Por Jorge Fernández Era
El taller «Lecciones aprendidas del turismo en cruceros en el Caribe» tuvo lugar en el Centro Cultural Fresa y Chocolate, del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, auspiciado por la revista Temas, el Ministerio de Turismo y la Oficina del Historiador de la Ciudad. El encuentro es un primer paso para conformar un libro de igual título que aparecerá a finales del presente año y tendrá su versión en idioma inglés.
Cuatro son los autores del título: Martha Honey, del Center for Responsible Travel (Crest), de Washington DC; Jannelle Wilkins, de la representación en Monteverde, Costa Rica, de la propia entidad; José Luis Perelló, del Instituto Internacional de Periodismo José Martí; y Rafael Betancourt, de la revista Temas.
El taller se conformó a partir de los temas tratados por el libro: Historia y crecimiento del turismo de cruceros; Visión del turismo de cruceros en Cuba (antecedentes históricos, impacto del bloqueo de Estados Unidos, impacto económico y ambiental…); El modelo económico y los impactos del turismo de crucero (fuerza de trabajo, gastos a bordo, infraestructura, costos y beneficios, ingreso de los cruceros vs. turismo de estancia…); La huella ambiental de la industria de cruceros (impacto del cambio climático en la industria de cruceros y viceversa); El impacto del turismo de cruceros sobre ciudades patrimoniales (Venecia, Barcelona, Charleston, Cartagena de Indias…); Estudio de casos (Bermudas, República Dominicana, Costa Rica); y Lecciones aprendidas y «caja de herramientas».
La idea de esta investigación surgió a partir de la experiencia de Crest en el turismo de cruceros, sobre todo en Costa Rica, y de la necesidad, ante el crecimiento de esa modalidad en la mayor de las Antillas, de plantearse cuatro preguntas: ¿cuáles son los impactos sociales y ambientales?, ¿cuáles los costos y beneficios?, ¿cómo se compara el turismo de cruceros con otro tipo de turismo? y ¿qué cuestiones son las más importantes a considerar en el caso de Cuba?
Del debate generado quedó claro que la llegada cada vez más creciente a nuestros puertos de cruceros de mediano y hasta de gran porte plantea un reto para la aún débil infraestructura con que cuenta el país. La gran oportunidad que representa la posición geográfica de la Isla y el interés creciente del turismo norteamericano por visitarla necesita de un «naufragio» de la improvisación y de que se vea el fenómeno no como una responsabilidad de un Ministerio, sino como interés de la sociedad toda por aprovechar con inteligencia este nuevo filón de oro que se nos presenta, sin renunciar a un turismo sostenible que respete nuestra historia, cultura y medio ambiente.