Por: Susana Méndez
Paddy MacDonald, es el más importante coleccionista privado de objetos relacionados con Charles Chaplin (1889-1977), en el mundo, y trajo, en esta su tercera visita a Cuba, 493 piezas de su tesauro, para exhibirlas como parte importante del Festival Chaplin en La Habana que se realizó en la capital cubana entre el primero y el 12 de este mes de julio.
McDonald, es un apasionado australiano de origen irlandés, que inició nuestro encuentro colocando entre nosotros la figura de Chaplin, “para inspirarnos”, afirmó jocoso, pero convencido.
Me trajo de regalo doce citas sobre Chaplin escritas por él; una postal del filme Candilejas y una foto de la tumba donde Chaplin reposa junto a su cuarta y última esposa Oona O’ Neill, en el cementerio de Vevey, en Suiza.
Me prometió regresar a la tumba de Chaplin y poner una rosa roja en mi nombre.
“En la tumba las personas dejan piedras, monedas y tarjetas de negocios; yo dejé mi corazón”, me dijo.
También me dio esta frase por escrito: “En este tiempo de la historia Cuba es noticia; ustedes tienen la luna y las estrellas; la música, el baile y el pueblo más cálido”.
Ya, con Chaplin junto a nosotros, comenzó la conversación de Paddy MacDonald con Cubarte.
¿Conserva “en su colección” su primer recuerdo de Charles Chaplin?
Sí; mi primer recuerdo de Chaplin es, creo, del año 1960, cuando vi la película La quimera del oro, no olvido que él se come una bota, que estaba hecha de regaliz, y por cierto, luego de esto estuvo enfermo una semana.
¿Cuándo Chaplin lo conmovió al extremo de comenzar a reunir objetos relacionados con su personalidad?
Hace treinta años yo tomé la decisión de comenzar a reunir objetos vinculados a Chaplin; la pieza que inició la colección es una pequeña estatuilla que adquirí en Suiza; allí mi hermano era profesor de inglés, y conocía a la familia Chaplin; la primera vez que esta familia llegó a Corsier-sur-Vevey, allí en Suiza, se hospedó en el Hotel de Famille, que es de la esposa de mi hermano.
Siempre que yo visitaba a mi hermano conversábamos sobre Chaplin y cada vez yo me inspiraba más, y así comencé a construir la imagen que tengo de él.
¿Pero qué elemento específicamente lo hizo tomar la decisión?
El hecho de que Charles Chaplin fuera un hombre que no había tenido educación, que fuera un niño pobre y sin embargo llegara a alcanzar gran sabiduría, incluso a hablar varios idiomas sin haberlos estudiado nunca. Chaplin acostumbraba a conversar no con personas privilegiadas, sino con las personas más desfavorecidas; esto era suficiente para inspirarme; él me mostró las oportunidades y yo las tomé.
En mi familia, todos mis hermanos son profesionales, pero yo simplemente fui siempre una persona promedio, pero tenía el sueño de trabajar en la radio y en la televisión. Chaplin me dijo “hazlo, no hables tanto, hazlo”, y yo lo hice; a los 23 años me fui a Minnesota, en los Estados Unidos, a estudiar todo lo relacionado con las trasmisiones de radio y televisión y luego comencé a trabajar en un programa radial matutino como locutor.
Todo lo que he hecho me lo inspiró Chaplin, me impulsó a lograr mi sueño, lo que yo quería hacer.
¿La decisión de reunir esos objetos de Chaplin tenía como objetivo sentirse cerca de él físicamente? ¿Quizás recibir algo de su energía?
Sí, así es.
Todos los días yo pienso en Chaplin, estoy hablando contigo y estoy viendo su imagen, y estoy escuchando su música; Chaplin tiene una energía inagotable, una energía incalculable.
Fue un perfeccionista; cuando rodó la cinta Luces en la ciudad, la famosa escena en que la protagonista, ya recuperada la vista, lo descubre, él la filmó 342 veces hasta que logró la imagen que él perseguía; a los artistas no les gustaba, pero él buscaba la perfección.
Se hace evidente que usted no es simplemente un coleccionista de objetos vinculados a Charles Chaplin; usted es un admirador de su personalidad y de su espíritu, los cuales lo han influido. ¿Entre estos influjos está ese permanente sentido del humor suyo?
Sí, por supuesto su frase "un día sin sonreír es una día perdido" es para mí una máxima, es la primera de las doce que te regalé, la escribió él pero es mía.
Él fue y es amado y admirado por todas las personas que en el mundo quieren sonreír.
¿En qué lugares ha adquirido los objetos de su colección?
En todas partes; Alemania, India, España, Francia, Inglaterra, Chile, Cuba, Italia, Argentina, Suecia, Australia, Estados Unidos, Bélgica, Polonia, Rusia, Uruguay, Mozambique, Granada, Bulgaria, Checoslovaquia, Indonesia, Lituania…
¿Ha viajado a estos lugares solo para adquirir estas piezas? ¿Siempre las ha comprado?
Sí, para buscarlas y comprarlas, aunque algunas me las han donado.
¿De cuántos elementos se compone la colección? ¿Cuáles son los más valiosos en precio y en significación?
Se compone de cientos de elementos, muchos más que los que traje a Cuba que fueron 493.
El objeto más valioso en cuanto a su precio es una Revista Times del año 1925, del 6 de julio, en cuya portada aparece Chaplin en lo que sería la primera oportunidad en que un actor salía en la portada de esta publicación, y un artículo muy inusuales un cortaplumas con la imagen del actor.
La pieza de mayor significación, es la más rara y la más pequeña; una miniatura que acabo de recibir en Cuba; es la cara de Charlot dibujada en un grano de maíz, encerrado a su vez en el minúsculo compartimento de un blíster para píldoras medicinales. Estoy muy feliz con esta pieza.
¿Cómo llegó a sus manos?
Esta es la historia en Cuba; esta pieza yo no la compré; un señor llamado Nelson Marcelo Sergrañes Serrates, que vive en el Cerro, estuvo presente en todas las acciones del programa del Festival Chaplin en La Habana, en la conferencia de prensa, en las inauguraciones de las exposiciones, y después un día me trajo ese grano de maíz con la imagen de Charlot, es simple, pero eso es imaginación y creatividad, lo único que necesitó fue un bolígrafo y un grano de maíz ¿Cómo logró ponerlo dentro del estuche de la píldora? ¡Es cubano, la creatividad cubana! ¡Eso es Cuba!
¿Lo había pintado antes o después de participar en el Festival?
No sé, pero quizás se inspiró.
Creo que esta es una de las mejores historias del evento, y le prometí que siempre que yo expusiera su pieza en cualquier parte del mundo, contaría la historia. A Charles Chaplin le hubiera encantado.
¿En qué países ha exhibido su colección?
Después de 30 años reuniendo las piezas decidí hacer una primera exhibición en Irlanda y la segunda, fue ésta que acabamos de clausurar aquí en Cuba; tengo la esperanza de hacer una próximamente en China.
¿Cómo valoraría las exposiciones realizadas en Cuba y la reacción del público?
Aún hoy Chaplin me sigue inspirando; su espíritu me dijo “Cuba lo va hacer bien; y todo lo que se hizo fue lo mejor”. Cuando yo visité su tumba le pedí que le diera a Cuba un gran Festival, y una gran exhibición, y así fue.
Es la primera vez que en América Latina se realiza una exhibición de objetos relacionados con Chaplin de tal magnitud.
Me siento muy feliz con la exposición de mis piezas en Cuba. Fue un trabajo sorprendente, se hicieron las cuatro exhibiciones en honor a Chaplin: en el Museo de Bellas Artes, en la Biblioteca Nacional José Martí, en el lobby del cine Chaplin y en la galería del Centro Cultural Fresa y Chocolate.
Esto fue un verdadero tributo a Charles Chaplin, Cuba honró altamente su memoria y su patrimonio; estoy muy feliz de la manera en que los curadores trabajaron.
Además, que las muestras formaran parte del Festival Chaplin en La Habana reforzó el homenaje, con la retrospectiva, la cancelación del sello y la exposición de los 20 afiches realizados por los estudiantes y diseñadores que fueron muy hermosos.
Hay estatuas de Chaplin en Checoslovaquia, Polonia, Irlanda, Inglaterra, India, Italia, España, Suiza, pero no hay en Cuba; ese sería mi deseo.
Esto es lo que yo siento, por eso lo digo, no me gusta echar palabras al viento.
Oona O’Neill, la viuda de Chaplin, al final de su vida dijo: “Nadie nos va a recordar”, pero Cuba lo hizo; Cuba no ha olvidado a Chaplin; este evento ha sido una inspiración; todo fue muy conmovedor para mí, estuve muy emocionado con la reacción del público en las exposiciones; muchas, muchas personas, jóvenes, y de todas las edades venían a saludarme, me daban la mano, me abrazaban, y me agradecían que hubiera traído esta exposición desde Australia hasta Cuba, y yo lloraba.
Fuente: Cubarte