Un nuevo espacio de promoción cultural: La Esquina de la Embajada, fue inaugurado en la sede diplomática de España en Cuba —Cárcel número 51 esquina a Zulueta, La Habana—, un espacio donde —según declaró Jorge Peralta Momparler, su agregado cultural— dos veces al mes se realizarán conversatorios, charlas, y debates que engloben aspectos de la historia y la identidad que unen a ambas naciones.
En esta oportunidad se realizó el panel "Cuba-España: hablemos de fotografía", moderado por el investigador y crítico de arte Rafael Acosta de Arriba y con la participación de los fotógrafos Rocío Villalonga, Amparo Alepuz (España), Yanahara Mauri y Pedro Abascal (Cuba).
Acosta de Arriba expuso que la idea del panel surgió al pedírsele a la Oficina de Cultura de la Embajada que se vinculara de alguna forma a la exposición La imagen sin límites, una muestra antológica de la fotografía cubana que ocupa todavía uno de los salones del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes con curaduría del propio Rafael. «Este panel —apuntó— se realiza en vísperas del comienzo de Noviembre Fotográfico, un evento que realizan la Fototeca de Cuba y el Consejo Nacional de las Artes Plásticas y que a lo largo de los últimos años se ha venido instituyendo como un espacio no solo de exposiciones, sino también de debates teóricos, presentación de libros y otras actividades afines».
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Al abundar en el tema del panel, hizo mención del hecho de que la relación entre España, Cuba y la fotografía es de vieja data. «Digamos que surge cuando surge la fotografía. El hijo del capitán general de España en Cuba, Pedro Téllez Girón, en abril de 1840 introduce la primera máquina de hacer daguerrotipos. Después aparecieron algunos fotógrafos de importancia, como José Gómez de la Carrera, español con ciudadanía norteamericana, quien además de fotógrafo era un gran diplomático, pues se las ingenió para buscar fotos de los dos bandos en pugna: los patriotas independentistas cubanos y del ejército colonial español. Después surgieron los primeros fotógrafos nacidos en Cuba, pero, obviamente, la influencia de aquellos primeros fotógrafos españoles fue impregnando su obra».
Los cuatro fotógrafos invitados discursaron sobre las características de su obra. Yanahara Mauri, joven creadora cubana que fue seleccionada entre los cincuenta artistas de La imagen sin límites, explicó que en el año 2009 se insertó en el mundo de la fotografía con la serie Los espasmos de Venus, en la que su objeto de estudio fue la mujer. «Me interesa sacar a la luz diferentes problemáticas relacionadas con el universo femenino, como el de ciertos arquetipos que discriminan el concepto de belleza y la representación que se hace de ella. En Los espasmos de Venus presento a mujeres que no tienen vergüenza en exhibir los vellos que, en el rostro, son asociados al sexo masculino».
La española Amparo Alepuz se define a sí misma como «una artista visual que trabaja en un campo multidisciplinario». Declaró que la invitación que se le hizo a ella y a su compañera para participar en el panel va a abrir una comunicación más estrecha entre los artistas españoles y cubanos. «Apropiarnos del pasado para hacer presente: eso está muy dentro de mi obra. Mi obra se expresa desde un punto de vista femenino, no porque sea feminista, sino porque soy mujer. La mujer ha hecho discurso desde el secreto, por eso trabajo mucho el secreto como una metáfora del acontecer de las mujeres».
La otra artista de la península ibérica presente en el panel, Rocío Villalonga, explicó que su obra siempre ha sido muy testimonial. «Soy escultora de formación, fotógrafa de (de)formación —dijo—. Por ello he utilizado la fotografía para acompañar mis instalaciones. Para mí el espacio es importante, el espacio donde se ubica todo lo que yo compongo. Tengo vocación por lo social, por ayudar a los que no tienen voz. Pretendo con mi obra acercarme a los que están al margen, para situarlos en el centro».
La obra de Pedro Abascal, al decir de Rafael Acosta de Arriba es «una cacería del anecdotario de la ciudad de La Habana. Es uno de los grandes cronistas de nuestra realidad. Es uno de los fotógrafos que aparecen en el momento del gran cambio, cuando la fotografía cubana abandona la escena de los líderes, de las manifestaciones revolucionarias y se mueve más hacia la marginalidad, la religión, la pobreza y otras cuestiones que componen la realidad cubana». Abascal declaró que, aunque su fotografía ha sido encasillada como documental, a él no le ha interesado nunca documentar nada, sino que sus fotos han sido su manera de aproximarse al mundo. «La fotografía habla más del autor que del sujeto fotografiado —concluyó—. Prefiero ser juzgado por lo que he hecho, más que por lo que diga que he hecho».