Por más que en las economías hayan aumentado los números rojos y cada vez escaseen más los que apuestan por negocios seguros, el mercado del arte sigue en auge, tal como lo prueba su mayor representación latinoamericana, la SP-Arte , que inauguró hoy su cita anual con marcado acento europeo.
Con 140 galerías y representación de 17 países, la feria llega a su undécima edición aumentando su presencia extranjera pero manteniendo la hegemonía de los circuitos artísticos europeos.
“Brasil es un país que llama más la atención de Europa y de Estados Unidos que de sus vecinos regionales”, sostuvo la directora Fernanda Feitosa, quien creó la exhibición en 2005 para que fuese “una gran vitrina” del panorama artístico internacional.
En total, son 2 mil 500 obras de arte las que se pueden adquirir hasta el domingo, con precios que oscilan entre los mil reales (unos 327 dólares) y los cinco millones de reales (1.6 millones de dólares), todo un reto para los coleccionistas menores.
Los precios fueron los que precisamente marcaron la última edición, en la que, según Feitosa, se negociaron 100 millones de reales (unos 32.7 millones de dólares).
Como también ocurrirá este año, los coleccionistas que decidieron comprar durante los cuatro días de feria se beneficiaron de un descuento del 20% concedido por el estado de Sao Paulo y que ya ha suscitado polémica entre quienes aseguran que muchos galeristas extranjeros sólo vienen a Brasil para concluir negocios ya cerrados.
Una medida controvertida que busca estimular las ventas en un país cuya economía atraviesa un momento delicado, así como promover -en palabras de Feitosa- la “provocación”, la “fruición” y la “reflexión” a través de las obras de arte.
Piezas que recorren todas las manifestaciones artísticas y que van desde pinturas a esculturas, serigrafías , retratos, grabados, vídeos, plataformas y proyecciones, carteles, libros y objetos aparentemente cotidianos elevados a los más restringidos círculos culturales.
Y es que por más que los jóvenes artistas también tengan un espacio, los grandes nombres de la muestra siguen siendo los protagonistas de la escena artística, predominantemente contemporánea y con pinceladas de la modernidad.
Incontables móviles de Alexander Calder , grabados de Pablo Picasso, lienzos de Joan Miró o pinturas de Marc Chagall ocupan el lugar de clásicos, mientras que los diseños de Ai Weiwei o las performances de Marina Abramovic revalidan la etiqueta de arte contemporáneo.
En este terreno, la londinense White Cube se erige como una de las joyas de la corona, todavía más despuntada desde que abrió una sucursal en la capital paulista, donde expuso hace unos meses Damien Hirst, uno de los artistas mejor pagados del mundo, cuya obra también está presente en la SP-Arte.
O la prestigiosa galería neoyorquina Marian Goodman, que ha aterrizado en suelo brasileño apostando por las telas vanguardistas del alemán Gerard Richter.
Así Sao Paulo, reconocida mundialmente por el arte callejero, buceará en la que todavía algunos tildan de “alta cultura”, tratando de escalar posiciones en un mercado nacional que, con una participación mundial menor al 2 %, aún es incipiente.
Fuente: El Universal