Por Jorge Fernández Era
Un Atelier Parfum o taller de perfumería, impartido por la licenciada Susel Ferrán, especialista de comunicación de Saint Remy Trading, se realizó en la Alianza Francesa de La Habana como parte de la tercera edición del Mes de la Cultura Francesa en Cuba. Y no podía ser en otro lugar ni en otro contexto. «Cuando una persona va a escoger un perfume excelente ―apunta Susel―, un perfume maravilloso, un gran perfume, piensa inmediatamente en la posibilidad de adquirir un perfume francés».
Saint Remy Trading es una empresa francesa que lleva veintitrés años en Cuba y se encarga de la comercialización y distribución con carácter exclusivo de muchas de las principales marcas de perfumes producidos en ese país. Posee en la ciudad una boutique con productos exclusivos: la Casa Guerlain, en Avenida del Prado no. 157 entre Refugio y Colón, La Habana Vieja.
Quien esto redacta es un neófito en la materia. Cuando la profesora preguntó a los presentes por el concepto de perfume ―del latín per (por) y fumare (a través del humo), remite al aroma que desprende el humo al ser quemado―, respondí para mis adentros que era todo aquel olor que resultara agradable al olfato humano, y aunque no estuve lejos de la verdad preferí no abrir la boca y reservar esa acción para mis fosas nasales, que disfrutaron de cada una de las fragancias que, a manera de pruebas irrefutables, se dejaron oler en la sala de conferencias de la institución. Eso sí: me enorgullece decir que me he leído tres veces la novela El perfume: historia de un asesino (Das Parfum), del escritor alemán Patrick Süskind, y he disfrutado otras tantas de la excelente versión cinematográfica dirigida en el año 2006 por Tom Tykwer. Uno de los indiscutibles méritos de la obra es transportarnos, de la mano del perfumista Jean-Baptiste Grenouille ―y gracias a su obsesivo interés de crear a como fuera la fragancia perfecta―, por ese mundo de frascos y probetas en donde se obtiene eso que se llama perfume y que mueve en todo el mundo más de treinta mil millones de dólares anuales.
Como el espacio que aquí tengo no alcanza para transmitir todo lo que aprendí en el taller ―además de que los secretos de la elaboración del perfume no deben ser revelados―, cito un fragmento de la conferencia de la especialista: «Hay estudios que citan que el sudor emitido por las personas no es igual según el ph de la piel de estas. Por lo tanto, hay algunas que tienen que cuidarse de usar equis perfumes. Igual hay lugares y horas para untarse una fragancia. Si tenemos una que es muy dulce, no debemos usarla en horas de la mañana, porque este es un país muy cálido, sudamos mucho, y estamos constantemente compartiendo aromas con otras personas. Sin embargo, en una noche fresca usted se pone esa fragancia y puede ser un éxito rotundo».
Y mencionó de paso «datos olorosos». Aquí algunos:
-Los franceses, italianos y españoles son las personas que más usan perfumes en el mundo.
-Fumar hace que la fragancia dure menos, aunque se aplique gran cantidad.
-En Latinoamérica usamos diferentes perfumes según el estado de ánimo y la ocasión. En Europa se utilizan como máximo dos fragancias.
-El perfume Chanel 5 emplea fragancias naturales, de ahí lo elevado de su costo. La mayoría de los perfumes de hoy día usan fragancias sintéticas.
-El perfume más caro cuesta 136 000 euros (mi esposa se conforma con uno de 100 000)…
No diré que salí corriendo del Atelier Parfum a comprarle uno en la Casa Guerlain, pues para eso hace falta no solo conocimientos, pero al menos amplié mi cultura perfumística y pensé otra vez en Jean-Baptiste Grenouille. Quizás él, teniendo enfrente a una experta como Susel Ferrán, habría llegado a otro camino menos sangriento y morboso para crear su fragancia… o hubiera escogido mejor a sus víctimas.
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