Por: Toni Piñera
Por la piel de los cuadros de la artista cubana Hilda Vidal deambula una atmósfera, que arropa con fuerza, al expresionismo lírico, personal, que lleva su firma, lejos de Chagall, Klee…, a su manera, pues, todo evidencia que su forma de atrapar la expresividad, el enigma, la fuerza interior de figuras o sombras a que nos tiene acostumbrados en el tiempo, está sellada por el modo de producir la poesía. Ella, al tratar de rozar la perfección, buscándola siempre, se entronca con la lírica. Suma ingredientes de aquí y de allá, esparce por el campo blanco de la tela o la cartulina todo aquello que le llega por las distintas dimensiones de su ser, de lo interno que nutre su decir pictórico, y echa la suerte en cada trazo.
Hilda Vidal es una pintora original, culta e inteligente, y sus cuadros están repletos de enigmas. Y del propio misterio con que matiza sus creaciones surge una poesía que emociona los sentidos. Una suerte de estrato puro con el que llega a moldear sentimientos, vivencias, situaciones, diálogos en silencio.
Su más reciente exposición ¿Sospecharán cuántos secretos hay?, abierta en la galería Villa Manuela (UNEAC) e integrada por más de 20 obras entre pinturas (óleos/tela) y dibujos, de reciente factura, alcanzó a la creadora en un momento singular de su existencia, en el que la experiencia, lo vivido y visto por el largo camino se torna dimensión humana. Sus puntos cardinales se nutren de recuerdos, introspecciones, lecturas, sueños que se posan luego en su pintura enigmática. Donde ella suele decir que muchas veces se confunde, enigma con misterio. Porque su obra NO es explícita, es implícita, se mueve internamente, no ilustra ni relata nada. Es, en pocas palabras, de una sutil intimidad.
En esa arrolladora autenticidad de creación vuela la imaginación, guiada por la sabia mano de una de las más intelectuales artistas de la plástica cubana contemporánea. Sólo observar sus creaciones para detectar, en ellas, referencias a las más variadas aristas de la vida: cultural, literaria, sicológica…, donde yacen implícitas “citas” del arte oriental, las máscaras de Kabuki, la ópera de Beijing, entre muchas otras. Detrás está el estudio, y un amplio sedimento cultural que enriquece las piezas. En cada elemento expuesto, el observador encuentra un significado, una historia, llegadas de diversas culturas, por diferentes caminos. Técnicamente, en sus cuadros, nada falta ni sobra. Salta a la vista el sentido geométrico y el orden, horizontales, verticales cruzan seguras, donde se respira, además, un exquisito gusto estético por el detalle y el sabio manejo del color. Este, naturalmente rico, es siempre justo en su fidelidad a lo real. Si hacemos una radiografía de su quehacer pictórico, descubriremos que el color cobra en ella un protagonismo eficaz. Reúne en las superficies los más variados tonos, mezclándolos de manera inaudita, para, al final, dar a luz una magia especial que atrapa las pupilas.
Su dibujo, singular, decantado en la seguridad de las líneas, puede llegar a desdoblarse con carácter caleidoscópico en la precisión final de ciertas formas, siluetas y rasgos, y en la evaporación de un conjunto que, por sus espejismos, dota a sus piezas de la fuerza del enigma. Los títulos respiran en la misma dimensión de lo creado. Son alusiones, palabras que atestiguan lo que van a encontrar en el interior de la obra. Son sus pinturas, extrañas, raras, hay que estudiarlas a fondo, porque al fin y al cabo, Hilda Vidal nos comunica desde otra dimensión, sentimientos ocultos en el súper yo, y esboza con la mente y el pincel, la vida desde ángulos diferentes a los habituales.
Los títulos de sus cuadros respiran en la misma dimensión de lo creado. Son alusiones, palabras que atestiguan lo que van a encontrar en el interior de la obra. Pintura de intimidad e intemperie, el trabajo de Hilda Vidal es un testimonio de lo posible y de lo increíble a ras de mundo, como inventario de un universo que es preciso redescubrir con tanta ingenuidad como exactitud. Pero, a su vez, se presenta como un reto. Las piezas de esta creadora son producto de la imaginación. No hay dudas. Su obra es para aquellos seres con una sensibilidad y un conocimiento especial.