Ayer domingo 24 de octubre fue clausurada en Santo Domingo, República Dominicana, la I Trienal Internacional del Caribe. Celebrada en el Museo de Arte Moderno de esta ciudad, tuvo entre sus invitados especiales al puertorriqueño Pepón Osorio, el haitiano Phillipe Dodard, la colombiana María Fernanda Cardoso, entre otros. El objetivo del comité organizador fue ofrecer al público un paneo por la producción visual de todas las áreas geográfico- lingüísticas del Caribe, para lo cual se convocó a un equipo de curadores.
Esta Trienal puede ser vista como continuidad de las tres Bienales del Caribe y Centroamérica, y fue convocada por el Ministerio de Cultura dominicano en tanto un evento de esas características era reclamado por la comunidad artística nacional y regional. La Bienal del Caribe fue concebida en 1992 como certamen especializado en la pintura del Caribe y Centroamérica. En sus dos últimas ediciones (2001 y 2003), acogió a creadores de la diáspora, radicados especialmente en las ciudades de Miami y Nueva York.
El eje conceptual que rigió esta primera edición de la Trienal fue la relación entre Arte y Medio Ambiente, un tópico que los artistas contemporáneos tocan directa o tangencialmente. El jurado, integrado por Annie Michèle Dalmace, Yacouba Konaté, Carol Esposito Damian, Mirna Del Rosario Guerrero Villalona y Orlando Britto Jinorio, reconoció el alto nivel de conceptualización y realización desarrollados por los artistas, y otorgó tres premios, cinco menciones especiales y Mención de Honor a artistas con una amplia trayectoria (Antonio Martorell, Edouard Duval Carrié, Jorge Pineda y Marcos Lora Read).
Por la obra De alas iguales el puertorriqueño Charles Juhasz Alvarado recibió el Premio Editorial, consistente en la edición de un catálogo monográfico. El premio para Miguelina Rivera, de República Dominicana, es una exhibición en el Museo de Arte Moderno de su país. Alida Martínez (Aruba), por su parte, fue gratificada con su inclusión en un programa de artistas en residencia.
Muchos consideran que el evento ha sido verdadero reflejo de la diversidad cultural del Caribe, destacando por lo oportuno de proponer este tema, de relevancia internacional. Esperamos que la próxima edición se mantenga a la altura, y permita al mundo, una vez más, observar lo mejor del arte caribeño reunido bajo un concepto curatorial integrador. La Trienal del Caribe se suma a los intentos por promover el arte de esta región, pocas veces estudiada en su totalidad debido a la infinita diversidad que la caracteriza.