Por José Luis Estrada Betancourt
Descemer baila feliz. De seguro disfruta su más reciente victoria. Es tan Bueno en sus composiciones musicales, que la noticia no debe haber sorprendido a nadie cuando en la 15ta. Entrega Anual del Latin Grammy, que acaba de tener lugar en el hotel MGM Grand Garden Arena, Las Vegas, se erigió como el máximo ganador de la noche.
Bailando, una colaboración de este ilustre habanero con Enrique Iglesias y los muchachos de Gente de Zona, no encontró rivales en tres de las categorías que premia la Academia Latina de la Grabación: Best Urban Performance, Mejor canción urbana y Mejor canción del año.
Registrada en el más reciente disco del español, titulado Sex and Love (Universal Music/Republic Records), Bailando no fue, sin embargo, la única pieza de Descemer que compitió en el prestigioso certamen. También estaba Loco, otro megaéxito en el que compartió autoría con Iglesias.
Al parecer, nos hallamos ante un dúo triunfador en estas lides, pues un tema al estilo de Cuando me enamoro, defendido por Enrique y Juan Luis Guerra, también resultó invencible entre las canciones que en 2011 compitieron para convertirse en la más sobresaliente de ese año, al tiempo que recibió los honores de la ASCAP (siglas de la American Society of Composers, Authors and Publishers), organización estadounidense sin fines de lucro que del mismo modo ha galardonado a otro hit firmado por el cubano e interpretado por el hijo de Julio Iglesias e Isabel Preysler, Lloro por ti.
Sin dudas, el buscado arreglista que se graduó de guitarra clásica en el conservatorio Amadeo Roldán, de La Habana, tiene el don de la canción, de fascinar por la versatilidad de su poderosa música, de conquistar al público y a los intérpretes. Y la «fórmula» que utiliza es bien «sencilla»: beber incesantemente del inmortal legado que heredó de creadores increíbles como Benny Moré, César Portillo de la Luz, Giraldo Piloto, Isolina Carrillo, José Antonio Méndez, Juan Formell, Ángel Díaz, Manuel Corona, María Teresa Vera, Marta Valdés, Meme Solís, Miguel Matamoros, Ñico Saquito, Pepe Sánchez, Sindo Garay, Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Pablo Milanés..., y devolverlo con aroma de siglo XXI en forma de letra y música, de una manera muy personal, llenando de sensibilidad y cubanía las historias cotidianas de la gente que le rodea.
Al dueño de hermosos títulos como Ciego amor, No me digas que no, Arenas de soledad y Ten paciencia y Yo no sé vivir (estas dos últimas popularizadas por Thalía), le complace tanto escribir las líricas a cuatro manos que guiándose solamente por su propia inspiración. Ah, eso sí: la espiritualidad tiene que estar bien «calzada», de lo contrario deja a un lado la canción, como ha confesado más de una vez. «Para componer no puedo sentirme vacío, mis sentimientos deben estar en regla», dice.
«Es fascinante ese momento de la creación, incluso cuando lo compartes con otro artista, aunque haya personas que prefieran componer solo... Claro, se lo pierden. Al menos yo lo he disfrutado mucho cuando he escrito un tema al lado de Enrique Iglesias, Israel Rojas (Buena Fe), Waldo Mendoza, Leoni Torres, Baby Lores o Romeo Santos...
«Asimismo he tenido la enorme suerte de que figuras muy afamadas del mundo de espectáculo se interesen por cantar lo que les propongo, como ha sucedido con Juan Luis Guerra, Marco Antonio Solís, Wisin y Yandel, Kumbia Kings, Luz Casal, Ana Torroja, Samo (Camila), Nohelia, Luis Enrique, Ana Bárbara... Hay muchos tipos de vivencias y para mí son todas importantes y vitales», ha expresado el también ganador de un Premio Goya por ser responsable de parte de la banda sonora de la película Habana Blues; experiencia que recientemente repitió con Siete días en La Habana.
Antes había descubierto cómo hacer canciones para el séptimo arte a partir de que el cineasta mexicano Alberto Cortés lo convocara para que concibiera una pieza como Violeta para una de las dos películas en que colaboró con este realizador (Violeta y Corazón del tiempo). Gracias a Violeta se puso en contacto con otro grande de la música cubana: el ya desaparecido Fernando Álvarez.
De esa linda relación que surgió entre ellos, nació el fabuloso Sé feliz, un disco que llegó al mercado en 2008, después de la muerte del extraordinario bolerista, a pesar de que sus 11 títulos, que honran a la mejor poesía, fueran ideados en la década del 90, para de un modo definitivo actualizar la tradición de este genero, por medio de la filosofía de sus textos y el sonido logrado.
Mas para esa fecha, 2008, ya Descemer Bueno había recorrido medio mundo, a partir de que integrara agrupaciones como Estado de Ánimo (con Elmer Ferrer, X Alfonso y Roberto Carcassés) y Columna B, en Estados Unidos, donde también se suma a la popular Yerba Buena. De esa unión apareció el aplaudido fonograma President Alien (nominado a los premios Grammy en 2005), cuyas canciones, en su mayoría, le pertenecen.
Descemer siempre ha estado convencido de que Yerba Buena, que cofundó en compañía del productor Andrés Levin, Xiomara Laugart y Cucu Diamante, cambió la música latina en Norteamérica. De hecho, temas como el muy radiado Guajira, le abrieron muchas puertas (al punto de que la Pepsi, por ejemplo, lo tomó como su comercial por un año).
Con el tiempo, Bueno regresaría a su Cuba querida sin abandonar otras de sus pasiones: la de productor discográfico, lo mismo para estrellas internacionales como para reconocidos artistas de casa: Haydée Milanés, William Vivanco, Yusa, Luna Manzanares, Waldo Mendoza...
Porque él se encuentra entre ese grupo de creadores que nunca descansa, también decidió probarse en el mundo del musical, y en 2013 acompañó a su amigo Kelvis Ochoa y al coreógrafo del Ballet Nacional de Cuba, Eduardo Blanco, para llevar adelante un vistoso espectáculo inspirado en el legendario personaje habanero El Caballero de París.
No obstante, para este padre de dos hijos: Lucía y Desi, «lo primero es la familia». De cualquier manera, no se toma muy en serio las cuestiones relacionadas con la popularidad en grande: «Éxito es un término que toca a los diletantes, no a mí. La fama no me la creo porque todo ha pasado muy rápido». Hace bien, seguramente, aunque estoy convencido de que este músico hará mucha más historia.