El artista cubano Roberto Diago (La Habana, 1971) expuso recientemente Un lugar en el mundo, en la galería Villa Manuela de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
La exposición, compuesta en su generalidad por cuadros ensamblados mediante diferentes técnicas, evidencia un cambio en los matices formales y conceptuales dentro de su obra, que algunos han recibido con entusiasmo y otros con cierta sorpresa.
En las palabras al catálogo de tu exposición la crítica Elvis Rosa Castro plantea que ya no se constata la agresividad habitual de tu discurso, ni la crítica fuerte sobre los problemas raciales. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Siempre se tiende a enmarcar el tema racial, el tema negro, desde la marginalidad, y esta exposición a contrapelo de eso, habla de un lugar en el mundo, ese lugar tranquilo que siempre tuvieron nuestros ancestros, nuestros padres, abuelos, nuestras madres, o “la pura” como decimos acá en Cuba… Fíjate qué clase de palabra esa más fuerte: la pura, para dar la sensación de un estado de estabilidad y paz. Esta muestra trata del sosiego, de la paz, de la convivencia con el mundo, de un lugar idóneo donde los símbolos religiosos conviven con el ser y con uno mismo, amén de los problemas raciales sobre los que he comentado sistemáticamente en mi obra. Ésa era la idea de la exposición en Villa Manuela. Se trata de buscar ese ámbito de paz que, por cierto, también lo brinda físicamente la galería, y por ello las obras fueron producidas especialmente para esta institución.
También los materiales utilizados en la elaboración de las obras y las lógicas estructurales de las composiciones, contribuyen a esa impresión de paz, de sosiego...
Efectivamente, todo no puede inducir una atmósfera de tensión o de guerra. Esto no quiere decir que las piezas realizadas para Villa Manuela no tengan que ver con los temas que siempre he tratado en mi obra. Estoy trabajando ahora, por ejemplo, en el tema de los cinco abacuá que fueron asesinados en el mismo momento histórico en que fueron fusilados los estudiantes de medicina. Los historiadores han dejado testimonio sólo de este suceso, pero han olvidado ese acontecimiento trascendente de los cinco abacuá valerosos que pagaron con sus vidas el atropello cometido. Estoy trabajando también en un gran proyecto que se llama Lágrimas de carbón donde estoy interpretando todo el legado de los activistas hasta nuestros días con la coronación de Obama, y en el que analizo todos los conflictos contemporáneos en torno a la ascensión de este primer presidente negro. Hace años que trabajo sobre el tema de la mujer negra, mujeres negras valerosas que desde el punto de vista espiritual llevaron hacia delante causas, familias, pero que no han sido recogidas por la historia.
Lo de los cuadros fragmentados es una constante en mi trabajo. Mi pintura siempre fue de collage y de parches. Para la exposición en Villa Manuela me puse a pensar en cómo utilizar el efecto de los parches y collages llevados a otra dimensión, y fue así como surgió la idea esta, que me parece fresca desde el punto de vista visual y me da la posibilidad de incursionar en formatos mucho más grandes; estoy hablando de obras de 4 y 5 metros.
¿Y cómo recepcionó el público esta exposición personal?
Estoy muy contento con la reacción del público porque corrobora la posibilidad de un entendimiento, de una identificación con mi trabajo y mi propuesta actual. Otros querían ver como siempre más agresividad, un discurso visual más arriba… Para mí fue una importante experiencia cultural.
Participaste recientemente en la Feria Artbo de Colombia, en representación también de la galería Villa Manuela. ¿Cómo valoras esta experiencia internacional?
Todos los espacios del mundo –no sólo Artbo– son importantes para la promoción de un artista. El público del arte ha crecido y se ha diversificado, y si a través del arte uno puede llegar hasta ellos y aportarles un granito de reflexión y esperanza, pues bienvenidos sean estos lugares de encuentro. Yo continúo creyendo en la efectividad de estas Ferias internacionales, es una alternativa que tienen las galerías para mostrar cada cierto tiempo lo que tienen en sus inventarios, los nuevos valores que van surgiendo, y además en ellas se propician intercambios culturales muy funcionales para el desarrollo del arte y los artistas.