tras otra han preservado un sentir que canta al amor, al desamor, la amistad, el dolor, la traición...Todos sentimientos universales que abordados, con mayor o menor vuelo poético, eso sí, con  gran carga dramática y emotiva, convidan a compartir cada uno de esos sentimientos.

Justo se da a conocer esta designación un 24 de agosto, fecha memorable para la cultura cubana porque nacieron tres valiosos exponentes de la cultura  musical cubana: Moisés Simons, el autor del internacionalmente “Manisero”; el reconocido compositor de boleros, Luis Marquetti, autor de piezas tan conocidas como “Plazos traicioneros”, y por si fuera poco, se suma el natalicio del más importante exponente de la música popular cubana de todos los tiempos, Benny Moré, quien en su haber inmortalizó gran cantidad de boleros.

Coincidencia histórica esta que exige a su vez recordar y aplaudir voces como Elena Burke, nuestra Señora Sentimiento, Pacho Alonso, Vicentico Valdés, Gina león, Lino Borges, la musicalísima Beatriz Márquez, todos representantes de la Isla. De la misma  manera la merecida reverencia a otros imprescindibles compositores e intérpretes que desde México hacen vibrar con aquellos temas que en nombre del bolero, siguen haciendo soñar. Es el caso de los Maestros Vicente Garrido, el eterno cantor e inspirador de enamorados, Armando Manzanero, y ese inagotable Luis Miguel que acercó a las  más jóvenes generaciones esos clásicos de siempre.

Esto es solo por citar algunos exponentes, y es que ciertamente cada quien atesora su pieza bolerística de preferencia, tal vez por esa capacidad que tiene el género de apropiarse de cada voz que necesite recordar sus ausencias o compartir sus nuevas  búsquedas. Ya sea en un gran teatro o en plena “descarga” en patio de familia, el bolero aparece como ese bálsamo donde cada quien pone nombre a sus sentimientos.

Felicidades, pues, a todos aquellos profesionales o no que lo han asumido en su repertorio como modo ineludible de expresión, y a cada enamorado que ha hecho suyo su propio bolero.

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